Religión en Libertad

Belorado: sentirse fuera de la Iglesia, lo que más hacía sufrir a las monjas mayores ahora libres

Una vez fuera del convento cismático han comentado que estuvieron ajenas a sus decisiones y mal atendidas espiritual y sacramentalmente.

Las monjas cismásticas de Belorado, de camino a una de sus comparecencias judiciales de los últimos meses.

Las monjas cismásticas de Belorado, de camino a una de sus comparecencias judiciales de los últimos meses.

Redacción REL
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El pasado 18 de diciembre concluyó el aspecto más inquietante a nivel personal del conflicto de Belorado: la situación de las cinco monjas clarisas de mayor edad (entre 88 y 101 años), que no habían sido declaradas cismáticas por la Iglesia porque no se tenía constancia de su adhesión a la posición de las diez excomulgadas. Un auto del juzgado de instrucción número 5 de Bilbao permitió a la Guardia Civil, acompañada por médicos forenses, desalojarlas del monasterio de Santa Clara de Orduña y trasladarlas al hospital de Basurto para una revisión, tras la cual algunas quedaron ingresadas y otras fueron acogidas por conventos de la orden.

Posteriormente han trascendido informaciones sobre el estado en el que vivían y la atención que recibían, motivo de la intervención judicial.

“Estaban mal atendidas de forma sistemática, las hemos encontrado con mucha suciedad y muy delgadas”, trasladaron a La Razón personas que las vieron, y que añaden asimismo que la capacidad cognitiva de alguna de ellas se encuentra mermada por la edad y por tanto sin poder de decisión ante la rebelión de la antigua abadesa, Laura García de Viedma. “Requieren de unos cuidados especiales que no han tenido”, añaden.

Parte de la situación higiénica y sanitaria de las religiosas había sido detectada por la Benemérita durante la inspección ocular que pudo hacer del monasterio cuando entró el pasado 27 de noviembre para detener a García de Viedma por un presunto delito de apropiación indebida y venta ilegal de obras de arte.

Pero no solo han sido las condiciones materiales de las monjas las que han llamado la atención. También su situación espiritual tras la explosión de tensiones desde el 13 de mayo de 2024, cuando comenzó el cisma declarado formalmente un mes después, el 22 de junio, por el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, nombrado comisario pontificio para el caso.

Según recoge ABC, una de ellas transmitió a la clarisa que la acompañaba en la ambulancia su angustia religiosa: “Yo creo que no pertenecemos a la misma religión, nosotras estamos de otra manera. ¡Y yo no quería, no quería, no quería!”. Así lo expresó después de un tenso silencio, cerrando los ojos y agitando la cabeza “en un gesto de dolor”.

Hay que recordar que, desde su ruptura con la Iglesia, las ex clarisas han llamado para su atención espiritual y sacramental a una sucesión de obispos y sacerdotes de grupos sedevacantistas muy dispares, con algunos de los cuales han roto también después. Según reconoció una de las monjas mayores, ellas estuvieron siempre apartadas de esas decisiones.

Las ex monjas de Belorado tienen prohibido por orden judicial visitar a sus antiguas compañeras. En aplicación de ese auto, el personal del hospital frustró varios de sus intentos de verlas.

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