Los reclinatorios, velos y rosarios que antes avergonzaban son hoy un símbolo de orgullo e identidad
El «giro católico»: por qué su raíz identitaria lleva a una «alternativa radical» o «tradismática»
El renacimiento espiritual se extiende a católicos, pentecostales o carismáticos conservadores en todo el mundo

Instante de la adoración al Santísimo del evento SEEK, organizado por FOCUS este 2025 en Estados Unidos, donde acuden miles de jóvenes católicos de cosmovisión conservadora.
Concluida la explosión de publicaciones que se asombraban de un supuesto “renacimiento católico” -el “giro católico”, lo llaman- comienzan a surgir análisis en profundidad que abordan sus implicaciones. Filósofos como Eduardo Infante cuestionan que el fenómeno sea una simple moda, mientras que escritores como Juan Manuel de Prada se interrogan precisamente sobre la profundidad -o superficialidad- del pretendido resurgir espiritual.
No son los únicos en hacerse preguntas: ¿Por qué el fenómeno sucede mayoritariamente entre jóvenes? ¿Afecta a toda la Iglesia por igual o a corrientes muy determinadas? ¿El resurgir entiende de las tendencias mayoritarias en la Iglesia? ¿Es fundamentalmente progresista o conservador? ¿Afecta a las vocaciones?
Son algunas de las cuestiones que buscan responder periodistas como Tom Colsy, converso, residente en Inglaterra y colaborador de medios como el Catholic Herald, LifeSiteNews o el Irish Catholic Newspaper. En uno de sus últimos artículos, ¿Por qué la Generación Z está regresando a la Iglesia?, se presentaba como testigo y protagonista directo de ese “giro católico”. Es joven, converso y ha visto en primera persona como un elevado porcentaje de sus conocidos y amigos, antes descreídos, son ahora devotos miembros de la Iglesia militante. Y su primera conclusión es que “el giro” no es un fenómeno universal.
Una corriente selectiva
El periodista se refiere al giro como un fenómeno “muy selectivo”, ya que mientras algunas regiones del mundo asisten a un crecimiento del catolicismo, otras continúan viendo su declive.
Por su ámbito de especialización, el británico, alude a los últimos informes que reflejan un crecimiento entre los católicos jóvenes sobre los anglicanos, más allá de que en términos generales la proporción de cristianos siga descendiendo. “Ahora hay el doble de católicos que anglicanos entre los 18 y 25 años en Reino Unido, y la misma cantidad de carismáticos, evangélicos, pentecostales y no confesionales juntos que [integrantes] de la religión oficial [anglicana]”.
Lejos de suceder solo en el Reino Unido, observa que también Estados Unidos, Países Bajos o Suiza asisten a una tendencia similar, que “las principales iglesias protestantes se encuentran al borde del abismo” mientras que católicos o pentecostales “están experimentando crecimiento y dando señales de vida”. Es lo que intelectuales e investigadores como Steven Bullivant han diferenciado como razas muertas y razas vivas del cristianismo, siendo estas últimas “en las que es posible volver a encontrar el Evangelio como algo nuevo y emocionante”.
También hay un “hundimiento” espiritual
Colsy observa igualmente que un fenómeno perceptible de forma genérica es que quienes se dejan llevar por la corriente sin resistencia, quienes se dejan influenciar acríticamente por fuerzas externas, quienes nunca se posicionan ni demuestran iniciativa o pensamiento independiente son los que muestran menos vitalidad.
Entre otros ejemplos, menciona a la Iglesia Episcopal de Estados Unidos, que en 2015 se desmarcó de las consignas bíblicas y aceptó el mal llamado “matrimonio igualitario”.
Con los jóvenes sucede lo mismo: “Los que ya tienen Netflix, TikTok y The Guardian para el relativismo moral no buscan desesperadamente una cuarta fuente. En cambio, el hecho de que las organizaciones cristianas conservadoras se hayan negado insistentemente a dejarse llevar por los vientos de cambio al menos invita a la intriga: tal vez no sea un trozo de madera muerta”.
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La fidelidad y ortodoxia contribuyen al vigor
Reflexionando sobre las fortalezas de determinados grupos que asisten a dicho resurgir, observa que la mayor fortaleza de los protestantes carismáticos reside en su celo e insistencia en una relación personal con Jesús, pero también en una fidelidad y firmeza a unas premisas invariables.
“A diferencia del mundo protestante mayoritario, más liberal, que, en su afán por aceptar y tolerar a todos, a menudo se resiste a afirmar que Cristo es más importante que Mahoma o a enseñar que abstenerse del pecado, pedir perdón o honrar y amar a Dios no es algo opcional, estos movimientos carismáticos, en cambio, consideran la oración, la lectura espiritual y la intimidad como fundamentales”, subraya.
Una identidad firme frente a la angustia existencial
Otra de las razones tras el aparente resurgir de la trascendencia, y concretamente, de la católica, es que los jóvenes, “a la deriva en un mundo caótico, buscan claridad y solidez”. Y en el catolicismo pueden encontrarla, como también las respuestas a muchas preguntas que surgen de las llamadas guerras culturales.
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“¿Qué es el matrimonio? [El que se da] entre un hombre y una mujer para la procreación. ¿Qué es el pecado? Aquí [en el catolicismo] hay una lista clara y sus condiciones; también pueden absolverse si hay arrepentimiento. ¿Qué es la virtud? Aquí tenemos miles de años de sabiduría al respecto. ¿Por qué debería ser católico o escucharte? Porque Jesucristo es Dios, designó a San Pedro como el fundamento y líder de la Iglesia, quien murió en Roma, tras haber establecido el papado, que ostenta la autoridad y el poder divinos para enseñar en nombre de la fe. Se puede discrepar de esas respuestas, pero es innegable que son contundentes, claras y difíciles de descartar fácilmente. En un mundo que a menudo parece incapaz de ofrecer a los jóvenes respuestas claras sobre qué es una mujer, esa confianza sobresale”.
El poder del misterio frente al materialismo
Para Colsy, aspectos como la liturgia y el agua bendita o la creencia en los ángeles o los demonios despiertan admiración en un mundo cada vez más atormentado por el frío mecanismo del pensamiento materialista.
Así, explica, “quienes buscan al Dios que se esconde tras el velo no buscan más materialismo, que finge que solo el cuerpo tiene necesidades y que cosas como la belleza, la jerarquía, el misterio, el amor, la verdad y la aventura no son necesarias para la condición humana. Los antiguos ritos, sonidos e imágenes del mundo cristiano apostólico alimentan a los modernos desarraigados con algo de lo que el mundo moderno los priva”.
El resurgir de la gracia frente a las iglesias ONG
Abundando en cifras y ejemplos, Colsy contrapone los signos de vitalidad y juventud presentes en los Benedictinos de María o en Oratorios como el de Londres, York, Birmingham, Oxford, Bournemouth, Cardiff, Manchester y Edimburgo (Eduardo Gómez explica por qué en su blog de ReL) frente a lo que sucede en la United Reformed Church o Iglesia Reformada Unida. Esta, caracterizada por una moralidad ambigua y poco clara o su ausencia de una liturgia tendente a la belleza, se encuentra desde hace medio siglo en una caída que parece no tener fin. Una ambigüedad de la que la misma URC hace gala en su web.
Este es solo un ejemplo de lo que el periodista define como “un resurgimiento de la gracia, tanto metafórico como real, frente al énfasis excesivo en la naturaleza”.
“Las iglesias en crisis han reducido la fe a algo meramente humano, donde se enfatiza la tolerancia y sentimientos reconfortantes, en gran medida vacíos, como si el mundo natural que nos rodea fuera el único lugar donde debieran estar nuestras preocupaciones. Mientras tanto, los lugares inflamados [por la fe, por la gracia] redescubren que, mucho más poderoso, atractivo y primordial, es el Dios invisible que anima todas las cosas”.
Lo tradicional y tradismático, corriente pequeña pero influyente
Para Colsy, parte de ese resurgir se debería también a una tendencia afín a la liturgia tradicional, reducida numéricamente en cifras globales, pero generadora de una “sólida infraestructura” y red de personalidades “competentes, sabias, con respuestas convincentes y verdades esclarecedoras transmitidas con coherencia”.
Aunque el tradicionalismo no sea mayoritario, el periodista converso pone en valor lo que considera una "participación descomunal” en lo que a militancia religiosa se refiere. Menciona concretamente la producción de apologética, contenidos, vocaciones, podcast, arte y cultura cristiana y un sinfín de contenidos que “con la ayuda de las ondas, ha creado una contracultura con celebridades, entretenimiento y comunidad”.
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Entre los casos más destacados de la órbita anglosajona, menciona nombres como Matt Fradd, Taylor Marshall, Timothy Flanders, Patrick Deneen o Harrison Butker.
En este sentido, también destacan también corrientes como la llamada "tradismática". Ya en 2017, algunos intuían ese resurgir o despertar católico, que en el caso francés se materializó en movimientos y órdenes como la de los Misioneros de la Divina Misericordia, cuyos sacerdotes dicen la misa tradicional y sus miembros son religiosos jóvenes que visten sotana blanca y salen continuamente a la calle a evangelizar, en un estilo característico de los grupos carismáticos. A sus campamentos de verano acuden decenas de jóvenes.
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La militancia y el nicho litúrgico
Es lo que Stepen Bullivant, director del Centro Benedicto XVI para la Religión y la Sociedad en la Universidad St Mary's de Twickenham, explica bajo el argumento de los “nichos litúrgicos”: hablando de los seguidores de la misa tradicional, esta no destaca tanto por el número de fieles -estima que entre 3.000 y 4.000 británicos cada domingo-, sino por su compromiso y militancia.
Algo que, según él, podría encerrar algunas claves de cara al surgimiento de nuevos fieles. “Lo único que creará más cristianos culturales es el cristianismo activo... Donde el cristianismo de base es muy bajo, se encontrará una fuerza desproporcionada en grupos culturalmente extraños más fuertes”, asegura.
Lo atractivo de un Dios que impone exigencias
Los citados ejemplos del caso anglosajón, hacen pensar a Colsy que “el verdadero epicentro del resurgimiento se encuentra en el sector tradicional de la Iglesia”, si bien el fenómeno trasciende las fronteras -y al mismo tiempo bebe- de la Iglesia católica.
“Quizás no sea casualidad que los protestantes carismáticos […] dominen invariablemente los miembros de las organizaciones provida junto con los católicos. Sus podcasters (véase John Mark Comer) citan cada vez más a santos como Tomás de Aquino y el Catecismo; su culto […] honra al mismo Dios crucificado que el nuestro, reconocido como alguien que impone exigencias”, concluye.
Madeleine Davies, una de las integrantes de Church Times, también reflexionó recientemente respecto a los motivos que llevaban a los jóvenes a engrosar las filas de la Iglesia y a adoptar una visión de la fe profunda, alejada de la superficialidad o la laxitud.
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En su caso, se detiene en la paradoja de que lo que hace 50 años era motivo de vergüenza para los católicos sea lo que está atrayendo hoy a las nuevas generaciones a la Iglesia y renovando su fe. En la línea del periodista del Catholic Herald, también Davies observa que, en una cultura posmoderna caracterizada por la búsqueda de identidad, pertenencia y significado, lo que atrae con más frecuencia a los jóvenes es lo que llama “las subculturas religiosas fuertes”.
El efecto “péndulo” frente a la secularización
Otro de los factores cruciales en esta corriente sería el efecto péndulo que describe la reciente publicación After Secularisation -Después de la secularización- de Stephen Bullivant, Hannah Vaughan-Spruce y Bernadette Durcan.
En este sentido, tanto los autores como Davies comparten que debido a la “implacable secularización”, los católicos jóvenes se han criado en un mundo mucho menos religioso que el de generaciones previas y, por tanto, ser católico es más un compromiso que algo que se pueda dar por sentado.
“Para seguir siendo católicos […] es más probable que los adultos jóvenes lo consideren algo importante […] Su propio compromiso es, en gran medida, un efecto secundario y una reacción a su entorno altamente secularizado”.
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Solo así se entiende que, a decir de Stephen Bullivant, los católicos más jóvenes sean hoy “palpablemente más tradicionales y teológicamente conservadores”.
“Los católicos jóvenes suelen estar mucho más contentos con la comunión de rodillas; por ejemplo, las niñas usan mantilla o un velo de encaje… Incluso cosas como el rosario o las devociones a los santos. Habrá jóvenes adultos que se casen y sigan las enseñanzas de la Iglesia sobre la anticoncepción”, explica el director del Centro Benedicto XVI para la Religión y la Sociedad en la Universidad St Mary's de Twickenham.
¿Y las vocaciones?
Prácticamente al mismo tiempo que Colsy y Davies, también el periodista Niwa Limbu reflexionaba en el Catholic Herald sobre el llamado “giro católico”. Concretamente desde la perspectiva de la revalorización de la vida consagrada y la vocación religiosa entre los jóvenes.
En su artículo ¿Por qué los jóvenes católicos están volviendo al hábito y a la vida religiosa?, el periodista se detenía en el incremento de las vocaciones religiosas en chicas jóvenes de algunas congregaciones. Hecho que refleja una realidad, a su juicio, palpable: “Donde antes las monjas eran caricaturizadas como anticuadas y severas, hoy la vida religiosa está siendo reconocida, incluso entre las jóvenes, como una vocación bendita, un signo de fortaleza y santidad femenina más que de atraso”.
Limbu no se engaña. Para él, el aumento de vocaciones entre hombres y mujeres jóvenes “no es una tendencia sino más bien un renacimiento discreto”, especialmente palpable en sociedades de orientación tradicional o conservadora.
En contraste con la tendencia mundial, menciona algunas de las más conocidas -Instituto Cristo Rey, Fraternidad Sacerdotal San Pedro, Buen Pastor…- observando como en todas las citadas, las vocaciones “parecen prosperar o mantenerse firmes”. Un “pequeño consuelo” ante lo que muchos consideran un “declive global” en el ámbito vocacional.
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La pregunta es: ¿Por qué ocurre esto y qué significa?
Para el articulista del Catholic Herald, la respuesta de este incremento residiría en un redescubrimiento de “la belleza, el arraigo, la tradición y el compromiso y sacrificio”: “En una sociedad saturada de consumismo y valores inestables, la llamada a la vida religiosa, el celibato, la oración y la continuidad litúrgica se presenta como una alternativa radical”.
Lo cierto es que estas sociedades no solo ofrecen el rito tridentino, sino también “una arquitectura espiritual y comunitaria capaz de resistir el ruido del mundo”.
“Confían en una estructura que no se mueve con el espíritu de la época” y “para muchos, esa estructura no es opresiva, sino liberadora”, detalla Limbu.
¿Es entonces una simple reacción, carente de sustento espiritual? El periodista prefiere definirlo con el término de “fidelidad”. Lo que está en juego, concluye, “no es una preferencia por vestimentas antiguas o por oraciones en latín, sino la renovación de una identidad católica arraigada en la creencia de que Dios importa, que el cielo importa, que la santidad importa y que las almas importan”.
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