Martes, 08 de octubre de 2024

Religión en Libertad

Su monumental «El caballo rojo», obra imprescindible en la literatura del siglo XX

Eugenio Corti: la lucha de toda una vida de un escritor católico contra «los bolcheviques»

Eugenio Corti.
Solo por «El caballo rojo», Eugenio Corti merece un puesto de honor en la historia de la literatura contemporánea, y se le ha propuesto como un escritor que debería aspirar al Premio Nobel de Literatura por esa obra. Foto: Entrevista a ResegoneOnLine.it, en sus últimos años.

ReL

Eugenio Corti (1921-2014) nació el mismo día en el que se fundó en Livorno (Toscana) el Partido Comunista Italiano. Una paradoja, porque Corti no es solamente el autor de El caballo rojo, una de las grandes novelas italianas del siglo XX y la más esencialmente anticomunista, sino que, como católico, como hombre de acción y como escritor, tuvo durante toda su vida como objetivo derrotar a "los bolcheviques". 

A esa vida de combate "cuerpo a cuerpo" (en Rusia, literalmente) le ha consagrado su biógrafa, Paola Scaglione un artículo en Il Timone:

Eugenio Corti, la lucha de una vida contra "los bolcheviques"

Si fuera una coincidencia sería peculiar, incluso para quienes se obstinan en creer en la casualidad. La Providencia es discreta mientras deja, en los caminos de los humanos, rastros como el doble centenario que cae en 2021: el 21 de enero nacía, en la Brianza católica, el escritor Eugenio Corti; ese mismo día, durante el Congreso de Livorno, la corriente de izquierdas del Partido Socialista italiano daba vida al Partido Comunista de Italia.

Encrucijadas de la Historia

Es curiosa la concomitancia entre el nacimiento del autor de la novela El caballo rojo, que dedicó su existencia a conocer y desvelar los horrores del comunismo realizado, y el origen de la sección italiana de la Internacional Comunista, controlada por el Partido Comunista soviético. Hace un siglo, daba sus primeros pasos el trágico experimento de actuación de la ideología marxista, en aras de la utopía del mundo perfecto, libre del mal. Por desgracia, ya conocemos el triste resultado de ese proyecto que incluso sus partidarios, aunque con alguna dificultad, admiten: solo en Rusia, más de 60 millones de personas asesinadas por un régimen totalitario que prometía llevar a cabo la felicidad en la tierra. Por no hablar de China, Camboya y Vietnam. Una masacre sin precedentes, basada en la eliminación sistemática de todos los que no se sometían a ese diseño.

Cubierta de El Caballo Rojo.

Escrita en 1983, El caballo rojo nos acerca a los acontecimientos que marcaron el rumbo del mundo entre 1940 y 1974. Ha sido comparada con "Guerra y paz" de Tolstoi.

Corti había comprendido desde muy joven que ese asalto al cielo corría por un sendero sembrado de cadáveres: para construir la sociedad anhelada por Karl Marx y eliminar el mal del hombre, era necesario, en realidad, aniquilar al hombre mismo porque, a pesar de la visión de Marx, no existen circunstancias materiales y sociales que consigan arrancar el mal del corazón humano. Pero tampoco existe la purga que sea capaz de extirpar, de ese mismo corazón, la inagotable tensión al infinito -es decir, a la felicidad-, perennemente acechada por ese mismo mal.

"Parto al frente"

La oposición de Eugenio Corti al comunismo es precoz: en octubre de 1939 anota en su diario la voluntad de luchar, en la Polonia ocupada por la Unión Soviética, "contra los enemigos de Dios, contra quienes quieren esclavizar a los hombres, hacer de ellos personas tristes, destruir su espíritu". El joven se alinea al lado de los pueblos que "se preparan a defender su patria, su religión, su familia y sus hijos de esos cerdos bolcheviques que, con su prepotencia, están a punto de arrojar a millones de criaturas a su estado de embrutecimiento".

Es la intuición trágicamente profética de un hombre convencido de que su tarea en el mundo es escribir al servicio de la verdad. Por eso, cuando en 1941 lo llaman a las armas, intenta por todos los medios que le destinen al frente ruso porque quiere conocer de cerca los resultados del experimento comunista llevado a cabo en la Unión Soviética.

El teniente Corti, de 21 años, vivirá la campaña de Rusia como un científico, detallando con precisión en su diario el descubrimiento de un mundo que, hasta ese momento, había sido impenetrable. "Quería ver, ver, ver lo más posible, aun a costa de perder la vista". El primer dato del que informa desde Ucrania es la inmensa pobreza, que se transparentaba por el aspecto de esos seres humanos que "tenían todos, cuando los veías de cerca, rostros extrañamente extenuados, como de personas que han sido maltratadas durante mucho tiempo".

Eugenio Corti.

Eugenio Corti, herido en la mano, en una imagen tomada durante la campaña de Rusia, en 1942. Foto: EugenioCorti.net

La realidad de la Unión Soviética se revela a sus ojos de manera más evidente que cualquier construcción teórica: en junio de 1942 describe así la desolación generada por la política económica comunista. "Fábricas inmensas de dos o tres plantas. Inmensas, inhumanas". Al joven, hijo de un pequeño empresario de origen popular, esos edificios devastados por el abandono "me daban la impresión que sofocaban el sentido de lo humano hasta tal punto que quedarse mirando provocaba un profundo malestar". Pero Corti queda aún más conmocionado por el descubrimiento de la deskulakización, el exterminio de millones de pequeños propietarios que se llevó a cabo en Ucrania a través de la colectivización forzada, y la gran carestía de 1933, que el régimen soviético utilizó para reprimir a los campesinos.

Reacción con papel y pluma

La experiencia directa de los efectos del comunismo en Rusia confirma en Corti la urgencia de la acción cultural. Superviviente de la trágica experiencia de la retirada de las tropas, acoge su vocación de escritor dedicándose al estudio del comunismo, que considera el mayor peligro para la humanidad de su tiempo.

En una época dominada por la ideología marxista, desafía la mentira y la connivencia de la corrección política denunciando, no solo la analogía entre nazismo y comunismo, hijos de la misma barbarie ideológica, sino también la responsabilidad de la cultura occidental, que ha silenciado (cuando no directamente apoyado) las masacres llevadas a cabo en aras de la utopía del comunismo.

No se trata de oponerse a una doctrina, sino de testimoniar la verdad sobre la historia y el hombre. Es este el hilo conductor de sus obras narrativas y sus ensayos, articulados plenamente en su análisis del comunismo en la tragedia Proceso y muerte de Stalin, publicada y llevada a escena en 1962. En esta obra Corti demuestra la absoluta coherencia de la acción de Stalin con la teoría marxista, con la que se hacía la ilusión de ser el artífice de "una sociedad nunca vista antes, de hombres que no solo son libres de la necesidad y la ignorancia, de la opresión del Estado o de cualquier otra autoridad que les pueda obligar, sino que también son libres del mal".

Eugenio Corti.

Al volver da la guerra, Corti concluyó la carrera de Derecho, empezó a trabajar en la empresa de su padre mientras empezaba a publicar sus primeros libros. En 1951 se casó y a partir de 1972 se encerró para dedicarse en cuerpo y alma a El caballo rojo.

El epílogo de la tragedia -espejo de la realidad- revela, sin embargo, que es imposible arrancar el mal del hombre y de la sociedad: la pretensión de la ideología comunista de traer el cielo a la tierra es, al mismo tiempo, la causa de su caída. Es la eterna ilusión del hombre de salvarse solo, excluyendo a Dios de su horizonte.

No bajar la guardia

La caída del muro de Berlín y la disgregación de la Unión Soviética no cierran para nada la partida, porque el hombre está amalgamado con esa tentación: "El comunismo no ha acabado", advertía Corti. "Ha acabado el comunismo leninista, en el que la dictadura del proletariado se ejercía mediante la eliminación física de los oponentes. Hoy, en Italia, estamos ante el comunismo gramsciano, en el que la dictadura de los intelectuales 'orgánicos al comunismo' (la expresión es de Gramsci) se ejerce mediante la marginación sistemática, en práctica la muerte civil, de los oponentes". Y seguía: "El comunismo solo ha cambiado de traje: la gran tragedia está en el segundo acto".

Estaba de acuerdo con él Massimo Caprara, el secretario de Palmiro Togliatti [secretario general del PCI entre 1927 y 1964] que se había liberado de la seducción del comunismo en 1969, después de la invasión rusa de Praga, y se había acercado a la fe. Había entablado amistad con Corti después de haberlo "vigilado durante mucho tiempo", según dijo él mismo. Caprara compartía con Corti la militancia cultural contra la mentira, la lucidez en el análisis, lleno de razón y esperanza. Como Corti veía en el fin del comunismo "una victoria del espíritu, una revolución del hombre que está en cada hombre, también en el ex soviético". Y como él, sabía que precisamente en la caída de esa tentación visionaria estaba custodiada la esperanza del hombre.

Para Corti, la última palabra no es el descubrimiento del pecado original y el abismo al que conduce, sino la pasión por el misterio irreducible del corazón humano visitado por Dios. Es el mismo baluarte ante el mal que fascinaba a Caprara: "El personaje único de Corti es el hombre positivo que, con su sacrificio, valor y piedad, se convierte en el obstáculo que los monstruos del Apocalipsis, pasado y presente, no pueden superar".

También la sintonía entre el ex comunista que abrió los ojos y el escritor católico anticomunista es un hecho peculiar. Es más, es un rastro.

Traducido por Elena Faccia Serrano.

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