Misa de Parolin ante los peregrinos de Carlo Acutis: «Francisco nos envía un abrazo desde el Cielo»
El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, presidió una misa con decenas de miles de personas llegadas para el Jubileo de los Adolescentes, la canonización de Carlo Acutis y el funeral de Francisco.
La segunda misa de los Novendiales por el alma de Francisco fue presidida este domingo por el cardenal Pietro Parolin en el mismo lugar donde veinticuatro horas antes se celebraba su funeral. De no haber fallecido el Papa, esta fiesta de la Divina Misericordia, coincidente con el Jubileo de los Adolescentes, habría sido también la de la canonización de Carlo Acutis.
Dolor, tristeza y turbación
De ahí que la Plaza de San Pedro estaba llena de fieles llegados tanto para la elevación a los altares del joven italiano apóstol de la Eucaristía, como para las exequias de Jorge Mario Bergoglio.
La Plaza de San Pedro y aledaños mostraron una multitud llegada para el Jubileo de los Adolescentes y las exequias por Francisco.
Un 'baño de masas' que indudablemente dotó de un 'aura papal' a quien es uno de los grandes favoritos para ser elegido en el cónclave, cuyo comienzo, aún por fijar por las congregaciones de cardenales, se situará en la semana que comienza el 5 de mayo, una vez concluidos los Novendiales.
Y si en la misa funeral el cardenal Giovanni Battista Re pidió la intercesión de Francisco, situándole ya por tanto en el Paraíso, Parolin confirmó que "nos envía un abrazo desde el Cielo".
Antes de eso, en el comienzo de su homilía, Parolin comparó el estado de ánimo de los apóstoles en el cenáculo con el "de todos nosotros, de la Iglesia y del mundo entero", porque "el dolor de su partida, el sentido de tristeza que nos embarga, la turbación que percibimos en el corazón, la sensación de pérdida, todo esto lo estamos viviendo como los apóstoles acongojados por la muerte de Jesús".
Pero como el mismo Francisco reiteraba, dijo el secretario de Estado vaticano, "la luz de la Resurrección" es la que ilumina "nuestros corazones" y la responsable de la "alegría pascual" que el oficiante podía "casi tocar" en la plaza, "impresa en todos los rostros" de los "chicos y adolescentes que han llegado desde todo el mundo a celebrar el Jubileo".
"Con Él nunca estaréis solos"
Parolin quiso "hacerles sentir el abrazo de la Iglesia y el afecto del Papa Francisco, que habría deseado encontrarlos, mirándolos a los ojos, y pasando entre ustedes para saludarlos".
Les animó a "alimentar su vida con la verdadera esperanza, que tiene el rostro de Jesucristo. Nada será demasiado grande o demasiado arduo con Él. Con Él no estarán nunca solos ni abandonados, ni siquiera en los momentos más duros".
También recordó a Francisco, en relación a la Fiesta de la Divina Misericordia que se celebraba, que "la misericordia del Padre, más grande que nuestros límites y que nuestros cálculos, es aquello que ha caracterizado el magisterio del Papa Francisco y su intensa actividad apostólica, junto al deseo de anunciarla y compartirla con todos que fue el programa de su pontificado".
La homilía de Parolin reiteró la importancia de la misericordia en el magisterio de Francisco.
"Nadie puede poner un límite" al amor misericordioso de Dios, "con el que Él quiere volver a levantarnos y hacernos personas nuevas", continuó el purpurado: "Es importante acoger como un tesoro precioso esta indicación sobre la que el Papa Francisco tanto insistió... Nuestro afecto por él, que se está manifestando en estas horas, no debe quedar como una simple emoción del momento, debemos acoger su herencia y hacerla vida, abriéndonos a la misericordia de Dios y siendo nosotros también misericordiosos los unos con los otros".
Acoger y perdonar para crear un mundo nuevo
"La misericordia nos transporta al corazón de la fe", añadió, "porque la buena noticia del Evangelio es sobre todo el descubrirnos amados por un Dios que tiene entrañas de compasión y de ternura para cada uno de nosotros independientemente de nuestros méritos... Nosotros podemos levantarnos después de caer y mirar al futuro sólo si tenemos a alguien que nos ama sin límites y nos perdona. Y, por eso, se nos pide comprometernos a no vivir ya nuestras relaciones según criterios de conveniencia o cegados por el egoísmo, sino abriéndonos al diálogo con el otro, acogiendo a quien encontramos en el camino y perdonando sus debilidades y sus errores".
"Sólo la misericordia sana y crea un mundo nuevo, apagando los fuegos de la desconfianza, del odio y de la violencia. Esta es la gran enseñanza del Papa Francisco", reiteró Parolin, antes de afirmar que "a ustedes, a todos nosotros, al mundo entero, el Papa Francisco nos envía su abrazo desde el cielo".
