Religión en Libertad

La filosofía y su enseñanza: una vocación

La catedrática y experta en San Agustín y Simone Weil habla sobre su pasión por la Filosofía y su legado.

La muerte de Sócrates se convirtió en un símbolo del martirio por el libre pensamiento y la búsqueda de la verdad, inspirando a generaciones de filósofos y artistas.

La muerte de Sócrates se convirtió en un símbolo del martirio por el libre pensamiento y la búsqueda de la verdad, inspirando a generaciones de filósofos y artistas.

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Con una carrera dedicada a la enseñanza y la investigación, María del Carmen Dolby Múgica es una voz autorizada en el mundo de la filosofía. Catedrática de Filosofía en el IES Cantabria y profesora-tutora en el Centro Asociado de Cantabria de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, Dolby Múgica ha centrado su trabajo en figuras como San Agustín y Simone Weil, explorando temas como la búsqueda de la verdad, la virtud y la trascendencia. 

En esta entrevista, comparte su trayectoria, su pasión por la filosofía y cómo intenta transmitir su amor por la sabiduría a los alumnos, en un momento en que la reflexión filosófica es más necesaria que nunca.

-¿Cómo llegó a interesarse por la filosofía de san Agustín y qué le llevó a escribir “La búsqueda de la verdad y el bien en san Agustín”?

-Estudié Filosofía y Letras, sección de Filosofía, en la Universidad de Navarra. Allí recibí una buena formación en la filosofía aristotélico-tomista, en algunos autores de la filosofía moderna y en fenomenología.

»En ocasiones, sentía que recibía una filosofía excesivamente racional y, por ello, me fui interesando en la amplia corriente filosófica del existencialismo. Mi intención, en los últimos cursos de la carrera (hoy Grado), era hacer la Tesis Doctoral relacionada con esta temática. No obstante, me di cuenta de que para llevarla a cabo no solo necesitaba del idioma francés, sino también del alemán.

»Había estudiado francés y también inglés, pero ponerme al nivel de alemán requerido para una tesis me hubiera llevado años, antes de abordar la tesis doctoral. Hay que tener en cuenta que, aunque había traducciones al español, no eran igual que las que hoy tenemos y que una investigación seria requiere bucear en la lengua original.

»Con estas dudas en mi mente, hablé con mi profesor de Metafísica, Juan José Rodríguez Rosado. Él me sugirió que hiciera la tesis sobre la antropología de una de las figuras más importantes de la filosofía como Agustín de Hipona. Sus argumentos me convencieron. Aunque no todas las obras del autor estaban traducidas al español, hoy sí lo están; en la editorial BAC, podía leerlas en castellano, latín y francés.

»Así que me puse a ello y un año después de acabar la carrera de Filosofía, presenté mi Tesina (Memoria de Licenciatura) en la Universidad de Navarra con el título: “El hombre como imagen de Dios en San Agustín”.

»Ya en 1985 y después de muchas horas de lecturas de las obras de San Agustín y de libros de estudiosos del filósofo, presenté la tesis doctoral, en la misma universidad y con igual título.

»A partir de aquí, el profesor mallorquín Baltasar Coll Tomas me sugirió publicar un resumen de la tesis y lo hice para la revista Augustinus. Así empezaron mis artículos sobre diversas temáticas del autor, que fui publicando en revistas especializadas como la Revista Agustiniana, Pensamiento… y también escribí sobre el autor en libros y en cuadernillos para alumnos de bachillerato y presenté varias comunicaciones sobre San Agustín en congresos de filosofía.

»El primer libro que publiqué sobre San Agustín fue “El hombre es imagen de Dios. Visión antropológica de San Agustín”, en 1993 y en 2002 la segunda edición.

»Fue precisamente en unas Jornadas de Filosofía cuando un profesor, Juan Fernando Sellés, me sugirió reunir todos esos artículos por temáticas y publicarlos en forma de libro. En 2010 salió la primera edición de “La búsqueda de la verdad y el bien en San Agustín” en la editorial Isabor&AVK Verlag (Murcia&Marburg), sufragada íntegramente por mí. Pasados los años y movida por el interés de algunos profesores y alumnos, solicité a la Editorial Agustiniana una nueva publicación del libro, corregida y puesta al día. Por suerte, aceptó y el libro se publicó en 2024 con el mismo título.

»Los temas que allí trato son: las primeras indagaciones (el itinerario de la sabiduría); el deseo de dar alcance a la verdad o la lucha contra el escepticismo; la concepción antropológica agustiniana; teísmo o ateísmo y el legado agustiniano… Es una visión bastante general del pensamiento agustiniano, contrastado con otros autores.

»El título me vino sugerido por el propio Agustín, para el cual todo buen pensador, hoy diríamos también pensadora, debe arribar a la verdad y, por supuesto, al Bien al que dedicó Platón toda su vida.

-Su libro “Mi amistad filosófica con Juan Pegueroles. Un hombre sencillo que amó la Filosofía”, es un homenaje a un profesor y amigo muy querido. ¿Qué recuerdos y enseñanzas de Juan Pegueroles han tenido un impacto más duradero en su vida y obra?

-Voy a contestar con unas palabras que redacté tanto en su “In Memoriam” como en “Una breve introducción” al libro que escribí en colaboración con el profesor Eudaldo Forment. Él me dio los oportunos consejos para que saliera adelante este libro homenaje.

»Conocí al profesor Juan Pegueroles en los últimos años de la década de los setenta, en la Universidad de Deusto, donde impartía clases de Historia de la Filosofía. Yo acababa de terminar mis estudios de Filosofía en la Universidad de Navarra y me trasladé a Bilbao, donde redactaba mi tesina como trabajo previo al doctorado. La temática de la misma era “El hombre como imagen de Dios en San Agustín”.

»En la Biblioteca Loyola de la Universidad de Deusto, a la que acudía regularmente por su excelente biblioteca, me hablaron del profesor Pegueroles, al que consideraban como uno de los mejores conocedores de la filosofía agustiniana. De modo inmediato, concerté con él una cita y conversamos sobre nuestro filósofo Agustín de Hipona.

»Desde ese primer encuentro, comenzó nuestra amistad filosófica y espiritual que ha durado cuarenta años, hasta su muerte acaecida el 28 de marzo de 2019 en San Cugat del Vallés (Barcelona).

»Desde el primer momento lo consideré como mi maestro y profesor. Así me dirigía a él en cientos de cartas, correos electrónicos, llamadas y visitas. Él, a su vez, y sin haberme dado nunca clase, me consideró como su alumna. De ese modo me presentaba cuando iba a verlo, en mi visita anual, al Centre Borja donde vivía. He de decir que muchas personas acudíamos a visitarle en busca de una orientación filosófica y humana. Él siempre estaba dispuesto a recibirnos y a transmitirnos su sabiduría que siempre fue abundante.

»¿Cómo podría definir al profesor Pegueroles?, robándole las palabras a otro buen amigo suyo, el profesor Eudado Forment: «como un hombre santo y un sabio humilde». Así lo era. El profesor Juan Pegueroles vivió con profundidad y alegría su vocación filosófica y espiritual como jesuita.

»Era un hombre abierto, tanto a la filosofía clásica como a la moderna y contemporánea. ¡Cuántas veces me repetía!: «Por mi parte, estoy convencido de que todo gran filósofo, como toda gran artista, es un verdadero don de Dios a los hombres».

»El profesor Pegueroles nos enseñaba a estar a la escucha y descubrir tesoros de verdades en distintas filosofías. Me enseñó mucho sobre san Agustín y, abierto como estaba a otros pensadores, me introdujo en la filósofa Simone Weil (me la presentó), a la que sigo leyendo y estudiando.

»Como he dicho antes, todos los años iba a visitarle acompañada de una amiga, Luz-Marina, que le apreciaba mucho. Nos acercábamos al Centre Borja de los jesuitas en San Cugat del Vallès, donde vivía. Allí nos recibía el administrador, el hermano Miguel Rosique. Él, con su amabilidad, sencillez y buen hacer, nos hizo muy agradable la estancia mientras pudimos hospedarnos allí.

»La última visita que le hicimos al profesor Pegueroles fue en el mes de octubre de 2018. Acababa de cumplir 90 años, una década especial, y le llevamos varios libros de regalo. Siempre agradecido, nos dedicó más de una hora transmitiéndonos sus últimas lecturas y reflexiones. Justo cuando nos estábamos despidiendo, nos miró y nos dijo: “Hasta el año próximo o hasta la eternidad”.

»Descanse en paz y siga ayudándonos a sus alumnos y compañeros del mundo de la Filosofía. Aunque muchos nos sentimos huérfanos sin él, nos quedan sus escritos, su dedicación y esa sonrisa con la mirada viva y alegre de quien siempre supo transmitir un conocimiento filosófico o espiritual.

»Nos dio un regalo, unas palabras escritas de su puño y letra: «Un sencillo recuerdo de este encuentro en mis 90 años. Que el Señor os bendiga». (Joan Pegueroles, 19 de octubre de 2018).

»El libro ha llegado a las universidades jesuitas de Hispanoamérica y a varias bibliotecas y universidades españolas. Le envié un ejemplar al papa Francisco, que me agradecieron de su parte.

-En “Dialogando con Sócrates”, usted explora la figura de Sócrates en el contexto del siglo XXI. ¿Qué cree que Sócrates tendría que decir sobre la sociedad actual y cómo podemos aplicar sus enseñanzas en nuestra vida diaria?

-La figura y personalidad de Sócrates me ha cautivado desde que estudiaba Filosofía en la Universidad y, especialmente, desde que empecé en esta profesión-vocación de la Filosofía y su enseñanza.

»Sócrates encarna la misma Filosofía y es para mí un referente del talante filosófico y de un profundo amor por la Sabiduría, entendida como búsqueda de la verdad y de la virtud. Su modo de hacer Filosofía correspondía a la profunda convicción que Sócrates tenía de su misión, otorgada por el dios Apolo a través del oráculo de Delfos. 

»Estaba convencida de que debía ser como un pez torpedo o como ese pesado insecto de finales de verano, el tábano, y conseguir, como ellos, inquietar y despertar a los seres humanos de su letargo, en concreto a los atenienses. Ese vivir dormidos en el que se encontraban consistía en no preocuparse más que de las riquezas, el poder y la fama. Su objetivo no era otro que conseguir que los atenienses, por sí mismos, se aventuraran en otro mundo diferente, el de la Sabiduría.

»En 1995 escribí un libro titulado “Sócrates en el siglo XX”. Este nuevo libro: “Dialogando con Sócrates” no es una mera copia del anterior, pero sí reproduce el modo de hacer filosofía en Sócrates, a través del diálogo.

»A Sócrates, al que resucito metafóricamente, lo convierto en un guía que atraviesa los siglos para despertar conciencias y hacerles dirigir la mirada a lo verdaderamente importante.

»Sin perder profundidad, cuando Sócrates dialoga con los jóvenes en el siglo XXI, aborda diferentes temáticas. Al calor de los diálogos, se filosofa sobre cuestiones de gran calado que interesan a los jóvenes, a los adultos y, por supuesto, a las personas de hoy. Entre ellos, puedo resaltar los siguientes: el trabajo, la tecnología, la democracia, las utopías, las falsas ideologías, la necesidad de pensar, la libertad de expresión, el amor y la fidelidad, la cultura y el saber, las leyes, la belleza, las personas discapacitadas, las idolatrías y el tema de Dios.

»De este modo, la Filosofía se abre, al calor de los diálogos, a un abanico de cuestiones importantes para todo ser humano y, a través de las amables y a veces no tan amables conversaciones, se intenta llegar a la esencia, causas y solución de las mismas. Eso sí, en un diálogo siempre abierto a recibir nuevas perspectivas y que nunca da por terminado el objeto de sus reflexiones. Todo ello, de acuerdo con la finitud humana que, poco a poco y con mucho esfuerzo, va llegando a las llanuras en las que se encuentran verdades importantes para el ser humano.

»La gran mayoría de temas tratados fueron sugeridos por los mismos alumnos que asistían a mis clases. Ellos eran los primeros interpelados.

»Asimismo, en muchas de las presentaciones que he hecho del libro, a lo largo de estos años, he contado con un grupo de amigos, “los dialogantes”, que han llevado a cabo una dramatización de los diálogos socráticos.

»¿Qué nos puede seguir aportando Sócrates hoy, qué enseñanzas deberíamos tener en cuenta? Para responder a esta pregunta voy a traer las palabras que Platón pone en boca de Sócrates en su diálogo: “Apología de Sócrates". Solo tendríamos que cambiar “siendo ateniense” por siendo ciudadano de cualquier país del siglo XXI: “Mi buen amigo, siendo ateniense, de la ciudad más grande y más prestigiada en sabiduría y poder, ¿no te avergüenzas de preocuparte de cómo tendrás las mayores riquezas y la mayor fama y los mayores honores, y, en cambio, no te preocupas ni interesas por la inteligencia, la verdad y por cómo tu alma va a ser lo mejor posible? Y si alguno de vosotros discute y dice que se preocupa, no pienso dejarlo al momento y marcharme, sino que le voy a interrogar, a examinar y a refutar, y, si me parece que no ha adquirido la virtud y dice que sí, le reprocharé que tiene en menos lo digno de más y tiene en mucho lo que vale poco. Haré esto con el que me encuentre, joven o viejo, forastero o ciudadano, y más con los ciudadanos, por cuanto más próximos estáis a mí por origen. Pues, esto lo manda el dios, sabedlo bien, y yo creo que todavía no os ha surgido mayor bien en la ciudad que mi servicio al dios”.

-Como catedrática de Filosofía de Educación Secundaria y profesora-tutora en el Centro Asociado de Cantabria de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, ¿cómo ve la importancia de la filosofía en ambos niveles académicos y cómo intenta transmitir su pasión por la Filosofía a los alumnos?

-Empezaré por la Educación Secundaria, concretamente por el Bachillerato. La Filosofía que allí se enseña va destinada a alumnos en una franja de edad entre 16 y 18 años, aunque puede haberlos más mayores. En ese nivel académico, se enseña tanto una Introducción a la Filosofía como una Historia de la Filosofía.

»Lo primero que resalto, en el caso de la Historia de la Filosofía y de los diferentes filósofos, es que todos ellos buscan la verdad, el bien, la justicia, la belleza, a Dios y al sentido de la vida. Sin embargo, esa búsqueda racional se da a lo largo de muchas generaciones de pensadores, con sus aciertos y errores.

»Señalo también que algunas de las teorías que defienden no son contrarias sino complementarias. Intento evitar el escepticismo, al que califico de esclerosis mental.

»Intento, sobre todo, que reflexionen por sí mismos, que busquen siempre lo verdadero y que no se dejen manipular por la demagogia y las mentiras que circulan con fuerza en el mundo de hoy, a través de discursos, prensa, libros, cine y, cómo no, por las redes sociales. Les animo a leer, a estudiar antes de opinar sobre cualquier tema. A ser humildes y a no utilizar la Filosofía, la dialéctica como decía Platón, para triunfar sobre los demás sino para que conjuntamente alcancemos verdades.

»Me esfuerzo en ayudarles para que reflexionen lejos de ideologías con intereses espurios, a que pongan sus energías en lo verdaderamente importante en la vida, como decía Sócrates, en la verdad, en la virtud, en la mejoría del alma, en el bien y en la belleza. Y, sobre todo, intento hacerles ver que el ser humano está hecho para la trascendencia y, como decía Miguel de Unamuno, los hombres tenemos hambre de verdad de bien…, en definitiva, de Dios.

»Por supuesto, les quiero inculcar respeto por las ideas de los demás y yo misma lo hago ante alumnos que se definen como materialistas, pragmáticos o ateos.

»La verdad, el bien, la virtud, Dios… están agazapados para ser descubiertos al pensar, pero no se imponen. Cada uno de nosotros los debe descubrir.

»Lo mismo hago o he hecho con los alumnos del Grado de Filosofía en la Universidad. La única diferencia es de nivel, de mayor carga conceptual y de contenidos o, en otras palabras, de exigencia académica. Es así. Lo he visto por experiencia propia.

»En la Educación Secundaria, en la ESO, he impartido pocas horas, solo en 4.º. Allí también he intentado hacer reflexionar a los alumnos sobre los valores que deben guiar nuestras conductas. En definitiva, la Ética que fundó nuestro querido Sócrates.

»Hoy, ya como jubilada de ambos deberes académicos, sigo impartiendo cursos en el Centro Asociado de la UNED en Cantabria. Lo hago a lo largo del año, abiertos a todo tipo de participantes. Los titulo así: Dialogando con los filósofos griegos. Lecturas escogidas. Primera parte y dialogando con los filósofos del Medievo y del Renacimiento. Lecturas escogidas. Segunda parte.

»El espíritu que llevo a ellos es el mismo. La Filosofía, como todo saber, que se precie, busca la verdad, el bien, el señalar cuál es la auténtica naturaleza humana y cuál debe ser su tarea en la sociedad y su destino final. Me consta que, a muchos de los numerosos participantes en mis cursos, presenciales y on-line, se les ha abierto una nueva ventana, un nuevo horizonte personal.

»Es mi misión, como la de Sócrates. Hay personas que me preguntan cuándo me voy a jubilar y no entienden que nunca es posible jubilarse de una vocación, de una misión. Solo lo haré cuando mis fuerzas físicas o mentales no estén en condiciones o cuando me llegue la muerte.

-¿Cuál es su próximo proyecto filosófico y qué temas y autores la inspiran en este momento?

-Para responder esta última pregunta, me tengo que retrotraer a mi relación filosófica con el profesor Pegueroles. A mediados de los años 90, me presentó a Simone Weil. De inmediato, me puse a leer biografías sobre su vida y pensamiento y me introduje en sus obras. En 1999 y 2000, tuve la osadía de impartir dos cursos sobre ella en la Escuela de Filosofía de la Universidad del Zulia, en Maracaibo (Venezuela), lugar donde nací. Los cursos llevaban por título: “Simone Weil. Desarraigo y utopía” y “Filosofía política y compromiso intelectual”. Estaban centrados, sobre todo, en la parte histórico-política de la autora y causaron un gran impacto entre los alumnos que no habían oído hablar de la filosofía.

»Siguiendo esta misma trayectoria, en 2018 y 2019, estuve dando vueltas a una temática que me interesaba especialmente, cómo enfrentaron el nazismo estas tres filósofas: Edith Stein, Simone Weil y Hannah Arendt. Fruto de este interés mío fue el libro “Tres filósofas ante el nazismo. Edith Stein. Simone Weil. Hannah Arendt”, publicado en 2020, en plena pandemia. Para ello conté con la colaboración del profesor José Luis Caballero Bono, que redactó la parte de Edith Stein, y de la profesora Aránzazu Iturrioz, que escribió la de Hannah Arendt. Yo hice la de Simone Weil.

»Dicho esto, y aunque sigo leyendo a diferentes autores por mis cursos y continúo con san Agustín, mi proyecto actual, que no sé si seré capaz de llevar a término, es centrarme en Simone Weil, en su filosofía metafísica y religiosa, que corresponde a sus últimos escritos. Sería para mí un honor lograrlo y, de este modo, seguir difundiendo una vida y un pensamiento fundamentales para nuestro siglo XXI.

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