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La crítica del feminismo Abigail Favale analiza la obra cumbre de la teoría queer, «El segundo sexo»

Por qué «El segundo sexo» de Simone de Beauvoir transformó tanto a la gente de su generación

Simone de Beauvoir.

Simone de Beauvoir (1908-1986), exponente del feminismo contemporáneo y autora de "El segundo sexo".

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Cuando la teórica feminista Simone de Beauvoir publicó El segundo sexo en 1949, hacía solo 4 años que fue concedido el derecho al voto femenino en Francia. Entonces era difícil pensar que décadas después aquella obra determinaría las tendencias sociales, legales e incluso gubernamentales de Occidente, o que sus postulados serían empleados tanto para “empoderar” a la mujer como para anular su misma esencia con la distinción de sexo y género. ¿Cuál es el balance de El segundo sexo 75 años después? ¿Acertó en algunas de sus predicciones? ¿Es el feminismo surgido de El segundo sexo de corte marxista o más bien burgués y liberal? ¿Tenía la feminista alguna afinidad por la trascendencia?

La filósofa, escritora y académica Abigail Favale ha sido recientemente entrevistada por Public discourse en torno a la obra cumbre de quien considera “la feminista más influyente del siglo XX”. Fiel a su la contundencia y sinceridad que la caracteriza, la especialista en feminismo y autora de La génesis del género resalta a partes iguales las incoherencias de El segundo sexo con certeras predicciones y aciertos de De Beauvoir, e incluso los destinos que la existencialista francesa nunca se planteó conquistar.

Un libro precursor del aborto: “Lo que mina el cuerpo femenino es la angustia de ser mujer”

Por ejemplo, en el campo del aborto. Reconocido en Francia en 1975 bajo la ley Veil en la presidencia de Giscard d'Estaing, De Beauvoir ya lo exigió en el llamado Manifiesto de las 343, redactado por ella en 1971.

Ya años antes, la pensadora feminista sentó las bases ideológicas del mismo al considerar al propio cuerpo femenino como un problema, como hace en El segundo sexo:

“Lo que mina el cuerpo femenino es en gran parte la angustia de ser mujer. Vemos que, si la situación biológica de la mujer es para ella un obstáculo, es a causa de la perspectiva desde la que la percibe… El conflicto especie-individuo, que en el parto puede adoptar un aspecto dramático, da al cuerpo femenino una fragilidad inquietante. Se suele decir que las mujeres `tienen enfermedades en el vientre´; es cierto que encierran en ellas un elemento hostil: la especie las corroe”.

El planteamiento de De Beauvoir “convierte al cuerpo femenino en sí mismo un problema, un agente de opresión de las mujeres. Y por lo tanto, para superar esta opresión, las mujeres deben tener acceso a la anticoncepción y el aborto”, explica Favale.

The genesis of gender, de Abigale Favale.

The genesis of gender, obra cumbre en la que Abigale Favale enfrenta las tesis de género con la cosmovisión cristiana.

¿Interrupción? “Hay un comienzo absoluto y se `detiene´ su desarrollo”

Hablando del aborto, y aún siendo acérrima defensora del mismo, El segundo sexo tampoco elude la realidad del aborto o algunas de sus repercusiones negativas, como lo erróneo del término “interrupción voluntaria del embarazo” o el Síndrome postaborto, entre otras:

“Es posible que su deseo espontáneo sea quedarse con el hijo al que impide nacer; aunque no desee positivamente la maternidad, vive con malestar la ambigüedad del acto que realiza. Porque si no es verdad que el aborto sea un asesinato, tampoco se puede asimilar a una simple práctica anticonceptiva; ha tenido lugar un acontecimiento que es un comienzo absoluto y se detiene su desarrollo. Algunas mujeres se quedarán obsesionadas por la memoria de ese hijo que no ha sido”.

¿Qué es una mujer?

Uno de los aspectos más citados de El segundo sexo es el famoso “no se nace mujer: se llega a serlo”. Es parte de la respuesta que da De Beauvoir al preguntarse por lo que es una mujer, rechazando otras propuestas como la “visión cósmica y mítica de la mujer”, “la definición por su anatomía” o su descripción como “seres humanos que son designados arbitrariamente con la palabra mujer”.

Pero De Beauvoir, dice Favale, “no cree que ninguna de ellas ofrezca una explicación completa de lo que realmente significa ser mujer, que es lo que ella se propone hacer al considerar la dimensión histórica, la biológica, la psicológica, la religiosa, la política…”.

Precisamente la paradoja que remarca Favale de El segundo sexo radica en que De Beauvoir, buscando darle a la mujer la “objetividad” de la que carece -en teoría- ante el hombre, acaba por negar la identidad de la mujer afirmando la necesidad de su propia construcción.

No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico, económico, define la imagen que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; el conjunto de la civilización elabora este producto intermedio entre el macho y el castrado que se suele calificar de femenino…”.

De Beauvoir remarca la necesidad de construcción de la mujer al considerar que, mientras que “el hombre se piensa sin la mujer, ella no se piensa sin el hombre, la mujer es lo inesencial frente a lo esencial, el hombre es el sujeto, ella es el otro”.

El gran acierto De Beauvoir y “la mujer emancipada”

Favale reconoce que una de las partes favoritas de El segundo sexo y en las que admite “coincidir plenamente” con De Beauvoir es el capítulo de La mujer independiente.

En él, dice la académica, “crítica la idea de la mujer moderna y emancipada”, diciendo que “esta mujer supuestamente liberada no está libre de estereotipos restrictivos, sino que tiene que desempeñar con éxito tanto la masculinidad como la feminidad, papel que conlleva una doble carga”, explica ella.

Lo cierto es que Simone de Beauvoir tenía una influencia marxista en su pensamiento, lo que en el citado capítulo le lleva a afirmar que “sólo en el mundo socialista la mujer que acceda al trabajo tendría garantizada la libertad”.

Frente a ello, De Beauvoir observaba ya en su tiempo la realidad de que la mujer emancipada “necesitará ayuda, con lo que cuenta el empresario que le paga un salario de hambre. A veces, esta ayuda le permitirá mejorar su situación y conquistar una verdadera independencia; a veces, al contrario, abandonará su profesión para hacerse mantener. A menudo hará las dos cosas: se liberará de su amante con el trabajo y se evadirá del trabajo gracias a su amante; pero también conocerá la doble servidumbre de un oficio y de una protección masculina”. Una idea que, sin ser la misma, ayuda a comprender mejor la consideración de Chesterton del feminismo como "la idea tan absurda de que la mujer es libre si sirve a su jefe y esclava si ayuda a su marido". 

El segundo sexo, de Simone de Beauvoir.

El segundo sexo, obra cumbre de Simone de Beauvoir en torno al feminismo y anticipo de las doctrinas queer.

Un feminismo que quería ser marxista y acabó siendo liberal

Favale también advierte en repetidas ocasiones de las influencias revolucionarias en el pensamiento de De Beauvoir, que sin embargo no impregnaron de contenido las versiones dominantes del feminismo.

Explica que, aunque “hay una corriente marxista del feminismo influenciada por ella, lo que vemos es que sus ideales, que ella quería llevar en una dirección marxista, han sido llevados fundamentalmente en un sentido liberal. Estos valores que ella aprecia, como la autonomía, la libertad y el ejercicio de la voluntad, son muy adoptados por el feminismo, pero no necesariamente de una manera marxista”.

La diferencia de De Beauvoir y el feminismo moderno

En este sentido, Favale advierte de que De Beauvoir “no era una relativista moral” y que, por ello, surgen diferencias entre sus postulados del feminismo existencial y los del feminismo moderno.

Ella no dice que tú decides lo que quieres y que lo que quieras está bien. No dice `tú tienes tu verdad y yo tengo la mía´. Porque dice explícitamente que, por ejemplo, una mujer que elija ser una madre que se queda en casa lo está haciendo mal, está eligiendo no cumplir con su humanidad plena. Ella dice explícitamente que no quiere que las mujeres tengan esa opción, porque entonces más mujeres la elegirían y eso sería malo”.

Las contradicciones de De Beauvoir y El segundo sexo

Sin embargo, Favale se refiere a El segundo sexo como un libro “lleno de tensiones” y de “contradicciones”, a veces separadas por pocas líneas. Como ejemplos concretos, habla de la disertación de De Beauvoir sobre lo inmutable de la naturaleza: ya en la misma introducción, la filósofa francesa asegura que “la división de los sexos es un hecho biológico, no un momento de la historia humana”, pero pocas líneas más tarde agrega: “En realidad la naturaleza no es un hecho inmutable, como tampoco lo es la realidad histórica”.

Esta es solo una de las muestras de que en la obra de De Beauvoir “hay tensiones que no están totalmente resueltas” y que hace posible “leerlo de distintas maneras”. De hecho, agrega, “esa es una de las razones por las que su obra ha sido tan influyente. Diferentes corrientes del pensamiento feminista han tomado diferentes fragmentos de su obra y la han llevado en diferentes direcciones”.

¿Un anticipo del transhumanismo?

“Por eso hay momentos en los que parece inclinarse hacia una especie de realismo sexual. Pero hay otros momentos en los que parece negar que la diferencia sexual sea algo natural y argumenta que es algo que, de hecho, podría superarse. Creo que lo que probablemente ocurre es que está imaginando una sociedad en la que las mujeres sean capaces de conquistar su propia naturaleza a través de la tecnología, de modo que la diferencia sexual deje de ser inevitable”, comenta Favale.

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