«La sala de las lágrimas», el lugar en el que el hombre «llora» y el cardenal se convierte en Papa

En la pared del Juicio Final de la Capilla Sixtina, a los lados del altar mayor, hay dos puertas cerradas de pequeño tamaño. La de la izquierda conduce a la llamada "sala de las lágrimas". 

Justo después de la elección, el Papa recién elegido entra en este lugar para cambiarse de ropa y recogerse en oración durante algunos minutos. 

La profundidad de un cambio de ropa

Marco Agostini, ceremoniero pontificio, explica a Vatican News: "Allí el Papa toma conciencia de lo que ha llegado a ser, de lo que es a partir de ese momento".

Tras dejar atrás la magnificencia de las pinturas de Miguel Ángel se llega a una pequeña habitación sin color. "Es un espacio con bóveda donde se conservan algunos fragmentos de frescos. Dos tramos de escaleras a un lado y, en la pared de enfrente, una ventana oculta tras una cortina. Una mesa y dos sillas de madera oscura, un pequeño sofá rojo y un perchero. El mobiliario es esencial", informa el medio vaticano.

Allí el nuevo Papa vive un sentimiento íntimo y elige una de las tres sotanas blancas puestas a su disposición, cada una de diferente talla. "Es una verdadera investidura, algo más antiguo y profundo que un simple cambio de ropa. Tradición y rito que adquieren un significado poderoso, no solo formal, sino sobre todo espiritual".

"Parece como si los viéramos recogidos en el silencio de este lugar poco iluminado, mientras rezan y, a veces, como indica el nombre de la sala, lloran, sobrecogidos por la emoción. Tras los días agitados del cónclave, se encuentran por primera vez a solas consigo mismos. Solos, pero cara a cara con Dios. La conciencia los atraviesa como un relámpago: desde ese día serán Papas, asumirán el mandato petrino".

En "la sala de las lágrimas", en una de sus paredes, empotrada, hay una lápida con fecha del 31 de mayo de 2013 que dice:

"En esta sala, denominada ‘del llanto’ desde Gregorio XIV, quien aquí, el 5 de diciembre de 1590, recién elegido Papa, derramó lágrimas de emoción, el nuevo Pontífice, después de aceptar la elección, se viste con los atuendos propios".

Es una sala muy pequeña, compuesta por dos escaleras —una que sube y otra que baja— y una ventana. Se encuentra justo detrás de la gran obra del Juicio Final de Miguel Ángel, en la pared donde también estaba pintado el fresco de Perugino con la Asunción, que ya no vemos, pero que podemos imaginar y que conocemos gracias a un dibujo. 

El cambio de vestidura en ese lugar expresa el profundo cambio en su existencia. En ese lugar, comprende que el oficio es más grande que la persona.  

El cardenal elegido es acompañado hasta esa puerta, bajo el Juicio Final, a la izquierda del altar, y desaparece con el maestro de ceremonias; y de allí sale con las vestiduras pontificias.