«Las voces que dicen ser reveladoras está aumentando... Y muchas de ellas no son fiables»
¿Aparición divina o diabólica? 11 criterios de Michael O'Brien («El Padre Elías») para discernirlo

Galatea Béllugi, en el papel de una joven novicia cuyas supuestas visiones investiga un periodista escéptico en 'La Aparición' de Xavier Giannoli (2018).
A sus 77 años, el canadiense Michael O'Brien es un consagrado escritor de renombre mundial. Entre sus decenas de libros publicados, la icónica saga de El Padre Elías (Libros Libres) lo encumbró a la fama, transportando al lector a una distopía con mucho de El Señor del mundo en torno a la hipotética encarnación del Anticristo.
Pero junto a esta y otras trepidantes novelas y secuelas, O'Brien también ha elaborado relevantes aportaciones en torno a lo escatólógico como es El Apocalipsis: Advertencia, esperanza y consolación. Entrevistado por el periodista Pete Baklinski para Catholic World Report, advierte de que, entre el aumento de videntes y voces reveladoras cargadas de buenas intenciones, se esconden otras muchas cuyas motivaciones no solo “no son fiables”, sino que incluso podrían llevar a las almas por peligrosos derroteros.

Michael D. O'Brien, iconógrafo, pintor y escritor, es autor de numerosas novelas superventas, entre ellas 'El Padre Elías', 'Extraños y peregrinos' o 'El Padre Elías en Jerusalén'.
Preguntado genéricamente por las apariciones y profecías, O'Brien suscribe las apariciones y revelaciones aprobadas, pues “cualquier cosa que diga al respecto debe situarse en el contexto de que la profecía es un don del Espíritu Santo, y la Iglesia, a lo largo de los siglos, siempre ha sido bendecida por ella”.
Sin embargo, también considera como “innegable” que “el número de personas que afirman ser voces reveladoras está aumentando” en los últimos años. “Y muchas de ellas no son fiables”, menciona.
Entre las causas, apunta a “un clima de miedo creciente que afecta a todos los ámbitos de la sociedad, provocando nuestra ansiedad y empujándonos hacia el terror”.
“Instintivamente, las personas anhelan respuestas y protección contra el oscuro caos que se avecina”, convencidas “consciente o inconscientemente de que el conocimiento nos salvará”, explica, pudiendo caer fácilmente en tendencias gnósticas o adivinatorias.
Algo muy distinto a apariciones probadas como Fátima o los mensajes de los santos, en los que se aprecia “una sencillez constante, un llamado al arrepentimiento, a una mayor oración y sacrificio, y a la confianza en el triunfo final del bien sobre el mal. Estas gracias auténticas del Cielo nunca ofrecen un kit de supervivencia ni una guía para salvar nuestras vidas, sino que nos señalan el camino hacia la verdadera salvación”.
O'Brien menciona la “confusión doctrinal, teológica y moral entre los pastores” como otro de los ingredientes de un coctel que “crea una situación propicia para la entrada de lobos y ladrones”.
Para el escritor, “la confusión y la división son señales reveladoras de que el maligno está obrando”.
Estrategias astutas, política eclesial... ¿o enseñar la verdad?
Por ello, considera urgente que los pastores “se arrepientan y asuman la ardua labor que el Señor mismo les ha encomendado”, lo que “no significa [aplicar] estrategias astutas ni política eclesial”, sino “morir a uno mismo por el bien del rebaño; impartir la verdadera enseñanza y defender al rebaño cueste lo que cueste”.
También fue preguntado por si algunos de los que se presentan como videntes o receptores de revelaciones pueden ser “lobos y ladrones” o “simplemente delirantes”.
O'Brien subraya que no son pocos los videntes que publican mensajes cada día o semana, confía en que la mayoría de ellos “desean hacer el bien” y que “no nos corresponde juzgarlas ad hominem. Sin embargo, la Iglesia, incluyendo a los católicos, tiene el derecho y el deber de discernir diligentemente el contenido de los mensajes”.
Preguntado por algunos de los criterios que los fieles pueden emplear para empezar a discernir si los mensajes son de Dios, del hombre o incluso de Satanás, el autor de El Padre Elías llama en primer lugar a “aceptar con humildad” que los hombres son vulnerables al engaño.
Y como advierten los santos, “debemos reconocer que las experiencias místicas pueden ser generadas por opiniones y emociones humanas subjetivas que se manifiestan en la imaginación. También pueden ser incitadas por Satanás. Claramente, el más astuto de los demonios no tendría mucho éxito engañando a las almas fieles con falsedades flagrantes o incitaciones pecaminosas”.
De hecho, no son pocos los peligros de quienes, incluso sin saberlo, siguen a falsos profetas o acreditan falsas revelaciones. Especialmente alarmante es el espiritual.
“Si el "profeta" y las supuestas "revelaciones" son realmente falsas, incluso la persona más devota puede, sin darse cuenta, ser dirigida por espíritus adversos”, pasando gradualmente o sin darse cuenta “de la atención al Espíritu Santo y la confianza en la gracia a la dependencia de una voz oracular como guía ante los peligros de nuestro tiempo”.
“Este peligro también existe cuando las revelaciones parecen tener características legítimas, pero aún no han sido plenamente discernidas por las autoridades eclesiásticas. Las consecuencias pueden ser catastróficas”, advierte.
Los 11 criterios para analizar una aparición o revelación
¿Existe alguna forma de que los fieles puedan discernir personalmente esas apariciones o videntes para evitar el peligro? El autor de El Padre Elías señala algunas señales negativas que indican que la supuesta revelación es de origen humano o diabólico:
1. Contenido herético
Los supuestos “mensajes del Cielo” abogan por la herejía, la apostasía o el cisma, ya sea directa o indirectamente por implicación.
2. Las calamidades nunca llegan
Los mensajes proponen fechas para calamidades que se aproximan, y cuando dichas fechas pasan sin que la profecía se haya cumplido, la supuesta profecía es borrada de las publicaciones, o bien el “retraso” se racionaliza como que Dios concede más tiempo para que los mensajes del locucionista lleguen a un público más amplio.
3. Se alegra de experimentar fenómenos sobrenaturales
El vidente o locutor originalmente deseaba experimentar fenómenos sobrenaturales y se alegró cuando comenzaron y se complace de que continúen ocurriendo.
4. El vidente no tiene miedo a ser engañado
El vidente o locutor no experimenta ninguna sana cautela respecto a ser engañado, pues le falta el necesario “temor del Señor” que siempre está presente en los auténticos instrumentos de Dios.
5. Se autoproclama como mensajero de Dios
El vidente o locutor se identifica excesivamente con el supuesto rol de mensajero divino. Su sentido de valía depende de ello, una especie de autovalidación.
6. El vidente es un gran narcisista o no ha sanado heridas
El vidente o locutor es muy religioso, pero temperamentalmente es una “gran personalidad”, o emocionalmente herida, que busca llamar la atención sobre sí mismo (o permite que otros lo exalten).
7. Busca no ser evaluado por la Iglesia
Alternativamente, el vidente o locucionista elige permanecer anónimo para evitar la evaluación de la autoridad eclesial competente (en contraste con aquellos que desean permanecer anónimos ante el público por razones de humildad, pero permanecen en comunicación privada con su obispo y en absoluta sumisión a su autoridad).
8. Si no se valida el mensaje, dice que el diablo ha infiltrado la Iglesia
Si la obra de un vidente es censurada por las autoridades eclesiásticas competentes, éste justifica la desobediencia alegando que la Iglesia está infiltrada por el diablo, que desea bloquear la misión del vidente o locucionista de salvar almas.
9. Uso de expresiones excesivamente emotivas o coloquiales
Los supuestos mensajes abundan en lenguaje devocional, pero en ocasiones caen en expresiones excesivamente emotivas. Además, si las supuestas palabras de Cristo, la Virgen María, los santos y los ángeles se expresan en términos trillados o coloquiales y expresiones idiomáticas absurdas, esto indica que gran parte, si no toda, de la supuesta inspiración proviene de las emociones y la imaginación internas del vidente.
10. El vidente se ve influido por otros videntes o mensajes
El vidente o locutor se ve influenciado consciente o inconscientemente por la lectura o la escucha de los mensajes de otras personas con ideas afines. Existe una necesidad psicológica de seguir siendo una voz importante para el Cielo, y por lo tanto, la necesidad constante de nuevo material, que se obtiene mediante lo que podría llamarse polinización cruzada.
11. Aplican el marketing a la difusión de los mensajes
Existe una mentalidad de marketing en la difusión de sus mensajes: venden libros de mensajes recopilados y demás parafernalia religiosa asociada, con la garantía de que estos los salvarán de las tribulaciones venideras. Por supuesto, los escritos de los santos y las revelaciones privadas aprobadas por la Iglesia también se publican ampliamente, pero, en contraste, invariablemente se centran en el crecimiento espiritual y no ofrecen garantías.