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Ciencia y religión en el islam

Ciencia y religión en el islam

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El período que abarca del 758 al 1258 d.C., correspondiente al califato abasí, es considerado por la mayoría de los historiadores como la Edad de Oro del islam. Alejandría cayó en manos de los musulmanes; sin embargo, el imperio abasí se extendía muchos kilómetros hacia Oriente, por lo que se decidió establecer la capital en Bagdad.

Durante estos siglos, se produjo una notable apertura hacia el conocimiento. Varios hadices, dichos del profeta Mahoma recogidos por sus compañeros, ordenan a los musulmanes buscar el conocimiento.

Esto se plasmó de varias maneras. Por ejemplo, parece que Al-Mansur (712–775) fue el primer califa en poseer libros de otros idiomas traducidos al árabe. Posteriormente, el califa abasí Al-Mamun (786–833) fundó en Bagdad la Casa de la Sabiduría, un centro de estudios que incluía una Escuela de Traductores. También encargó un nuevo mapa del mundo, se midió la circunferencia de la Tierra y se creó un observatorio astronómico.

Este interés por la astronomía fue motivado en parte porque la oración se realiza cinco veces al día y requiere que el cuerpo esté orientado hacia La Meca, por lo que era necesario controlar el tiempo con precisión y obtener una orientación exacta, algo posible solo gracias a los conocimientos científicos.

Así, además de construirse varios observatorios, Al-Juarismi, inspirado por la traducción del Almagesto de Ptolomeo, escribió la primera gran obra de astronomía musulmana, el Zij al-Sindhind.

Queda así patente que la apertura a otras culturas, en este caso la griega, posibilitó el progreso en el ámbito de las ciencias. Sin embargo, surgió la misma controversia que se había dado anteriormente en el seno de la cultura cristiana, donde personajes como San Agustín o Clemente de Alejandría mostraron una actitud de apertura, pero también hubo opositores. Los musulmanes vivían una tensión similar: ¿cómo conciliar la filosofía griega con la revelación coránica?

Un librero de Bagdad, Ibn al-Nadim, compiló un catálogo de obras árabes y no árabes, y cuenta la razón por la que “comenzaron a abundar los libros de filosofía y otras ciencias antiguas”. Esto se debe al sueño del califa Al-Mamun, en el que vio a un hombre “de frente ancha, cejijunto, con ojos enrojecidos… sentado en una cama”. Cuando le preguntó quién era, el hombre replicó: “Soy Aristóteles”.

En el seno del islam se generó una escuela que abogaba por la superioridad de la fe razonada frente a la fe tradicional. Algunos la consideraban herética, pero Al-Mamun la aceptó.

Un gran defensor de esta corriente fue Al-Kindi, autor de 300 libros de aritmética, geometría, astronomía, meteorología y medicina. Junto con Al-Juarismi, propuso utilizar la numeración india (el actual sistema decimal) y se dedicó a la criptografía, aunque su obra más famosa es Sobre la filosofía primera, el primer texto filosófico en árabe. Aristóteles era su ídolo, sobre todo en lo relativo a la unicidad de Dios (recordemos que lo tradicional era creer en múltiples divinidades, mientras que solo el judaísmo, el cristianismo y el islam son religiones monoteístas). Sin embargo, al igual que Juan Filópono, no le convencía la idea de que el mundo fuera eterno y criticó a Aristóteles usando el mismo argumento sobre la infinitud que Filópono: una serie infinita de eventos pasados, como implicaría la eternidad del mundo, suponía para él una contradicción lógica y metafísica.

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