Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Los gemelos con el Guinness de superprematuros cumplen 1 año: «Lo que los médicos no podían Dios sí»

Los gemelos Adiah Laelynn y Adrial Luka Nadarajah.
Los gemelos Adiah Laelynn y Adrial Luka Nadarajah nacieron en el límite de la viabilidad, pesando poco más que una lata de refresco: gracias a la oración de sus padres y de cientos de personas, hoy tienen el Guiness de los récords a los gemelos más prematuros.

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Entre 22 y 25 semanas: es la línea roja que los especialistas sitúan como el límite de viabilidad de un embarazo. Antes de esta fecha la probabilidad de que un niño nazca con vida es estadísticamente nula e incluso en este plazo, el protocolo de muchos ginecólogos y neonatólogos es el de no reanimar al prematuro. Por eso el caso de los gemelos Adiah Laelynn y Adrial Luka ha sido merecedor del premio Guiness de los récords por nacimiento más prematuro.

Con motivo de su primer cumpleaños, National Catholic Register han conversado con Shakina Rajendram, madre de los gemelos, para quien la fe y la oración fueron la esperanza que los médicos no podían darle.

Cuando Shakina se puso de parto, su periodo de gestación era de 21 semanas y 5 días. Por eso fue desgarrador para ella pensar que, si hubiese aguantado tan solo dos días más, sus hijos podrían vivir. Pero la respuesta que obtuvo fue definitiva: de nacer ese día, los pequeños le serían entregados a la madre para despedirse, sin recibir asistencia médica.

La madre lo recuerda como "un shock", especialmente porque pocos meses antes había perdido un bebé en el mismo hospital. "Nos quedamos impactados y profundamente devastados. No sabíamos qué hacer ni cómo procesar la información", recuerda.

Los gemelos Adiah Laelynn y Adrial Luka Nadarajah.

Los gemelos Adiah Laelynn y Adrial Luka Nadarajah, celebrando su primer día de San Valentín.

Llenando el Cielo de oraciones

Sin ningún tipo de esperanza humana, el matrimonio recurrió a su fe firme y su convicción en el poder de la oración, llenando el Cielo de oraciones para que los pequeños gemelos alcanzasen las dos semanas. Familiares, amigos, comunidades parroquiales y usuarios de las redes sociales siguieron a Shakina y Kevin en su carrera de oración a contrarreloj.

La oración era toda su esperanza, y a la vez la única: "En ese momento nos dimos cuenta de que lo que los médicos no podían hacer por nosotros, Dios sí podía, y de que aún podía suceder lo imposible… de que no debíamos perder la esperanza".

Y el milagro sucedió.  Pocas horas después de rozar el umbral de viabilidad, nació la pequeña Adiah Laelynn Nadarajah. Pesó 340 gramos -menos de una lata de refresco-, poco menos que su hermano Adrial Luka, de 425 gramos. Eran tan pequeños que cabían en la palma de la mano de sus padres y su piel tan fina que podían ver sus órganos a través de ella. El hospital, explica la madre, nunca había visto nada igual.

En tales condiciones, cualquier intervención supone una amenaza, por pequeña que sea. El doctor Prakesh Shahh, jefe de pediatría del Hospital Mount Sinai de Toronto, explicó que el simple hecho de abrir la boca de los bebés sin causar daños o  encontrar mismamente un tubo de reanimación del calibre necesario es una tarea extremadamente complicada, que logró llevar a cabo con éxito.

Fue solo el primero de los obstáculos para salvar dos vidas que lo tenían todo en contra. La súplicas de Shakina y Kevin fueron igual de intensas que cuando nacieron, viviendo en un estado de oración permanente.

"Cada vez que había un momento crítico en el que se nos pedía retirar la atención médica de nuestros bebés, rezábamos y, milagrosamente, algo mejoraba, algo cambiaba drásticamente. Los médicos regresaban y nos decían que nuestros bebés eran unos luchadores", explica la madre.

Pese a las complicaciones continuas, los padres nunca perdieron la esperanza, y más allá de los complejos sistemas de atención médica a los que eran sometidos los recién nacidos, ellos solo veían "las ganas de sobrevivir" de sus hijos.

Hace unos días, Adiah y Adrial celebraron su primer cumpleaños, que de haber nacido en la fecha prevista de parto, debería haber tenido lugar en algo más de cuatro meses. A día de hoy hacen frente a las secuelas de un nacimiento en condiciones extremas y son llevados cada semana a revisiones médicas de control, pero sus padres lo afrontan con ánimo y esperanza.

"Va a ser un largo camino por recorrer, con mucho seguimiento, pero los médicos siempre quedan asombrados de lo bien que están evolucionando", agrega la madre.

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