Religión en Libertad
Evangelizar es mostrar la persona de Cristo vivo tal como Él es. En la imagen, una obra del pintor coreano Yongsung Kim.

Evangelizar es mostrar la persona de Cristo vivo tal como Él es. En la imagen, una obra del pintor coreano Yongsung Kim.

Creado:

Actualizado:

Hace unos días hablaba con un párroco amigo mío que me comentaba su preocupación al recibir peticiones de primera comunión o bautizo de los hijos de personas que de facto eran paganas y que ya no recibían más sacramentos. Y me decía que él creía que era debido a que él evangelizaba a personas que suponía católicas, pero que en realidad no tenían ningún fundamento en la fe católica.

Al abordar esta problemática tan abundante en la actualidad, es frecuente comenzar a pensar en métodos más eficaces, en discursos más persuasivos o en el uso de medios más didácticos. Pero el problema de la evangelización en el siglo XXI es más profundo y complejo que eso.

La causa de este divorcio entre la Iglesia y el resto de la sociedad no es nada sencilla. Encontrar la raíz de este fenómeno, o al menos arrojar un rayito de luz sobre él, es lo que intentaré en estas líneas.

En los años pretéritos, la evangelización tenía un sustrato común para toda la humanidad basado en la filosofía realista de Tomás de Aquino. Con sus distintas peculiaridades, propias de su propia identidad y circunstancias, las ideas tenían una correspondencia en las distintas culturas, que hacían posible el diálogo entre los hombres.

La Ilustración aportó la idea de que el hombre es libre, dotando a este término de un significado tan amplio como cada cual quisiera. La batalla por la libertad se planteó entonces como un enfrentamiento entre la razón, la dueña de la libertad, y la Iglesia como negadora de esa libertad.

Planteadas así las cosas, el esfuerzo de ambas corrientes se centró en convencer al otro de que sus tesis eran mejores que las del contrario, sin llegar a mantener un diálogo constructivo al no partir de una base común.

La concepción postmodernista actual da un paso de no retorno, al proponer que el crecimiento cultural sólo es posible si se rompe con todo lo anterior, siendo la novedad el único parámetro válido a tener en cuenta. Surge así una sociedad de impactos, donde la aspiración de los jóvenes es llegar a ser influencers. La humanidad queda así expuesta a la subjetividad de sus emociones.

Benedicto XVI no entra en esa batalla, intuyendo que la solución no es la supremacía de una corriente sobre la otra, sino que abre una nueva vía proponiendo la razón del Logos como guía de la humanidad. Sobre esta idea desarrolla su propuesta de evangelización, llegando a declarar que lo más razonable para el hombre es vivir como si Dios existiera. La religión, el vivir ligado al Logos, es una liberación para la humanidad caída. El hombre solo puede crecer como ser que se entiende a sí mismo en relación con el Logos y entender a los demás como sujetos de relaciones personales.

No hacerlo así lleva a que la soledad del yo sea la que marque el rumbo hacia ninguna parte. El yo, que es la percepción que tenemos de nosotros mismos, se convierte así en el rumbo a seguir cada segundo, centrándonos en el ahora del movimiento, y es en este campo del yo donde juegan la mayoría de las antropologías sin ofrecer una salida trascendente a la persona. Para esas antropologías el hombre sólo se distingue de los demás por los impactos en su naturaleza, que han de crecer en intensidad hasta llegar a destruir al propio hombre. Final de trayecto para la libertad.

Bajo este esquema, lo poco que podemos hacer para evangelizar es dar consejos o testimonios que puedan ser aceptados por el otro.

Cabe preguntarse si es posible alguna otra alternativa. Esa alternativa debería ser para todos los humanos, creyentes o no, por lo que se debe situar más como una antropología que como una teología. Debería centrarse en quién es el hombre, para que pueda ser un instrumento que vivifique la vida intelectual de cada persona.

La propuesta de Benedicto XVI, desde la teología, es clara y novedosa: la religión católica no es la religión de un Libro ni tampoco es fideísta. La religión católica, la que mostró Jesucristo a su paso por la tierra, está basada en una persona viva y es totalmente acorde al razonar de los hombres.

Casualmente, en el campo de la filosofía aparece un filósofo español, coetáneo de Benedicto XVI, que, aunque no tienen los mismos orígenes filosóficos, encuentran ambos una propuesta muy similar para el hombre del siglo XXI.

Ese filósofo propone un cambio radical en la concepción del hombre, al descubrir que la única facultad del hombre que no está limitada es el conocer. Por lo tanto, esa no limitación nos puede llevar a conocer lo que está más allá del ser, es decir, lo que trasciende al ser. Para Leonardo Polo, que ese es el nombre del filósofo, lo que trasciende son tres actividades: El Acto de ser-con que es Libertad, el Conocer personal y el Amar personal.

Esta propuesta filosófica, accesible con la sola inteligencia, sitúa a la libertad como la base del ser humano: libertad para conocer el bien y para amar el bien conocido. Esto nos permite enfocar con mayor claridad el cómo evangelizar. Lo que la sociedad actual nos demanda es un esqueleto filosófico, un modelo de persona, que muestre la grandeza de cada ser humano como criatura directa del Creador (o Identidad Originaria en términos filosóficos) por la que cada uno de nosotros somos distintos y únicos.

Evangelizar es mostrar, y lo que somos verdadera y radicalmente, según la propuesta de Polo, es que somos hijos. Seres que no tenemos la existencia por nosotros mismos sino recibida de otros. Existimos al recibir el acto de ser del Creador junto a la esencia recibida de nuestros padres.

Arranca aquí una propuesta de evangelización novedosa basada en la libertad. Esa Antropología Trascendental, que así la denomina Polo, ofrece una base filosófica con la que afrontar los retos de una humanidad que camina envuelta en la ideología postmoderna como forma de pensar y en la tecnología y la ciencia como sustratos del vivir, para finalmente vivir como ovejas sin pastor.

Evangelizar no es cuestión de métodos, ni de márkerting, ni de nuevas propuestas. Es sencillamente mostrar la persona de Cristo tal como es Él. Claro que para conocer a la persona de Cristo no la podemos reducir a una sustancia, como un qué, sino conocerla como un quién. Un Quién que es la Libertad máxima en sí mismo, al coexistir filialmente con el Padre en el Amor del Espíritu Santo.

tracking