Caminar hacia el cielo
Al orar con las lecturas de este domingo para preparar la homilía me paro en seco al llegar a la respuesta que da San Pedro en los Hechos de los apóstoles cuando es recriminado por hablar de Cristo a toda Jerusalén. Es viva, directa y muy actual:
“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”.
Esta frase la dice recién liberado de la cárcel por un ángel y en circunstancias complicadas que pueden conducirle a él y al resto de los apóstoles otra vez a la condición de reos. Le da igual. Sigue hablando ante el Sumo Sacerdote. San Pedro vive en la verdad y defiende la verdad. Está unido a Cristo y sabe que sólo en Cristo está la libertad y la salvación. No le importa que lo arresten, azoten y pongan en el cepo. Cristo también pasa por ahí y al final muere. ¡Muere en una cruz! Igual que San Pedro también muere crucificado por defender la verdad que no es otra que Jesucristo. Y no sólo él, sino el resto de los apóstoles. Así nace el cristianismo, con la sangre de los primeros mártires que son los apóstoles, los que han comido y bebido con Jesús y han aprendido cómo tienen que llevar el Evangelio a todas las naciones. Así lo hacen y así terminan, asesinados cruelmente por los que no creen en la verdad.
Mientras sigo en oración con esta frase, mi corazón vibra con la fiesta que hoy al ser domingo no se puede celebrar, la memoria de los mártires carmelitas descalzos de la persecución religiosa del siglo XX en España. El 4 de mayo en el Carmelo Descalzo recordamos a esa pléyade santa de mártires insignes que riegan el suelo patrio en tierras de Cataluña, La Mancha y Asturias. Ya hemos hablado de ellos en más ocasiones. Son unos 50 los que ya están beatificados y a los que invocamos en esta fecha y siempre que queremos; y hay más de 30 todavía en proceso de beatificación.
A esto se suma que desde que estoy en Zaragoza empiezo a tener más presente a uno de ellos, el Beato Pedro Tomás de la Virgen del Pilar. Es uno de esos frailes que viven su vocación hasta el final, maestro en pintura y poesía y una figura para rescatar del olvido en su Zaragoza natal y un poco también en su familia religiosa. Es hora de despertar y hablar de él. Y no sólo de él, sino de todos sus compañeros mártires. Es lo mismo que la primera lectura de este domingo. Sale San Pedro, pero no está solo, sino que el grupo de los apóstoles también forman parte de la escena.
Y si damos el salto al resto de mártires, habría que hacer lo mismo en no pocos lugares de Cataluña y Castilla y también en Oviedo, Pontevedra, Calahorra… ¡Conozcamos a los mártires que siguiendo los pasos de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz entregan su vida sabiendo que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres!
Esa frase de San Pedro resuena y recorre los 20 siglos de historia en que la Iglesia ha contado con hombres de fe que ponen en el centro a Jesucristo y nada les puede hacer callar que la verdad y sólo la verdad es la que hace libre a una persona. ¡Cuántos mártires pasan por la cárcel antes de ser asesinados por odio a la fe y son mucho más libres que los verdugos que cumplen órdenes…!
¡Invoquemos a los mártires carmelitas descalzos!
¡Leamos sus vidas!
¡Difundamos su devoción!
¡Seamos testigos de la ayuda que recibimos de su intercesión!
¡Unamos nuestras voces y oraciones para proclamar su heroicidad!
¡No callemos!
¡Levantemos juntos la mirada al cielo diciendo: Beatos Pedro Tomás de la Virgen del Pilar, Lucas de San José, Eusebio del Niño Jesús, Eufrasio del Niño Jesús y compañeros mártires, rogad por nosotros!
¡Rogad por los que caminamos por este mundo que oculta la verdad!
¡Rogad por los que tienen miedo o dudas a decir sí a Dios como vosotros!
¡Rogad por los que sufren los dolores de la enfermedad!
¡Rogad por los que ven rotos sus matrimonios!
¡Rogad por los que se pierden entre tinieblas!
¡Rogad por la unidad de la Iglesia y de España!
¡Rogad por los perseguidos a causa de la fe!
¡Rogad por los que no creen, no aman, no esperan!
¡Rogad para que obedezcamos siempre a Dios antes que a los hombres!
Y después de orar así ¿qué nos queda? ¡Pues seguir en camino! Un camino de santidad que nos lleva al cielo en compañía de esos escogidos por Dios para hablar al mundo de la oración, del encuentro con Dios en el silencio y entrar hasta lo más secreto del Castillo interior o llegar hasta la cumbre del Monte Carmelo. Tenemos todo de nuestra parte. Ahora nos toca dar el primer paso, es hora de contagiar nuestra confianza en los beatos mártires carmelitas descalzos que tanto nos ayudan.
¡Rompamos ya nuestro silencio!; que toda España conozca la grandeza de unos frailes que tenían grabado a fuego el ideal de Santa Teresa para llegar al encuentro con Cristo: “Ahora tornando a los que quieren ir por él y no parar hasta el fin, que es llegar a beber de esta agua de vida, cómo han de comenzar, digo que importa mucho, y el todo, una grande y determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo” (Camino de perfección 21,2).
Así lo viven y así terminan su vida en este mundo los carmelitas descalzos mártires en la persecución religiosa de la década de 1930 en España. Lo dan todo por Dios y por España y ahora interceden por nosotros desde el cielo.
Todo para gloria de Dios. Todo para crecer en las virtudes. Todo para caminar hacia el cielo.