El universo no es fruto del azar, sino una obra diseñada por Dios con orden, belleza y armonía divina.
En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios
🔹San Agustín. Sermón 196, 1🔹

🔹San Agustín. Sermón 196, 1🔹
Considerad el primer nacimiento: En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Palabra, ¿de quién? Del Padre mismo. ¿Qué Palabra? El Hijo mismo.🔹San Agustín. Sermón 196, 1🔹
▶️ En el contexto de la Espiritualidad Católica: Esta frase de San Agustín nos sumerge en dos misterios que sustentan el cristianismo: la Santísima Trinidad y el Nacimiento de Cristo. El primero de los nacimientos es eterno (como Dios, del Padre) y el segundo es temporal (como hombre, de María).
San Agustín nos pide que fijemos la mirada en el primero: el origen eterno. La "Palabra" (Logos) no es un sonido que se lleva el viento, sino una Persona Divina que comparte la misma naturaleza que el Padre. Es la comunicación perfecta.
En la vida interior, esta frase nos invita a pasar de la devoción sentimental a una contemplación basada en el conocimiento. El silencio necesario para oír la Palabra. Si "En el principio existía la Palabra", significa que antes de cualquier ruido humano o social, existía el Sentido de todo (el Logos). En la espiritualidad cristiana, para conectar con este "primer nacimiento", necesitamos silencio. Pero también nos hace falta para el segundo nacimiento.
Dios siempre está hablándonos; si no lo oímos, es porque el ruido interno y externo tapa la voz inefable del creador. Rezar nos ayuda a sintonizar con la Palabra que el Padre pronuncia eternamente.San Agustín pregunta: "¿Palabra, de quién?” y responde: “Del Padre mismo". Esto es crucial para nuestra confianza. Cristo no es un mensajero cualquiera; es la Voz de Dios, su mente, su Ser que se comunica con nosotros...
▶️ En el contexto de la evangelización digital: En el "ruido" digital, esta frase es un llamado a recuperar el peso y la sustancia de la comunicación.
En redes sociales hay billones de palabras, pero la mayoría son vacías (ruido, relleno, spam). San Agustín nos dice que la "Palabra" verdadera es Dios mismo; es creadora, sólida y nos llena de sentido. Preguntémonos si nuestras publicaciones tienen sentido, peso y verdad, o si son solo ruido para llenar el calendario de publicaciones. Evangelizar no es hablar mucho, es comunicar al "Hijo de Dios" que se hace hombre. Si nuestros contenidos no ayudan a que otras personas se encuentren con la Persona de Cristo, son solo píxeles vacíos.
En redes sociales, tenemos el peligro de querer convertirnos en "gurús" que se predican a sí mismos. El evangelizador digital debe recordar: yo no soy la fuente; soy el canal, la herramienta de Dios. Mi palabra en las redes solo tiene valor si es un eco de la Palabra divina. Antes de publicar, preguntémonos: "¿Esto que voy a decir viene del Dios (es verdad, es amor) o viene de mi ego?"
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