El evento organizado por Napa Institute fue un año más todo un éxito de convocatoria
5.000 fieles y devotos recorren las calles de Nueva York por la procesión eucarística de 2025

Un instante de la procesión eucarística del Instituto Napa, en Nueva York, el pasado 14 de octubre.
Un año más, miles de fieles han recorrido las calles de Nueva York en el contexto de la procesión eucarística que cada año impulsa el Instituto Napa, organización dedicada a la formación de líderes católicos en Estados Unidos. En esta ocasión, fueron en torno a 5.000 asistentes al evento el 14 de octubre.
Comenzó con una Hora Santa y meditación presidida por el cardenal Giorgio Marengo y el P. Ambrose Criste, en la catedral de San Patricio. El edificio, icono de “la ciudad que nunca duerme”, acogió minutos después la misa presidida por el cardenal Sean O'Malley.

Un grupo de sacerdotes, durante la procesión eucarística de Nueva York de este 2025.
Comenzaba entonces una procesión con miles de fieles que sorprendían a los peatones de lugares tan reconocibles como la 7ª o la 5ª Avenida, pudiendo verse entre los asistentes a Jonathan Roumie, intérprete de Jesús en The Chosen.
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“Lo que hacemos aquí como católicos, de alguna manera, puede dar alma a la ciudad. Puede ayudar a la gente a ver que hay esperanza y que hay cosas que, sin importar la adversidad que enfrentes en la vida, puedes superarlas”, expresó Mark Rohlena, presidente del Instituto Napa. “Es asombroso ver las reacciones de la gente en la calle cuando Jesús les muestra el camino”.

Un instante de la procesión eucarística organizada por Napa Institute.
Antes de la marcha, el cardenal Giorgio Marengo, Prefecto Apostólico de Ulan Bator, recordó un robo que sufrió la Iglesia en Mongolia, 2003, cuando forzaron la puerta de una de las salas, accedieron al sagrario y robaron una pequeña custodia. Al denunciar el robo, el cardenal recordó que la policía pidió una descripción y el catequista no pudo hacerlo de otro modo que con estas palabras: “Lo más preciado que tenemos. Pan ácimo, fino”. Un pan consagrado, dijo el cardenal, que es “el tesoro inconmensurable de la Iglesia, la presencia real de Cristo, el Señor, entre su pueblo”.
A las palabras del cardenal siguieron las del sacerdote Ambrose Criste, sacerdote norbertino de la Abadía de San Miguel en el condado de Orange, California, cuyo mensaje social pretendió despertar la conciencia de la “Gran Manzana” empresarial de Nueva York.
“Hay hambre de amor como hay hambre de Dios. No hay nada en este planeta, nada en todo el país, nada en todo el universo que pueda superar el valor de la Sagrada Eucaristía. No hay nada que pueda darnos vida, nada más que pueda saciar nuestra hambre de amor”, expresó al hablar de la particular pobreza espiritual de Occidente.

El sacerdote Ambrose Criste, en sus palabras previas al comienzo de la procesión eucarística Zach Fiedler, Napa Institute.
La cruz, "lo más difícil que he hecho como actor"
Más tarde, Jonathan Roumie sorprendió a los asistentes al evento, con un discurso que comenzó aludiendo a la famosa frase de Carlo Acutis, “la Eucaristía es mi camino al Cielo”.
“No es necesario ser Jesús en la televisión para serlo en el mundo que nos rodea”, continuó el actor, que invitó a los presentes a lograrlo “incorporando la Eucaristía a nuestra vida diaria, como San Carlo”.
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“Esto se convirtió en mi propio proyecto durante los últimos seis meses, rodando la penúltima temporada de 'The Chosen, Temporada 6', que terminamos hace un mes. Se centra en la crucifixión. Fue, sin duda, lo más difícil que he hecho como actor y como cristiano. La intensidad de representar la pasión, el sufrimiento y la muerte de Cristo en la cruz me desafió y requirió una fuerza que yo, por mi cuenta, no poseo, solo Cristo mismo", dijo.

Jonathan Roumie, durante su intervención en a catedral de San Patricio.
Tanto fue así que su única forma de mantenerse en pie fue yendo a misa tan a menudo como le fuese posible.
“La confesión, la Eucaristía y la adoración se convirtieron en mi alimento y bebida. Sin ellas, seguramente habría muerto de hambre y perecido: habría perecido en el abismo de mi propia aproximación mental a la crucifixión y muerte de nuestro Señor. Pero al buscar la sanación de las profundas heridas del pecado mediante el sacramento de la reconciliación, recibiendo la Eucaristía casi a diario, fue Cristo quien cogió las riendas y moldeó aún más mi alma para reflejar más de Él en mí. Es Cristo cuya luz brilla en mi interior”.
Concluyó subrayando la importancia de la gran promesa de Cristo que se haría patente de nuevo, segundos después, en la misa y procesión eucarística. “Nos dijo que no nos dejaría ni nos abandonaría. Durante 2.000 años ha cumplido su promesa. Está con nosotros”, agregó.
"Jesús entra en el caos de la ciudad"
Tras Roumie, el cardenal Seán O'Malley profundizó en el tema enunciado por el actor antes de que comenzase la esperada marcha. Dado que el 14 de octubre es el Día Nacional en Recuerdo de Charlie Kirk, en la misa se incluyeron oraciones de intercesión por Charlie Kirk y su familia.
Comenzó entonces la procesión, que recorrió las calles de la Quinta Avenida, entre sonoros cantos de los Frailes Franciscanos de la Renovación, turistas perplejos sacando fotos y neoyorquinos que se detenían a mirar atónitos. Estudiantes de la Universidad de Fordham ondeaban banderas del Vaticano y las monjas Misioneras de la Caridad se mezclaban con las familias mientras los drones sobrevolaban la multitud. También estuvieron presentes las Hermanas de la Vida, los Caballeros de Colón, la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro y la Orden de Malta.
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Entre los sacerdotes que concelebraron la misa y ayudaron a organizar el evento se encontraba el padre Sean Suckiel, párroco de la Sagrada Familia en Fresh Meadows y de los Mártires Americanos en Bayside. Según recoge The Tablet, el sacerdote remarcó el profundo mensaje que transmite ver al Santísimo Sacramento transitar por las bulliciosas calles de la ciudad:
“En una ciudad que nunca se detiene, Jesús entra en el caos. Se adentra en el ruido de la ciudad de Nueva York. Lo que sucede aquí también sucede en nuestras vidas: Jesús quiere entrar en nuestros corazones y almas para darnos paz y consuelo”.
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Kathleen Leary, residente de Babylon, Long Island, remarcaba también el componente evangelizador de la procesión eucarística. “Jesús está presente en la Eucaristía y queríamos compartirlo con la gente de Nueva York. Queríamos compartir nuestra fe hoy y, con suerte, inspirar a otros”.
La procesión finalizó con la bendición del cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, en la Catedral de San Patricio.