Seguir a José por Navidad: 4 virtudes que hacen de él alguien extremadamente humano, según León XIV

En el cuarto domingo de Adviento que la Iglesia celebra este 21 de diciembre, último antes de la Navidad, el Papa León XIV ha meditado en torno a la figura de San José. Concretamente sobre un episodio crucial de la historia de la salvación, cuando Dios le revela su misión en sueños.

Una historia que el pontífice destacó especialmente por su belleza, pues encuentra en José un protagonista “frágil y falible y, al mismo tiempo, valiente y fuerte en la fe”. Pero el pontífice también se detuvo en los aspectos que llevan al evangelista Mateo a llamarle “hombre justo”.

Concretamente serán dos los episodios en que José de Nazaret se muestra, según León, como una persona extremadamente sensible y humana.

1º El camino discreto y benévolo con María

El primer momento se aprecia incluso antes de que el Ángel le revele el misterio que se está cumpliendo en María:

“Frente a una situación difícil de comprender y de aceptar, él no elige la vía del escándalo y de la condena pública a su futura esposa, sino el camino discreto y benévolo del repudio en secreto. De esa manera, demuestra que ha captado el sentido más profundo de su propia observancia religiosa: el de la misericordia”.

2º El futuro en manos de Dios

“La pureza y la nobleza de sus sentimientos se vuelven aún más evidentes cuando el Señor, en sueños, le revela su plan de salvación, indicándole el rol inesperado que deberá asumir: ser el esposo de la Virgen Madre del Mesías. Aquí, en efecto, José, con un gran acto de fe, deja también la última orilla de sus seguridades y navega mar adentro hacia un futuro que ya está totalmente en las manos de Dios”, mencionó el pontífice.

Las cuatro virtudes de San José para estas navidades

León concluyó su comentario al Evangelio aludiendo a la “piedad, caridad, misericordia y abandono”, las cuatro virtudes de San José que el pontífice invitó a poner en práctica en los últimos días de Adviento.

En este tiempo de gracia, concluyó, “no perdamos ocasión para practicarlas: perdonando, animando, dando un poco de esperanza a las personas con las que vivimos y a aquellas que encontramos; y renovando en la oración nuestro abandono filial al Señor y a su Providencia, encomendándole todo con confianza”.