Religión en Libertad

Un cardenal franco, un pontífice cauto

De Müller a Prevost.

León XIV y el cardenal Gerhard Müller, dos temperamentos muy distintos que ofrecen perspectivas ambas interesantes sobre la Iglesia.

León XIV y el cardenal Gerhard Müller, dos temperamentos muy distintos que ofrecen perspectivas ambas interesantes sobre la Iglesia.

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Las dos entrevistas que encabezaban el 18 de septiembre los titulares de Catholic World News [la sección de noticias de Catholic Culture] son interesantísimas, pero por razones muy diferentes.

La entrevista de Diane Montagna al cardenal Gerhard Müller es magnífica y no necesita explicación. El ex alto funcionario doctrinal del Vaticano dice: "No quiero ser diplomático", y no lo es. Sus comentarios sobre Charlie Kirk, el Papa León (y, por ende, el Papa Francisco), la inmigración musulmana, el colapso de la cultura europea, la ideología woke y la peregrinación LGBTQ+ a Roma son claros y contundentes, provocadores y estimulantes. Vea la entrevista completa; no necesitará leer entre líneas.

La entrevista al Papa León por Elise Ann Allen -en realidad, un conjunto de extractos de su próximo libro- es un tipo de conversación muy diferente. Mientras que el cardenal Müller se enorgullece de su falta de diplomacia, el Santo Padre es escrupulosamente cuidadoso en su discurso. Si bien el cardenal obviamente busca animar a su audiencia, el Pontífice, con la misma claridad, busca mantener la calma. En consecuencia, la entrevista con el Papa León ofrece mucho menos material para titulares, y los periodistas que intentan convertir el contenido en artículos que justifiquen titulares dramáticos distorsionan el mensaje del Papa. Aun así, para el lector atento, capaz de digerir la información sin añadir nada más, la entrevista ofrece algunas perspectivas útiles sobre la personalidad y los posibles planes del nuevo pontífice.

El Papa León se muestra claramente reticente a hacer declaraciones audaces de forma improvisada. Esto no es malo, en absoluto; de hecho, es un alivio bienvenido tras el turbulento reinado del Papa Francisco. Aquí tenemos un primer atisbo de los cambios que el primer pontífice estadounidense traerá al palacio apostólico. No hará declaraciones sin reflexión y consulta previas; al hablar, intentará ser preciso. A lo largo de la entrevista, muestra una marcada tendencia a presumir que las enseñanzas y prácticas actuales de la Iglesia católica son correctas y no deben cambiar. En todos estos aspectos, contrasta marcadamente con su predecesor.

Aunque rinde homenaje con frecuencia a su predecesor, el Papa León explica sus políticas de forma muy diferente. Por ejemplo, en el tema de la homosexualidad, respalda el enfoque pastoral del Papa Francisco ("todos, todos, todos" [en español en el original]), enfatizando que todos son bienvenidos en la Iglesia, pero matizando esta afirmación: "No invito a nadie a entrar porque tenga o no tenga una identidad específica". Se resiste firmemente a la ideología de género y descarta la idea de que la enseñanza de la Iglesia sobre la sexualidad pueda cambiar.

De igual manera, el Papa León apoya firmemente la sinodalidad, pero enfatiza que la sinodalidad no implica cuestionar la autoridad de la Iglesia. De hecho, su definición de sinodalidad despoja a la iniciativa de cualquier intención radical: "Creo que la sinodalidad es una actitud, una apertura, una disposición a comprender. Hablando de la Iglesia actual, que cada miembro de la Iglesia tiene voz y un papel que desempeñar". ¿Quién podría estar en desacuerdo?

Cuando se le pregunta sobre la petición de un mayor acceso a la misa tradicional, el Pontífice responde: "No estoy seguro de hacia dónde va a ir eso". A primera vista, la respuesta parece evasiva. Pero sí sugiere que la política del Vaticano tendrá un cambio: que habrá un cambio. Tras las draconianas restricciones impuestas por la Traditionis custodes, el cambio probable solo puede darse en una dirección.

En otro tema controvertido, el Papa insinúa de forma similar que está considerando un cambio en la política vaticana. Cuando se le pregunta: "¿Sabe ya cuál será su propio enfoque para el compromiso con China?", responde simplemente: "No". Explica que está siguiendo el consejo de los católicos chinos "en ambos lados sobre algunos problemas existentes". Quizás más revelador es que, cuando informa que algunos asesores sugieren el enfoque de la Ostpolitik, añade: "Ciertamente, lo estoy tomando en consideración", dando a entender así que no está convencido en absoluto del argumento que ha dominado la política vaticana en los últimos años.

El Papa León nos asegura que el panorama financiero del Vaticano no es tan sombrío como lo han retratado: "No me quita el sueño", pero reconoce que los donantes buscan garantías de que sus fondos se utilizarán sabiamente, y silenciosamente indica que se avecinan más cambios: "No sé cómo voy a manejarlo todavía, pero estoy teniendo algunas ideas claras".

Solo una vez, en los extensos extractos de la entrevista publicados en Crux , el Papa León hizo este tipo de declaración que podría causar revuelo en círculos políticos y (especialmente) diplomáticos. Habló del sufrimiento de la población de Gaza y de la urgente necesidad de brindar ayuda humanitaria. Estos son temas recurrentes en las declaraciones del Vaticano. Pero entonces el Santo Padre se lanzó: "La palabra genocidio se está usando cada vez más. Oficialmente, la Santa Sede no cree que podamos hacer ninguna declaración al respecto en este momento". Así, el Papa indica que el Vaticano no va a decir que Israel esté cometiendo un genocidio: ni oficialmente, ni "en este momento". Pero la implicación es bastante clara.

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