Un estudio sobre perdón y confesión: tú también puedes participar online
Lo que más ayuda a los sacerdotes cuando ellos son los que se confiesan: una respuesta unánime

Un sacerdote escucha a otro en confesión en el Parque del Perdón de la JMJ de Lisboa 2023
El ICS (Instituto Cultura y Sociedad) de la Universidad de Navarra participa en una investigación internacional sobre el perdón divino (el estudio Divine Forgiveness), financiado por la famosa Fundación Templeton.
"Mientras que el perdón, en general, es un tema muy estudiado en psicología, el perdón en el entorno católico y sacramental se ha investigado muy poco, y en el mundo hispanohablante, aún menos", explica a ReL Martiño Rodríguez-González, director de esta investigación pionera.
Con su equipo investiga la experiencia de perdón divino en católicos hispanohablantes, y más en concreto la confesión, que es una experiencia espiritual profunda, pero poco estudiada desde la psicología y lo relacional.
Participan en el estudio las doctoras María Calatrava y Carmen Callizo, ambas de la Universidad de Navarra, el doctor Joan D’Ávila, de la Universidad CEU-Abat Oliba, y la profesora María Pilar Martínez, de la Universidad Pontificia Comillas, entre otros investigadores.
"Queremos comprender las bases psicológicas y relacionales del perdón divino, su relación con el poder perdonarse uno mismo, perdonar a los demás, el bienestar y lo que los psicólogos llaman 'flourishing', el florecer como personas, algo muy estudiado ahora mismo por la Universidad de Harvard o la prestigiosa universidad protestante Baylor", explica.
Lo que ayuda a los que se confiesan
El tema es ambicioso y acaban de empezar. Pero al entrevistar en profundidad a 25 sacerdotes (de España, México, Perú, Chile, Guatemala) ya les ha asombrado encontrar un tema en el que todos respondían lo mismo.
Y sucedió cuando preguntaron a los sacerdotes en tanto que ellos también son penitentes y se confiesan. "Usted como sacerdote, también se confiesa, ¿qué es lo que más le ha ayudado a experimentar el perdón de Dios cuando es usted un penitente?", preguntaron a los sacerdotes.
La respuesta fue unánime. Todos dijeron que experimentaron el perdón de Dios cuando sintieron que el confesor les escuchaba, les entendía, no les juzgaba, les trataba "de forma personal", "sin dar recetas o soluciones generales". En esos casos, entendían que además de una gracia espiritual había un encuentro personal con el confesor. Apreciaron la mediación del sacerdote. Son las confesiones que más les ayudaron.
La culpa, ¿ayuda o entorpece?
Había división entre los sacerdotes a la hora de hablar de la culpa. Para algunos, la "culpa" es algo imprescindible para poner en marcha el proceso del perdón. Sería parte de una verdadera conversión y arrepentimiento.
Para otros, es un impedimento que hace más difícil abrazar la misericordia de Dios y recibir su gracia plenamente. Es impedimento, queda claro, cuando actúa como un obstáculo psicológico o bloquea la experiencia de la misericordia.
A veces, el penitente se confiesa correctamente y recibe la absolución, pero aún así no se siente aliviado: la causa es que está obsesionado o atado psicológicamente a su culpa.
Otras veces, la culpa y la vergüenza impiden al penitente confesarse, o confesarse bien. Quizá recibe la absolución sabiendo que ha dejado cosas sin confesar, y así esa culpa le impide experimentar la paz que buscaba.
Martiño Rodríguez (él mismo un católico que se confiesa) sospecha que los sacerdotes aquí hablan de dos procesos distintos. Después de hablar con la mayoría de los entrevistados, ve que muchos sacerdotes piensan algo así: "si uno realmente sabe que Dios le ama, cuando se deja inundar por la misericordia de Dios, la culpa debería quedar ya hundida".
Pero otros piensan que el proceso de recibir la misericordia, implica la conciencia, integrada, intelectual y afectiva, de la culpa, que no debería ser dañina, porque encajaría en la frase de la liturgia pascual: “Bendita la culpa que mereció tal Redentor”. Para ellos, la culpa sería integrada como parte del crecimiento y la mejora.

Una joven se confiesa con un sacerdote... suele ser fuente de sanación, esperanza y alivio
Muchos sacerdotes explican además que su estilo al confesar es fruto de sus propias experiencias como penitentes. Explicaron en las entrevistas que la empatía del confesor viene de haberse sentido escuchado y perdonado a su vez cuando se confesaba. Añaden que así se reduce el riesgo de caer en el 'automatismo' y se refuerza la humanidad del sacramento.
El penitente, explican, sentirá el amor incondicional de Dios, y el perdón de Dios, si se siente "acogido, escuchado, no juzgado ni condenado".
Todos los sacerdotes entrevistados insisten en esta encuesta en que su función principal como confesores no es juzgar ni interrogar, sino ser instrumentos de la misericordia de Dios. Rechazan que se pregunte por detalles innecesarios. También el intento de ejercer control sobre el penitente. Proponen respetar la libertad del penitente y acompañarlo con delicadeza.
Los sacerdotes distinguen entre juzgar los hechos (examinarlos, valorarlos) y juzgar a la persona. Consideran que no es adecuado “reñir” al penitente, o “asumir que es fácil salir de su situación, o decirle que no se esfuerza lo suficiente”.
Pero, al mismo tiempo, los confesores deben discernir cuándo el penitente necesita ser aliviado de escrúpulos o perfeccionismos, y cuándo debe ser ayudado a reconocer honestamente el mal cometido, siempre con compasión.

Un joven titubea en una iglesia, quizá dudando sobre confesarse...
El perdón a uno mismo y el perdón de Dios
Una cosa es saberse sacramentalmente perdonado por Dios, y otra es llegar a perdonarse uno mismo. Hay gente que recibe lo primero sin recibir lo segundo, y eso le daña psicológicamente.
Algunos sacerdotes entrevistados creen que el verdadero perdón a uno mismo se refuerza cuando el penitente se sabe amado y perdonado por Dios, y el confesor a menudo puede ayudar a transmitir ese amor y perdón divino. Perdonarse a uno mismo no suele ser fruto de "un ejercicio aislado de autoayuda", sino, dicen, "nace de la experiencia relacional de saberse querido y reconciliado, tanto con Dios como con las otras personas".
Los confesores creen que el acompañamiento, la relación continuada con un confesor y la dirección espiritual ayudan a que la persona integre el perdón y le sea de ayuda. La confesión periódica, un clima de confianza y acogida, acumular buenas experiencias de confesión, ayudan a ello. Confiar en el sigilo sacramental es esencial para que el penitente se abra y viva el proceso en profundidad.
Por el contrario, entre las cosas que dificultan que una confesión aporte paz y perdón están: haber tenido malas experiencias con confesores, acumular graves sufrimientos personales o, simplemente, tener poca formación sobre el sacramento y la fe.
Los sacerdotes avisan de que la confesión frecuente puede volverse rutinaria si no va acompañada de una vivencia personal y consciente del sacramento. Pero ellos no la suelen vivir como un trámite, sino como "un encuentro relacional que restablece la relación rota con Dios".
Además, están convencidos de que especialmente en contextos de sufrimiento o de crisis, la confesión puede ser muy liberadora para una persona: le alivia y le da una esperanza renovada, reconciliada con la vida.
¿Quieres participar en el estudio?
Martiño Rodríguez explica que su equipo sigue recogiendo testimonios de sacerdotes y laicos que quieran explicar cómo viven el perdón divino. Anima a responder sus cuestionarios a cualquier católico practicante mayor de edad, de lengua española, que se confiese al menos una vez al año.
- Si resides en México o España puedes participar en el estudio accediendo a este enlace. Si resides en cualquier otro país del mundo (p. ej., EEUU, Colombia, Perú, Argentina…) entonces accede a este otro enlace. Los participantes pueden entrar, si lo desean y lo indican al final del cuestionario, en un sorteo de vales de Amazon de entre 50 y 500 euros. Para cualquier duda o colaboración al respecto se puede escribir al e-mail elperdon@unav.es .