Viernes, 19 de abril de 2024

Religión en Libertad

Aloysius Smith fue el primer capellán norteamericano muerto en la II Guerra Mundial

Acababa de decir misa cuando Pearl Harbor fue atacado: murió salvando vidas en su buque hundido

El Oklahoma, hundido el 7 de diciembre de 1941 en Pearl Harbor, tumba del teniente Aloysius Schmitt, fallecido minutos después de consagrar y comulgar y de dar la vida por doce hombres.
El Oklahoma, hundido el 7 de diciembre de 1941 en Pearl Harbor, tumba del teniente Aloysius Schmitt, fallecido minutos después de consagrar y comulgar y de dar la vida por doce hombres..

Carmelo López-Arias / ReL

Eran las 7:48 horas de la mañana del 7 de diciembre de 1941 y el teniente Aloysius Schmitt, capellán del USS Oklahoma, acababa de concluir la misa dominical de las siete de la mañana en el impresionante acorazado de clase Nevada de la Primera Guerra Mundial, fondeado en la base hawaiana de Pearl Harbor.

Convertido en objetivo clave para los aviones japoneses, en los primeros diez minutos del ataque recibió el impacto de ocho torpedos, así que su dotación apenas tuvo tiempo de reaccionar. De los 2402 muertos estadounidenses de aquella mañana, las dos terceras partes lo fueron en el Arizona (1177) y en el Oklahoma (429 de una dotación de 1300 marineros y 55 marines). Como cualquier otro miembro de la tripulación, el teniente Smith escuchó las alarmas antiaéreas y luego el estruendo de las primeras bombas.

Por Dios y por la Patria
Acababa de cumplir 32 años y llevaba casi dos con destino en el buque. Nacido en Iowa en 1909, era el menor de los diez hijos de Henry y Mary Schmitt y desde pequeño mostró vocación sacerdotal. Estudió en el Columbia College (hoy Loras College) de Dubuque, cuyo lema, Pro Deo et Patria [Por Dios y por la Patria] marcaría su vida. Siguiendo su vocación, cursó la Teología en el Colegio Norteamericano de Roma y fue ordenado sacerdote hace justo ochenta años, el 8 de diciembre de 1935.



Tras varios destinos parroquiales en su diócesis, cuando presintió vientos de guerra en Europa y en el Pacífico quiso estar allí donde iban a ser necesarios los servicios de un sacerdote y, tras recibir el permiso de Francis Beckman, arzobispo de Dubuque, se alistó en 1939. Una vez recibido el exigente curso de formación de la Marina en Virginia fue incorporado a la dotación del USS Yorktown en enero de 1940 y en marzo trasladado al Oklahoma.



En el año y nueve meses que pasó allí se ganó el afecto de todos por su cercanía, sentido del humor y disposición a ayudar. No se quedaba en su camareta esperando ser requerido, sino que circulaba constantemente por el buque ayudando en cualquier tarea donde pudiese ser útil, por ingrata que fuese, además de atender espiritualmente a los católicos e incluso a los no católicos que se confiaban con él. Se conservan varias cartas de marineros a sus familias mencionando agradecidos la ayuda que recibían del teniente Schmitt.

Doce minutos para morir
Aquel 7 de diciembre, recién alimentado del Cuerpo de Cristo, intentó escapar en cuanto el Oklahoma empezó a ladearse. Que fue muy rápido: a las 8.56 fue alcanzado bajo la línea de flotación por tres torpedos y doce minutos después quedó completamente volcado sobre el fondo de la bahía, asomando sobre la superfice parte de la quilla.



Durante ese proceso, un grupo de hombres quedaron atrapados en un compartimento del que sólo se podía huir por un pequeño agujero. Ayudó a salir a todos hasta quedar el último, y cuando estaban ayudando a sacarle desde fuera, llegó por detrás otro grupo de marineros. El teniente Schmitt ordenó que le dejasen caer de nuevo para ayudar a los que venían"Soltadme y que Dios os bendiga". Tras protestar porque sabían que eso le condenaba a muerte, obedecieron. El capellán del Oklahoma regresó, ayudó a salir a los que venían y, efectivamente, a los escasos minutos murió ahogado, sin tiempo ya para huir del agua que lo ocupaba todo. Doce miembros de la tripulación salvaron su vida gracias al páter.

Perpetua memoria
Fue el primer capellán castrense norteamericano muerto en la Segunda Guerra Mundial, y su heroísmo en esos segundos decisivos no pasó desapercibido. Su ejemplo impulsó a muchos sacerdotes a alistarse como capellanes. Recibió varias medallas por su acción, entre ellas el Corazón Púrpura, y en 1943 fue botado en su honor el destructor USS Schmitt. En la capilla de su alma mater, el Loras College, le pusieron una placa, y una pequeña isla en el río Mississippi lleva su nombre.



Su cuerpo no fue encontrado, y se cree que es uno de los cuatrocientos cadáveres no identificados enterrados en un cementerio de Hawai. Pero sí fueron hallados su cáliz y su libro de oraciones, con un marcador señalando la oración del día, tomada del Salmo 8:

"¡Oh, Yahvé, Señor nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Cantaré tu majestad,
que se alza por encima de los cielos".

Y llega hasta las simas de los mares.

To Lt. Muccio

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