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El contundente hallazgo de una encuesta a 20.000 maestros sobre el móvil: «No basta con prohibirlo»

«Cuánto más restrictiva sea la política, mejor será el resultado», se lee en Phones in Focus

Una chica usando el móvil con sus compañeros de clase.

Una chica usando el móvil con sus compañeros de clase.

José María Carrera Hurtado

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El curso escolar 2025-2026 comenzó marcado por agresivas políticas contrarias a las pantallas en países como España o Estados Unidos. En este último, las medidas fueron más o menos restrictivas en función del centro y estado, pero según la organización especializada Phones in Focus, los resultados son visibles… Y varían en función de la aplicación. Lo mejor, dice el último estudio al respecto elaborado por Phones in focus, es eliminar por completo la posibilidad de las pantallas en horario escolar.

En el caso de España, Domitila Diez reflejaba en El País el mapa general de restricciones a las pantallas en los centros escolares en España, donde el 70% de niños entre 10 y 15 años y el 96% de 15 años tiene un teléfono móvil.

De los muchos ejemplos se citaba a Castilla La Mancha o Galicia por su carácter pionero, a Madrid, por impedir de cara a este curso que ningún alumno pueda hacer con dispositivos deberes u otras tareas académicas evaluables o Cataluña, donde los alumnos de ESO ya no podrán usar móviles, ni siquiera con fines educativos.

Semejantes medidas tienen lugar en Andalucía, Aragón, Canarias, la Comunidad Valenciana y Extremadura, que también prohíben los smartphones durante toda la jornada y limitan como excepción su uso a fines didácticos.

Mientras, en Estados Unidos, las políticas restrictivas llegan con más fuerza. Por el momento, son más de 20 estados los que de una forma u otra han restringido el uso de pantallas en los centros educativos. En Estados como Arkansas, Texas y Virginia se requiere que estos sean almacenados lejos de los estudiantes.

La pregunta que se hacen cada vez más investigadores y educadores es si basta con impedir el uso legalmente y durante un horario o etapa escolar determinada o si es suficiente con dejar los dispositivos alejados del alumno.

Son precisamente algunas de las preguntas que una encuesta de Phones in Focus ha dirigido por el momento a más de 20.000 docentes y educadores de centros públicos en Estados Unidos.

Una de las principales conclusiones de las respuestas de los propios educadores es que si se trata de pantallas y educación, no valen las medias tintas: según el estudio, a más estrictas son las restricciones de teléfonos y dispositivos en los centros, los profesores se consideran más felices y los alumnos más participativos.

Angela Duckworth, psicóloga, profesora de la Universidad de Pensilvania e impulsora de la iniciativa de Phones in Focus, se refiere a ello como una “relación gradual” que afirma que “cuánto más restrictiva sea la política, más lejos estará el teléfono y mejor será el resultado”.

Otra de las conclusiones que revela el estudio es que el momento en que los alumnos pueden o no acceder a los teléfonos es relevante -entre clases, en descansos, en ningún momento…- así como el hecho de dónde los guardan a lo largo del día.

Según el estudio, se pueden definir como exitosas las políticas que exigen que los teléfonos se queden en casa, poco comunes, pero especialmente efectivas. Guardarlos bajo llave, en fundas o taquillas en los pasillos o que sean recogidos por el personal escolar son otras de las medidas que llegan a resultados satisfactorios.

De lo que no le cabe duda a los más de 20.000 educadores entrevistados es de lo que no es efectivo: permitir que los estudiantes conserven sus teléfonos durante el día. Por ello, los promotores de la encuesta de Phones in Focus se sorprenden de que esta última sea una de las políticas más comunes en las escuelas cuando está corroborado lo perjudicial de los dispositivos en la labor educativa.

Otra de las políticas abordadas es la de “llevar pero no usar ni enseñar”. Duckworth, desde su especialidad, define esta medida como una “estupidez psicológica” que contrasta con las políticas y centros considerados “perfectos”, muy escasos en el estudio, en torno al 1%.

Entre ellos se encuentra una escuela visitada recientemente por Duckworth en Nueva Jersey, donde un anuncio recuerda frecuentemente a los alumnos que deben dejar los teléfonos en las taquillas durante toda la jornada. De ello terminaron concluyendo que el acceso a los móviles no es algo que se pueda tratar como un problema de “fuerza de voluntad”, pues cumplir con las prohibiciones leves respecto al móvil es más difícil si se tiene acceso a los mismos.

El director, dijo Duckworth, “tuvo la sensatez de darse cuenta de que uno no puede obligarse a no hacer algo desde el primer timbre hasta el último. No se puede resolver el problema solo con fuerza de voluntad”.

Dos patrones clave

Duckworth destaca dos patrones relevantes en la investigación.

El primero, que cuanto más estricta es la política, más satisfecho está el profesor y menos probable es que los alumnos usen sus teléfonos cuando no deben. Por ejemplo, las políticas de “de principio a fin de clase” (también llamadas de “ausencia total de teléfono”) se asocian con aulas más concentradas.

En segundo lugar, los investigadores también observan que la atención y aprendizaje es mayor en las escuelas que no permiten que los alumnos tengan sus teléfonos cerca, ni siquiera en sus mochilas o bolsillos.

Entre otras concusiones y hallazgos clave, destacan:

•Las políticas más estrictas se asocian con mejores resultados. Las normas estrictas de almacenamiento, como exigir a los estudiantes que dejen sus teléfonos en las taquillas del pasillo o que utilicen fundas Yondr, se asocian con mejores resultados.

• Las prohibiciones de llamadas telefónicas durante todo el horario escolar son más comunes en las escuelas primarias y secundarias que en las previas a la universidad. Solo una de cada cuatro de estas últimas reporta una prohibición de llamadas telefónicas durante todo el horario escolar, en comparación con tres de cada cuatro escuelas primarias y secundarias.

• La política de almacenamiento más común es la de "no mostrar". Casi la mitad de las escuelas de la muestra utilizan esta política, en la que los estudiantes pueden llevar sus teléfonos en la mochila o en el bolsillo trasero, pero deben mantenerlos fuera de la vista. Sin embargo, esta política no es tan efectiva como otras más restrictivas.

Mientras los impulsores de Phones in Focus aspiran a las 100.000 encuestas respondidas, observan como los políticos comienzan a posicionarse al respecto.

Así lo hizo recientemente el gobernador de Maryland, Wes Moore, que se resignó a ignorar lo que dicen los propios educadores.

“Esta encuesta deja claro que quienes están más cerca de nuestros estudiantes nos alertan sobre el impacto de los teléfonos en las aulas y nos señalan soluciones eficaces. En Maryland, nos comprometemos a priorizar la opinión de los educadores en nuestras decisiones y seguiremos actuando con urgencia para garantizar que nuestras aulas sean espacios donde tanto estudiantes como docentes puedan concentrarse y prosperar”.

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