Religión en Libertad

Aunque no se sabe si estaba consagrada o no, hay cuatro indicios que apuntan a que lo estaba

La historia de Randy, el católico que salvó la hostia de los satanistas en el ritual de Kansas

Imagen que muestra a Randy segundos antes de lanzarse a rescatar la hostia que el satanista Michael Stewart, de traje, se disponía a continuar profanando.

Imagen que muestra a Randy segundos antes de lanzarse a rescatar la hostia que el satanista Michael Stewart, de traje, se disponía a continuar profanando.

José María Carrera Hurtado

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Desde el pasado viernes 28 de marzo, día en que la organización satanista Satanic Grotto trató de llevar a cabo un ritual de consagración a Satán en el capitolio de Kansas (EEUU), venimos informando de un hombre que valientemente trató de impedir el acto y rescatar lo que parecía una hostia empleada en el ritual.

Desde entonces, multitud de dudas se encontraban aún sin respuesta. ¿Quién fue aquel valiente personaje aparentemente ataviado como el resto de satanistas presentes? ¿Qué le motivó a hacer lo que hizo? ¿Estaba consagrada la hostia?

Se trata de preguntas que Tradición, familia y propiedad, una de las organizaciones católicas convocantes del “escrache”, reparación y protesta frente a los satanistas, respondió detalladamente en un artículo informando del desarrollo del evento en el capitolio de Kansas.

Según TFP, el protagonista de la historia apodado como “el San Tarsicio moderno” fue Randy, un católico casado, padre de familia, empleado del sector de la construcción y con experiencia militar que había acudido al ritual simulando ser uno de los satanistas. Enterado del juramento de Stewart de que no había robado ninguna hostia, desconfiaba de que el luciferino fuese sincero al respecto, lo que pareció confirmarse al inicio del evento.

“Definitivamente no fue robada de la Iglesia Católica, no es una hostia consagrada”, dijo sarcásticamente ante las risas de sus seguidores.

Unas palabras que no hicieron sino confirmar sus sospechas de que lo que Stewart mostraba al público podía tratarse de algo más que una imitación. Entonces la elevó, la partió por la mitad y la lanzó al suelo dispuesto a pisarla.

Las imágenes de lo sucedido a continuación dieron la vuelta al mundo. Randy, sin apenas tiempo de reacción y a pocos metros de Stewart, corpulento, en apariencia uno de los satanistas y hasta ese momento rezando en su interior, entró en acción.

Las imágenes muestran a Randy hasta el momento en que se tira al suelo, perdiendo durante unos segundos el transcurso de los hechos. Relata que cuando se lanzó, trató de mantener su atención en los fragmentos y partículas, esperando que las fuertes ráfagas de viento no jugasen en su contra. De hecho, gracias a esto último la hostia se movió unos centímetros de su localización, alejándose de la trayectoria de la pisada que preparaba el satanista. Entonces Randy aprovechó para recuperar los fragmentos, viendo como uno de ellos era rozado por Stewart, que impidió que lo pisase por completo.

Entonces Stewart levantó su zapato y el católico pudo recuperar y consumir lo que todavía no sabía si era una hostia consagrada o no. En ese momento calcula que había consumido tres cuartas partes de la hostia, partida en múltiples fragmentos en el suelo que buscaba y recibía sin pausa mientras el satanista le pateaba y propinaba puñetazos contra el asfalto. Con todo, la experiencia militar, su empleo en la construcción y, especialmente, lo que define como la “protección de San Miguel” permitieron al católico sobrellevarlo y cumplir su objetivo. “Los golpes le dolían menos de lo normal”, describe TFP.

¿Consagrada o no?

Se ha especulado mucho en torno a si la hostia rescatada de manos de los satanistas estaba consagrada o no. Randy contó que estuvo en el capitolio, donde iba a tener lugar el ritual, desde la noche antes. Allí rezo durante horas, pidiendo la certeza de saber si estaba consagrada, pero esta no llegaba. Randy decidió actuar de todos modos.

“El riesgo de dañar el cuerpo, sangre, alma y divinidad del Santísimo Sacramento era demasiado grande como para no hacer nada”.

Sin embargo, durante el acto, tuvo varios indicios que apuntaban a que la empleada por Stewart era una hostia consagrada.

Por ejemplo, la forma en que estaba envuelta por el satanista, en dos bolsas y cubierta por una funda de terciopelo, muy distinta a las repartidas a los asistentes al ritual en el llamado “kit de misa negra”.

El segundo dato que le hizo sospechar fue la risa generalizada entre los seguidores de Stewart cuando este aseguró que no era robada. Lo que cree que confirmó sus sospechas fue la reacción del satanista ante la intervención de Randy. Si no estuviese consagrada, podría haber cogido cualquiera de las que tenían los satanistas, pero reaccionó violentamente y cuando Randy la recuperó, el ritual finalizó de inmediato.

Tras el acto, ambos fueron retenidos en el mismo lugar, donde se encontraron frente a frente a pocos metros y Randy comenzó a rezar la oración al arcángel San Miguel ante la inexpresividad de Stewart, ahora sumiso a las autoridades. Poco después, el católico fue puesto en libertad sin cargos y se puso a disposición de las autoridades para colaborar cuando Stewart deba enfrentarse a la justicia: tras la intervención de Randy, Stewart accedió al interior del capitolio dispuesto a proseguir el ritual, tras ser advertido de que sería arrestado, lo que finalmente sucedió tras acceder y agredir al personal. 

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