Domingo, 28 de abril de 2024

Religión en Libertad

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Sus restos fueron profanados en 1922 y en los días de la persecución religiosa

El doble martirio de san Valentín Berriochoa (3)

por Victor in vínculis

La parroquia (desde 1959, basílica) de la Purísima Concepción de ELORRIO (Vizcaya) es un templo espectacular que destaca por sus notables dimensiones (mide casi 50 metros de largo por 25 de ancho), la calidad de su realización y la riqueza de su arte. Su construcción comenzó el 8 de diciembre de 1459, siguiendo las pautas edificatorias del gótico tardío. Destaca sobremanera el imponente retablo mayor, cuyo diseño fue encargado, en 1718, a Churriguera, aunque lo ejecutó Diego Martínez Arce.

En flickr Juan Ignacio Llana Ugalde nos muestra estas dos hermosas fotografías:

ALTAR ORIENTAL EN SU PARROQUIA NATAL DE ELORRIO

Desde el 9 de junio de 1886 los restos del santo se encontraban en la parroquia de Elorrio, pero con motivo de la beatificación de fray Valentín de Berriochoa, el 20 de mayo de 1906, (que como ya hemos dicho en los artículos anteriores fue canonizado el 19 de junio de 1988), la Diputación de Vizcaya convocó un concurso para erigir en la parroquia un altar relicario en su memoria y devoción. El jurado de dicho concurso falló a favor del proyecto presentado por dos arquitectos bilbaínos: Manuel María Smith y Marcelino de Arrupe, quienes diseñaron y dirigieron la obra ese mismo año. Trabajaron en esta construcción los escultores Basterrechea y Larrea así como la casa Maumejean.

Este altar, realmente de carácter exótico, difiere de manera absoluta con el resto del contexto basilical, el conjunto orientalizante contrasta con toda la obra de fábrica anterior y con el estilo de la iglesia. El altar fue costeado mediante las aportaciones procedentes de todos los vizcaínos.

Se encuentra ocupando el tramo central del lateral suroeste, en el lugar exacto donde antes se abría una puerta simétrica a la portada de mediodía y que conectaba con la sacristía. Puerta tapada interiormente por la propia construcción del altar en 1906 y cegada exteriormente el 17 de enero de 1996, por razones de seguridad.

El retablo representa, sobre un fondo de mosaico con la escena del martirio por decapitación [sobre estas líneas], diversos elementos de la vida oriental en clara alusión a la estancia del santo en Singapur y Manila, entre otros, una pagoda, dos cabezas de elefante que flanquean la urna con los restos del santo, cúpulas doradas y mucho colorido.

En su parte inferior, separada por nubes de la primavera, un disco solar se encarga de enviar sus rayos en todas las direcciones. El altar en sí, de mármol, situado en medio, adopta la forma de pagoda oriental y piramidal. Su base aloja un nicho que contiene una imagen yacente de San Valentín de Berriochoa, protegida por un cristal; inmediatamente encima hallamos el ara y un sagrario tallado con encajes orientales.

El primer cuerpo es piramidal, de mármol blanco y verde de Carrara, y entre dos columnas troncocónicas se aloja el tabernáculo. Inmediatamente encima, cuatro columnas flanquean a cada lado la urna de plata cincelada en la que se encuentran los restos del Santo venerado.

A ambos lados, aparecen las cabezas cubiertas de unos elefantes, como ya señalábamos, cuyas trompas y colmillos ocupan el segundo cuerpo. A partir de aquí, una serie de cúpulas orientales, doradas, se elevan hasta culminar en una pequeña bola de oro, sobre la cual el mosaico (antes mencionado) representa a un ángel que desciende portando la palma del martirio. Dos puertas bien disimuladas acceden mediante escalinata interior hasta la urna.

 

PRIMERA PROFANACIÓN

Lamentablemente, durante la noche del 27 al 28 de diciembre de 1922, los restos del altar serían profanados, al igual que el sagrario del altar mayor. Como consecuencia, el Obispado organizó actos de desagravio, a los que acudieron vizcaínos de todos los arciprestazgos y autoridades religiosas y civiles. Incluso cuentan las crónicas que acudió la mismísima emperatriz de Austria-Hungría, la sierva de Dios Zita de Borbón-Parma (1892-1989), en compañía de su hijo, que estaba residiendo en Lequeitio.

[Zita, última emperatriz de Austria y reina de Hungría, fue esposa del beato Emperador Carlos de Austria. Creó, bajo la influencia de Zita, el primer ministerio de asuntos sociales del mundo. Sobre estas líneas el retrato de ambos, que tuvieron ocho hijos].

De hecho en la hemeroteca encontramos en El Debate, del 11 de septiembre de 1923, la siguiente noticia:

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