Religión en Libertad

Se necesitan hombres no prácticos

Un diálogo con Abel Miró i Comas, experto en metafísica y filosofía medieval, sobre la relevancia de la fe y la razón en la sociedad actual

El Dr. Abel Miró i Comas

El Dr. Abel Miró i Comas

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Abel Miró i Comas es un destacado experto en metafísica y filosofía medieval, con una sólida formación académica y una profunda pasión por la búsqueda de la verdad. 

Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona, donde obtuvo el premio extraordinario de final de carrera, Miró i Comas ha dedicado su carrera al estudio de la filosofía de Tomás de Aquino y su metafísica de la belleza. Como profesor en la Universidad de Barcelona y en la Universidad Internacional de Catalunya, ha compartido su conocimiento con generaciones de estudiantes. 

En esta entrevista, Miró i Comas nos habla sobre la importancia de la filosofía y la teología en la formación de líderes y ciudadanos comprometidos, y cómo estas disciplinas pueden contribuir a la comprensión actual de la belleza y la estética.

-Como profesor de la Universidad Internacional de Catalunya y de la Universitat de Barcelona, ¿cómo cree que la enseñanza de la teología y la filosofía puede contribuir a la formación de líderes y ciudadanos comprometidos con la sociedad?

-En nuestro tiempo, como observó genialmente G. K. Chesterton en su libro "Lo que está mal en el mundo", ha prosperado la idea según la cual, cuando las cosas van muy mal, necesitamos un hombre práctico, un técnico, una persona «eficiente». Según el escritor británico, sería más acertado decir que, cuando las cosas van muy mal, necesitamos un hombre no práctico, un teórico o contemplativo

»El argumento es el siguiente: un hombre práctico o mañoso está acostumbrado a la simple práctica diaria, al funcionamiento normal de las cosas. Es capaz, indudablemente, de solucionar problemas ligeros, pero no uno de grave o estructural. Para ello, se requeriría la intervención de un individuo —un pensador— que poseyera una doctrina sobre por qué las cosas no funcionan, es decir, por qué no se comportan de acuerdo con su fin. Éste es, precisamente, el rasgo distintivo del teórico: el apuntar hacia el objetivo o fin. 

»Lo propio del filósofo y del teólogo es estudiar el fin, pero no un fin particular —como hace el economista, el ingeniero o el político—, sino más bien el fin universal de todas las cosas, el porqué último de todo lo que hay, que es, como afirma Santo Tomás de Aquino, la verdad. Pero no una verdad cualquiera, sino aquella que es el primer principio de todas las cosas, en definitiva, Dios. En la contemplación de la verdad divina consiste el bien supremo del hombre, su felicidad. 

»Tanto el filósofo como el teólogo se encargan de estudiar el fin último de todas las cosas, aunque lo hacen por vías distintas, el primero con las solas fuerzas de la razón humana, y el segundo, tomando como punto de partida la Revelación. La contribución de la filosofía y de la teología en la formación de líderes y ciudadanos comprometidos con la sociedad» es fundamental, ya que sólo quien conoce el fin último al cual se ordenan todas las cosas puede disponer los medios adecuados para alcanzarlo. 

»Mi maestro, el Dr. Eudaldo Forment, lo expresa con gran claridad en su última obra, Compendio de filosofía tomista, publicada por la editorial San Román: «Todo está referido a la persona, todo es un medio para un único fin, la felicidad de la persona, su bien, en esta vida y en la que seguirá». 

»No puede haber disonancia entre el fin particular intentado por los distintos profesionales y el fin último del universo; sólo cuando se da esta harmonía podemos hablar, en rigor, de una gestión «eficaz» o «eficiente». Para dirigir un estado, una empresa o una universidad, lo más importante no es saber economía, sino filosofía —y la filosofía, en su sentido más elevado, es metafísica— y teología.

"Les arrels tomistes i agustinianes de l’estètica de Josep Torras i Bages", de Abel Miró i Comas

-Su libro "Les arrels tomistes i agustinianes de l'estètica de Josep Torras i Bages" explora la influencia de Santo Tomás y San Agustín en la estética de Torras i Bages. ¿Cómo cree que esta influencia puede ser relevante para la comprensión actual de la belleza y la estética?

-Una de las ideas centrales de la estética de San Agustín y de Santo Tomás —y que por ser verdadera es permanentemente actual— es que en nuestro espíritu se encuentra una disposición permanente a percibirse a sí mismo como bello, y que esta disposición —que en lenguaje filosófico diríamos que consiste en un conocimiento «habitual»— se actualiza o realiza plenamente cuando captamos la belleza de un objeto exterior. 

»La experiencia estética consiste en percibir una conexión connatural, una afinidad, una sintonía, entre nuestra propia belleza —que tiene su fundamento en aquello que hay de más íntimo y profundo en nosotros, que es una refulgencia de la Luz divina— y la belleza de la cosa —que se funda en esta misma refulgencia, de la cual participa en una proporción mayor o menor dependiendo de su naturaleza. 

»Esta doctrina agustiniana y tomista la sintetiza muy bellamente el obispo tomista José Torras y Bages (1846-1916) diciendo que la aprehensión de la belleza consiste «en percibir el eco de la voz del Infinito hablando en las cosas». Si en nuestro espíritu no estuviera impresa esta «voz del Infinito», seríamos incapaces de reconocerla en las cosas. 

»Tratar de desvincular la experiencia estética del Infinito, según el filósofo catalán, carece de sentido: «Así como la luz física se apaga cuando está fuera del aire, así también la luz misteriosa que da a una cosa el carácter estético, se desvanece cuando se la separa de la inmensidad del horizonte que forma lo Infinito». 

»No existe un arte ateo; por más que el artista sea ateo, su obra tiene carácter estético o artístico en la misma medida que no es atea. Toda obra de arte propiamente dicha apunta, por una vía distinta, hacia el mismo objetivo que la metafísica: hacia el porqué de todo lo que es, hacia el sentido último de la realidad, hacia el fin universal. El arte genuino, dejando de lado las creencias de su autor y la coherencia de su vida personal, es siempre un camino hacia Dios. Muchas veces ocurre que el artista es más sincero consigo mismo cuando crea que en el resto de su vida ordinaria.

Breu tractat de la tranquil·litat de l'ànima: Traducció, introducció, comentaris i notes a càrrec d’Abel Miró (L'ALENADA)

Breu tractat de la tranquil·litat de l'ànima: Traducció, introducció, comentaris i notes a càrrec d’Abel Miró (L'ALENADA)

.Recientemente ha publicado "Breu tractat de la tranquil·litat de l'ànima", una edición crítica de la obra de San Miguel de los Santos. ¿Qué cree que es el mensaje principal de esta obra, y cómo puede ser aplicada en la vida diaria de los lectores?

»El mensaje principal del Breve tratado de la tranquilidad del alma de San Miguel de los Santos (1591-1625) es que, para llegar al «estado de perfección», que consiste en «querer lo que Dios quiere que queramos», debemos purificar nuestros «sentidos, potencias, pasiones y sentimientos». Basta observarse a uno mismo con honestidad, para darse cuenta que en nosotros hay una tendencia innata al mal, a rebelarse contra el gobierno que la razón iluminada por la fe está destinada a ejercer sobre nuestras vidas.

»El deseo desordenado de los bienes inferiores —como el poder, las riquezas o los placeres— no sólo nos induce a ser desobedientes a Dios, sino también a nosotros mismos, en la medida que la razón se comporta como vicario de Dios en el hombre. Esta rebeldía interna explica que, muy a menudo, fallemos y obremos el mal que no queremos obrar. Para salir de este estado de inquietud y elevarnos hacia la «tranquilidad del alma» es imprescindible purificar nuestra naturaleza sensible para que devenga dócil a los mandatos de la razón; debemos pasar por aquello que San Juan de la Cruz llama «la noche del sentido». 

»Una vez se ha producido esta depuración, el hombre ya está en condiciones de ser dócil a las mociones divinas, de «querer lo que Dios quiere que quiera». Los que llegan aquí, dice San Miguel de los Santos, se distinguen porque obran con tanta perfección que parecen imposibilitados para obrar mal. 

»Por esta razón, «no se puede decir que cuando ellos ven, oyen y hablan, son ellos los que ven, oyen y hablan, por ser su ver, su oír y su hablar ajeno de toda imperfección; sino que Dios es el que en ellos ve, oye y habla tomándolos por instrumentos suyos para ver, oír y hablar». Es importante remarcar que esta sujeción a las mociones divinas también permite al hombre ser obediente a sí mismo, pues la máxima autonomía en la creatura racional es la máxima sujeción a Dios.

-Usted sostiene que la mística de San Miguel de los Santos coincide con la teología de Santo Tomás. ¿Cómo cree que esta coincidencia puede ser un recurso valioso para la comprensión actual de la espiritualidad y la teología?

-Le agradezco que me haga esta pregunta, porque permite recordar que Santo Tomás, aparte de ser un gran intelectual, fue un gran místico. Como remarca el profesor Eudaldo Forment en su libro Santo Tomás de Aquino. Su vida, su obra y su época, el Aquinate había sido visto muchas veces en éxtasis y con el fenómeno extraordinario de la levitación. En este punto, tiene una estrecha conexión con San Miguel de los Santos: en su proceso de canonización encontramos numerosos testimonios de raptos, levitaciones y otros fenómenos extraordinarios. 

»Uno de los primeros en reivindicar al Doctor Angélico como maestro de espiritualidad fue un contemporáneo de San Miguel, el dominico del convento de Santa Catalina de Barcelona Tomás de Vallgornera (1596-1665), conocido internacionalmente como autor de la obra Mystica Theologia Divi Thomae. En esta obra, se refiere al Aquinate como «Príncipe de las dos teologías», es decir, de la escolástica y de la mística, y afirma que en sus obras la doctrina mística no está separada o desconectada de la escolástica, sino como pegada o adherida a ella. 

»Es muy importante tener en cuenta esto para comprender el «tomismo» de San Miguel de los Santos. El Patrono de la ciudad de Vic, con su Breve tratado, expresa la doctrina de Santo Tomás acerca de las mociones o influjos de Dios sobre la libertad humana, pero no lo hace con el lenguaje de la filosofía escolástica, sino con el de la experiencia espiritual, de la vivencia mística. No sólo conocía San Miquel de los Santos la metafísica de Santo Tomás, sino que además la «vivía».

-¿Qué cree que es el papel de la Iglesia en nuestra sociedad, y cómo piensa que puede ser un agente de cambio y transformación en el mundo, especialmente en el contexto de la crisis actual?

-Esta es una pregunta muy difícil. Desde mi posición, que es la propia de un laico, creo que el mejor medio del que dispongo para contribuir a que la Iglesia pueda ser un «agente de cambio y transformación en el mundo» es rezar y, muy especialmente, rezar el Rosario en familia

»La restauración cristiana del orden social no podrá efectuarse sin una restauración previa de su célula básica, que es la familia, y para ello, el instrumento más eficaz del que disponemos, como señaló con gran acierto Torras y Bages, es el culto doméstico, que encuentra su fórmula más adecuada al estado secular en el Santo Rosario. 

»Permítame que les lea un fragmento muy actual de su carta pastoral "El eterno Rosario": «Nosotros creemos que la restauración de la familia cristiana no se efectuará, de un modo sincero y sólido, hasta que el Rosario sea otra vez la oración común de la familia, el culto doméstico a Dios Señor Nuestro: y como las familias son los elementos esenciales, las células primitivas, como ahora dicen, de la sociedad, toda reconstrucción pública debe venir por medio de la edificación de la familia […]. Por esto consideramos que contribuye más a la reconstrucción social el humilde sacerdote que introduce la práctica de decir todos los días devotamente el Santo Rosario en doce casas, que el sabio que escribe doce artículos de sociología». 

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