Martes, 19 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Cáritas abre un centro para niños heridos en Berdichev, la ciudad ecuménica de Vasili Grossman

El arzobispo Shevchuk bendice los nuevos locales de Caritas en Berdichev, la ciudad ecuménica de Vasili Grossman
El arzobispo Shevchuk bendice los nuevos locales de Caritas en Berdichev, la ciudad ecuménica de Vasili Grossman

Pablo J. Ginés

Berdichev (o Berdychiv) es una ciudad ucraniana a unos 140 km al sudoeste de Kiev, lejos del frente. Desde un punto de vista demográfico no es un lugar destacable (tiene unos 75.000 habitantes), pero desde el punto de vista cultural e interreligioso es muy importante: allí nacieron los escritores Joseph Conrad (en 1857) y Vasili Grossman (en 1905), y fue un lugar de convivencia interreligiosa alabado por Grossman, y luego por la película soviética de 1967 "La Comisaria" (con premios en el festival de Berlín en su montaje rescatado en 1988).

Ahora, la Iglesia Católica de rito griego ha reforzado allí su presencia abriendo una nueva instalación, el Centro Espiritual y Social Josafat, a cargo de Cáritas Ucrania y la archieparquía de Kiev, que se dedicará, entre otras actividades, a apoyar a los niños golpeados por la guerra. Fue bendecido a principios de marzo por el Arzobispo Mayor grecocatólico, Sviatoslav Shevchuk, y sus obispos auxiliares Yosyf Milian y Andriy Khimyak.

"Nuestra Cáritas expone el rostro maternal de nuestra Iglesia, particularmente aquí en Berdichev. Es también un espacio de solidaridad ecuménica internacional. Porque la Iglesia es una comunidad que no conoce fronteras. Como cuerpo de nuestro Salvador resucitado, la Iglesia es un espacio de intercambio de gracias”, dijo el arzobispo Shevchuk, líder de la mayor iglesia católica de rito oriental.

El proyecto de atención a niños heridos en la guerra, dijo Shevchuk, es especial por la mayor vulnerabilidad de los pequeños. "Los niños son nuestro futuro, el futuro de Ucrania. Curar las heridas de los niños de la guerra es una misión especial y noble", enfatizó el arzobispo. "Gracias a todos los que reirán y llorarán con los niños, los que los escucharán todos los días. Ayudarán a los padres a criar hijos que llevan traumas de guerra en el alma. Sanaremos sus heridas juntos".

El centro incluirá asistencia psicológica, ayuda para heridos, actividades recreativas y ropero social.

Shevchuk y dos obispos auxiliares bendicen la Casa de Cáritas de Berdichev, ciudad de gran valor cultural

Shevchuk y sus dos obispos auxiliares bendicen la Casa de Cáritas de Berdichev, ciudad de gran valor cultural; le rodean voluntarios de Cáritas que atenderán a niños heridos por la guerra.

Para ayudar a las víctimas de la guerra en Ucrania, Cáritas Española ha abierto esta web y la cuenta Caixabank ES31 2100 5731 7502 0026 6218 . Lea aquí cómo Cáritas ayuda a miles de niños ucranianos traumatizados por la guerra

Una ciudad especial, unas historias de bebés y guerra

Berdichev es especial por su cultura e historia religiosa. A mediados de los años 20, al acabar la Guerra Civil rusa, cuando crecía allí el adolescente Vasili Grossman, vivían allí unas 50.000 personas, de las que 65% eran judíos de varias ramas, un 15% ucranianos (ortodoxos y grecocatólicos), un 10% rusos (ortodoxos) y un 7% polacos (católicos latinos).

Allí murió en 1809 el rabino jasídico Levi Yitzchok, conocido como "el Berdichever", y a su tumba acudían cada año miles de judíos jasídicos. Casi toda su población judía, unas 30.000 o 35.000 personas, fueron exterminadas por los nazis durante la II Guerra Mundial, incluyendo la hermana y la madre del escritor Vasili Grossman. Era una familia burguesa y poco religiosa, su madre era profesora de francés.

En 1934 Vasili Grossman publicó su cuento 'En la ciudad de Berdichev', ambientado en la Guerra Civil rusa. Cuenta la historia de comisaria de caballería del Ejército Rojo que se encuentra embarazada en plena guerra. Se hospeda en la casa de una familia judía de Berdichev, numerosa y pobre. Ha pensado en abortar pero ya es demasiado tarde, y aquella gente abierta a la vida le rodea. Durante un tiempo rechaza la guerra para centrarse en su bebé, pero al avanzar las tropas enemigas decide dejar su bebé a la familia judía y volver al combate. El cuento fue alabado por Gorki, Bulgákov y Bábel y así Grossman se hizo popular.

El cuento inspiró luego una película muy especial, La Comisaria, de Aleksandr Askoldov (1932-2018). Se rodó en Ucrania en el verano de 1966 y tuvo un estreno muy limitado en Moscú en 1967, año del 50 aniversario de la Revolución Comunista. Pronto fue censurada y secuestrada por la KGB.

Aunque ambientada en la Guerra Civil, mostraba demasiadas críticas al antisemitismo, alusiones a las purgas estalinistas, demasiado protagonismo al Holocausto nazi (unos flashforwards al futuro, de campos de concentración nazis), alusiones contrarias al aborto y una visión positiva de los personajes religiosos, clérigos católicos y ortodoxos incluidos... Mientras la comisaria intentaba abortar, el matrimonio judío le habla de la belleza de la vida, de la confianza en Dios, incluso en la pobreza. A Askoldov las autoridades soviéticas no le dejaron volver a filmar.

El cura saluda con respeto a la Comisaria, no por militar comunista, sino por madre

La película quedó confiscada hasta la Perestroika, en 1986, cuando a Askoldov le dejaron restaurarla y presentarla en el Festival de Berlín de 1988, donde obtuvo el Oso de Plata y un premio ecuménico. En la URSS de Gorbachov le concedieron 4 premios Nika, los más prestigiosos de la URSS, que concede la Unión de Realizadores.

A partir del minuto 58 de La Comisaria, la militar (de civil, con su bebé) recorre las calles de Berdichev; resuena música de coro ortodoxo con la iglesia de cúpulas, de órgano de iglesia con el cura católico, música judía en la sinagoga devastada, y huye de los soldados que formaban parte de su vida. El sacerdote la saluda como reconociendo en ella la sagrada dignidad de la maternidad. Toda la película hace chocar el vitalismo de los creyentes con el nihilismo al que aboca la guerra.

Cuando el Ejército Rojo retomó Berdichev en 1943, Grossman constató la muerte de su madre y hermana, que siempre se echó en cara. por no haberlas llevado a Moscú con él. Acompañó al Ejército Rojo a los campos de exterminio de Maidanek y Treblinka, por lo que fue probablemente el primer escritor en describirlos. Sus textos sobre Treblinka se usaron en los juicios de Núremberg. Pasó 1.000 días en el frente (como escritor junto a los soldados) y le entregaron luego muchas condecoraciones.

"Usted habla bien de Dios y del catolicismo"

En 1960, Grossman termina de escribir su gran obra, Vida y destino. Le fue confiscado por la KGB en 1962. Era demasiado sincero, demasiado crítico con el comunismo al comparar horrores que vio a ambos lados del frente en la guerra.

Mijaíl Súslov, miembro del Politburó encargado de censuras ideológicas, le dijo: "Su novela es hostil al pueblo soviético; su publicación perjudicaría no sólo a nuestro pueblo y al Estado soviético, sino a todos los que luchan por el comunismo fuera de la Unión Soviética. La novela beneficiaría a nuestros enemigos. Estamos restableciendo las normas de la democracia fijadas por Lenin. Pero esas normas no son las de la burguesía. [...] Nuestros escritores soviéticos deben producir sólo lo que el pueblo necesita, lo que es útil a la sociedad. Todos los que han leído su libro coinciden en su valoración: lo consideran políticamente nocivo para nosotros. ¿Por qué deberíamos añadir su libro a las bombas atómicas que nuestros adversarios preparan contra nosotros? En su libro aparecen comparaciones directas entre nosotros y el fascismo hitleriano. Ofrece una descripción falsa e incorrecta de nuestra gente, los comunistas. En su libro habla usted favorablemente de la religión, de Dios, del catolicismo. En su libro defiende a Trotski. Está repleto de dudas acerca de la legitimidad de nuestro sistema soviético. Usted sabe cuánto daño nos hizo el libro de Pasternak. Todos los que han leído el suyo coinciden en observar que el daño que causaría Vida y destino sería infinitamente mayor que El doctor Zhivago".

Grossman murió en 1964 de cáncer. En 2008, se tradujo 'Vida y destino' del ruso al español y vendió en España, en un año, 125.000 ejemplares.

Quince años después, vuelven a chocar los niños y los bombardeos de iglesia en Ucrania; en la ciudad de Grossman, los católicos que admiraba el escritor se esfuerzan en ayudar a los niños dañados por la guerra.

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