«Símbolo, Luz de Nicea» en la catedral de Córdoba: 1700 años de fe que engrandecen al obispo Osio

Una de las imágenes que se exponen en la catedral de Córdoba como parte de la exposición 'Símbolo: luz de Nicea'.
Se conmemora el 1.700º aniversario del Concilio de Nicea (en la actual Turquía), celebrado en 325 bajo la presidencia de Osio, obispo de Córdoba. En él se proclamó la divinidad de Jesucristo frente a la herejía arriana, con la definición de la Santísima Virgen como Madre de Dios.
La diócesis cordobesa se ha volcado en el recuerdo de este acontecimiento en la historia de la Iglesia, con el congreso que reunió de a principios de junio a los mayores especialistas en el Concilio de Nicea y con la exposición Símbolo: luz de Nicea, en la mezquita-catedral, que se clausura este sábado 5 de julio.
El comisario de la exposición es el sacerdote Patricio de Navascués, catedrático de Patrología en la Facultad de Teología de San Dámaso de Madrid y profesor invitado en el Instituto Agustinianum de Roma.
Símbolo: Luz de Nicea presenta cuarenta piezas arqueológicas y de arte contemporáneo con una unidad de mensaje: la proclamación del Credo de Nicea sigue transformando el mundo con la única Luz, Cristo, capaz de iluminar la vida de los hombres de todas las épocas.
Una de las finalidades de la exposición es poner en valor la figura histórica del obispo Osio de Córdoba (256-357), una vida centenaria de la que hay pocos datos personales.

El obispo Osio de Córdoba, una figura que la exposición 'Símbolo: Luz de Nicea' quiere potenciar por su importancia en la historia de la Iglesia universal.
Se sabe que ya en el año 295 era obispo de la ciudad, donde gozaba de fama de santidad. Sufrió mediante torturas la persecución de Diocleciano del año 303, lo que le acredita como 'confesor de la fe', y vivió el Edicto de Milán de 313 que decretó el final de las persecuciones. El emperador Constantino le tuvo luego como consejero y fue gran amigo de San Atanasio, el gran obispo campeón de la lucha contra el arrianismo.
De la importancia de Osio para la Iglesia universal dan cuenta su participación los Concilios de Elvira o Arlés, locales pero de gran trascendencia y, sobre todo, a la cabeza del decisivo Concilio ecuménico de Nicea.
Símbolo: luz de Nicea pondrá al histórico obispo -en cuya causa de beatificación se está trabajando- "en el lugar que le corresponde", según afirmó el obispo emérito de Córdoba, Demetrio Fernández, al inaugurarla en abril.
"Cuando salga la gente de visitar la exposición sabrá algo más de esto, no me cae ninguna duda, porque tiene un contenido muy profundo y a la vez muy formativo en sentido histórico y de documentación, que posiciona muy bien el momento", afirma Jorge Ruiz, arquitecto de Símbolo, Luz de Nicea, cuya perfecta integración en el emblemático monumento de la mezquita-catedral es uno de los aspectos más reconocidos por los asistentes: "No solo un conocimiento de la figura de Osio y del Concilio, sino de la parte espiritual y conceptual, expuesta de una forma muy sutil y en otros casos impactante".

El obispo emérito de Córdoba, Demetrio Fernández, examina una de las piezas expuestas en 'Símbolo: Luz de Nicea'.
Hay que resaltar que la exposición no es puramente arqueológica, aunque se presentan objetos de gran valor histórico, como el Anillo de Sabina, de oro con inscripción, o el Cazo de Nico, ambos de la época del Concilio (que evidencian el arraigo entonces del cristianismo en la región cordobesa), o la réplica del sarcófago “dogmático” a escala natural, un monumento donde quedó plasmada en piedra el Credo niceno.

Cirio Pascual de Iesu Communio, una de las piezas de la 'Símbolo: luz de Nicea'.
También incluye obras de autores actuales que traducen la presencia de la fe en la sociedad hoy a través de las acciones de los cristianos, como la cruz hecha con maderos de una patera donde murieron inmigrantes, un icono bizantino de Soledad Blanco, los cuadros del sacerdote Vicente Molina Pacheco, el enorme cirio pascual trabajado por las religiosas de Iesu Communio o las fotografías de Sor Isaura Marcos Sánchez, clarisa.
El guion expositivo busca con todo ello, aunando lo viejo y lo nuevo, inducir en el visitante una respuesta ante la Buena Noticia.
La finalidad documental-cultural (la exposición en sí misma), la finalidad religiosa (la importancia del Credo de Nicea) y la finalidad reivindicativa (del reconocimiento del lugar del obispo Osio en la historia de la Iglesia) se traducen así en la finalidad evangelizadora: el anuncio de Luz y de Paz que es el Evangelio, la persona de Jesucristo.