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El día 17 de diciembre, a la hora de Vísperas, como antífona del cántico del Magníficat, comienza en la Iglesia, la proclamación de las antífonas O. En la semana del 17 al 24 de diciembre, la semana de las ferias mayores de Navidad, que nos prepara al Nacimiento en la carne del Hijo de Dios, podemos rezar con estas hermosas antífonas, que recogen los títulos más bellos, que se han dado a Jesús, como Mesías y como el Emmanuel que viene habitar en medio de su pueblo y en el interior de cada hombre que lo quiere acoger.

Pero, después de siglos, ¿Qué nos pueden decir estas antífonas O, hoy a cada uno de nosotros? Intentaré desde el testimonio personal ir introduciendo cada antífona desde mi vida y mi existencia, que, al fin y al cabo, es el que más nos puede ayudar. Cada día tiene su propia antífona y seré lo que iré ilustrando.

Día 17 de Diciembre

La Iglesia nos presenta la Sabiduría de Dios, aquella por quien todo fue creado, por quien existe todo. Desde esa Sabiduría también yo fui creada y recreada. El Señor me concedió la sabiduría para poder gustar de su amor y su cercanía. Él es un Dios sabio que escucha al que se acerca a él y le muestra su voluntad en su existencia. Cuando me sumerjo en la oración con Jesús, él me concede ver cuál es su plan en mi vida y en cada día, para que gustando de él, me ponga en camino.

Día 18 de Diciembre

Este día nos descubre la Iglesia a un Dios que es Señor. Jesús es el Señor que tenía que venir a nosotros. Lo hizo viniendo en la humildad de la carne, y lo esperamos en gloria, para salvar de modo definitivo al hombre. Pero, es el Señor de nuestra vida en lo ordinario de cada día. Es ahí cuando manifiesta su poder como Señor. Cuando le dejó entrar en mi corazón como el Señor que ha venido para salvarme y hacerme suya, entonces todo tiene un matiz de novedad. En medio de la debilidad y el pecado, él viene a mí para buscarme y levantarme, como una oveja predilecta de su rebaño. Así, es el Señor que me pide todo, pero porque él se me da totalmente, a mí. Si algunas veces, me despisto o pecó, él me dice de nuevo: Ven conmigo porque solo en mí puedas encontrar la paz, de un corazón herido. Por eso, con él puedo vivir en la calma de Dios.

Día 19 de Diciembre

Jesús se revela como la raíz de Jesé. El Evangelio nos enseña su genealogía. Una historia con reyes que han pecado gravemente y que la Escritura no oculta su pecado. Un relato donde en su genealogía aparecen mujeres que no son del pueblo de Israel, e incluso que son pecadoras. Jesús ha entrado en una historia en la que hay pecado y libertad. Por eso, puede entrar en mi historia en la que hay heridas, dolor y sufrimiento, para restaurarla y hacerla de nuevo.

Día 20 de Diciembre

Este día nos muestra a Jesús como la llave de David. Él es la llave que ha abierto mi existencia y un día la cerrara para que viva siempre con él. Es la llave que me muestra un camino a recorrer, que en medio de la dificultad, puede abrir todas las puertas de mi vida, para llenarlas de esperanza.

Día 21 de Diciembre

Jesús, aparece como el Oriente, de donde viene la luz. Es el Sol que nace de lo alto, que viene a iluminar mi oscuridad, para que en medio de la noche, sienta como él llena de luz cada día de mi existencia.

Día 22 de Diciembre

Jesús se revela como el Rey que viene a servir a su pueblo. Es un rey cuyo reinado se muestra en lo humilde y pequeño, en lo grande y fuerte, de mi día a día. Jesús es el Rey que viene a reinar en tantos momentos que permanecen ocultos a los hombres, pero con él, quedan desvelados. Él me pone en una actitud de servicio, que en el día a día, de mi existencia, se va desarrollando. Servir es una decisión. En mi vida también caigo, pero Jesús me pone en pie en cada instante, para de nuevo poder servir donde él me lleva.

Día 23 de Diciembre

También, Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Solo cuando en mi vida dejo que Dios esté en medio de mi jornada, entre en mi corazón y me deje amar por él, podre decir que Dios ha venido a mí, y está dentro de mí. Ya no me importara que digan otros de mí. Le alabaré porque es grande y fuerte en mi existencia, sin importar si la alabanza es agradable para el otro, pues será una alabanza solo para Dios, que viene a estar conmigo. Dios está en medio de mi vida, como un Dios, que se ha hecho pequeño, para que yo pueda acercarme a él y sea divinizada.

Las antífonas O, nos enseñan el camino de una vida, que se va construyendo, en la que entra Dios. Supone lucha y esfuerzo, pero con él podemos estar seguros, porque él se ha hecho como yo, y ha tomado todo lo mío.

Belén Sotos Rodríguez

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