Amy Coney Barrett, juez del Supremo, «confiesa» al obispo Barron quién es su santa preferida

El programa del obispo de Winona-Rochester (Minnesota), Robert Barron, acogió esta semana a la juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos Amy Coney Barrett (n. 1972). 

Fue designada por Donald Trump en octubre de 2020, último año de su primer mandato, durante el cual nombró también a Neil Gorsuch (2017) y Brett Kavanaugh (2018), asegurando para bastantes años una mayoría originalista, es decir, de jueces partidarios de una interpretación de la Constitución literal y acorde a la mente del legislador originario, y no sumisa a corrientes ideológicas posteriores de signo progresista. 

Actualmente seis de sus nueve miembros deben su cargo vitalicio a un presidente republicano. El alineamiento de sus votaciones se aproxima bastante a su procedencia política, pero no siempre. La propia Barrett ha suscitado las iras de un sector de los partidarios de Trump por algunas de sus decisiones, como en el caso emprendido contra él por la fiscal general de Nueva York durante la última campaña presidencial, o la congelación de la ayuda exterior con la que inauguró su segundo mandato.

En cualquier caso, Barrett, católica practicante de inspiración carismática y madre de siete hijos, no falló en un momento decisivo como fue la sentencia Dobbs, con la que el Tribunal Supremo, por 6-3, anuló la sentencia Roe vs Wade que constitucionalizó el aborto en 1973.

Barron le preguntó por ese momento, y Amy explicó que su voto no se debió ni a su fe ni a sus opiniones personales sobre el aborto, sino a razones jurídicas: "Muchas personas partidarias del derecho al aborto reconocen que Roe estaba mal fundamentada y era incoherente con la Constitución", que fue el objeto del fallo.

Como nada en la Constitución habla de aborto ni de procedimientos médicos, la sentencia Roe quiso encajarlo en el concepto de "libertad", pero -explica Barrett- "la palabra libertad no es un vaso vacío en el cual los jueces puedan encajar los derechos que les parezca, porque en tal caso perdemos la democracia". Roe vs Wade pertenecía a ese género de "lectura forzada" de la Constitución, sentenció la juez antes de formular el principio básico de los originalistas: "Los derechos protegidos por la Constitución, como las garantías procesales que la Constitución establece, no son creación mía [de los jueces], son los estadounidenses quienes los han acordado". 

Que su decisión en la cuestión del aborto no tuviese que ver con su fe católica no implica que su fe católica no tenga importancia para ella, como explicó en otro momento de la charla con Barron, pues es su "fundamento" y lo que le brinda "perspectiva" sobre las cosas.

También desveló que sus santos favoritos son Santa Catalina de Siena (1347-1380) y Santa Teresa de Lisieux (1873-1897), en particular esta última, con cuyo nombre bautizó a una de sus hijas.

Cuando era niña le impresionó "qué joven era [Santa Teresita del Niño Jesús] cuando entregó completamente su vida al Señor... Su Caminito es accesible a todos".

Amy estudió de niña y de joven en Francia y estuvo en Lisieux: "Pasé mucho tiempo en los jardines de los Martin [Louis y Zélie, los padres de Santa Teresita]. Esos ejemplos de fe fueron importantes para mí".

Barrett  también contó a Barron cómo ha sido su vida de oración a lo largo de los años. Cuando era profesora de Derecho solía rezar la lectio divina. Como juez busca practica más bien la "lectura meditada", y entre sus lecturas figura el Magnificat, publicación que se edita en numerosos idiomas.

En los últimos dos años, sin embargo, la he costado más concentrarse, y entonces busca escuchar reflexiones de otros.