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La Capilla Sixtina se blinda hasta la primera fumata del cónclave, en torno a las 19:00 horas 

¡Extra omnes! Acaba la procesión solemne e inicia el cónclave que elegirá al Papa 267 de la Iglesia

Momento en que Giovanni Ravelli, maestro de celebraciones litúrgicas, procedía al cierre de la Capilla Sixtina.

Momento en que Giovanni Ravelli, maestro de celebraciones litúrgicas, procedía al cierre de la Capilla Sixtina.

José María Carrera Hurtado

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En un ritual cargado de tradición y simbolismo, los cardenales electores han iniciado este miércoles 7 de mayo el cónclave que elegirá al nuevo Sumo Pontífice, el número 267, de la Iglesia Católica.

Comenzaba con la solemne e icónica procesión que los ha llevado desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina, momento en que el colegio de 133 cardenales electores se aísla del mundo para comenzar sus deliberaciones.

A las 16:30 horas, vestidos con sus sotanas rojas y mucetas escarlatas, los electores se encontraban reunidos en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico para un momento de oración en el que, presididos por el Cardenal Decano, invocaban la asistencia del Espíritu Santo en un momento que el cardenal Giovanni Battista Re definía esta mañana en la Misa Pro Eligendo Pontifice como “difícil, complejo” y de importancia crucial para la Iglesia.

La presidencia del cónclave recae en esta ocasión en la persona del ex secretario de Estado, Cardenal Pietro Parolin, al superar los 80 años de edad el que normalmente sería el responsable de hacerlo, el decano del Colegio Cardenalicio, actualmente Giovanni Battista Re.

El rito procesional que lleva a los cardenales electores hasta la Capilla Sixtina se inició con la oración:

“Venerables hermanos: celebrados los divinos misterios, entramos ahora en Cónclave para elegir al Romano Pontífice. Toda la Iglesia, unida a nosotros en oración, invoca sin cesar la gracia del Espíritu Santo, para que sea elegido por nosotros un Pastor digno de todo el rebaño de Cristo. Que el Señor dirija pasos por el camino de la verdad, para que, por intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, de los santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos, hagamos siempre lo que le agrada”.

Encabezados por la cruz procesional y acompañados por el canto de las letanías de loa santos y del "Veni Creator Spiritus" invocando la guía del Espíritu Santo, los purpurados avanzaron según su orden de antigüedad dentro del Colegio Cardenalicio en dos filas paralelas por la Sala Regia.

Mientras comenzaba la procesión, la guardia suiza formaba y se inclinaba solemnemente ante la cruz, a la que seguían dos cirios y el colegio de prelados auditores de la rota romana y los protonotarios apostólicos que testimoniarán la celebración. Seguían clérigos y cardenales por orden de creación desde el más joven.

Un cónclave histórico

La solemnidad era palpable en los rostros de los cardenales durante la procesión, siendo la muestra visible de un cónclave que muchos definen de “histórico” por la polarización y ausencia de comunión dentro de la propia Iglesia, con dos visiones o tendencias en muchos aspectos antagónicas.

El recorrido, de tan solo unos metros, representa un viaje simbólico de profundo significado. Atravesando los pasillos del Vaticano, decorados con frescos que hacen palpables siglos de historia de la Iglesia, los cardenales caminaban entre el pasado y presente de la Iglesia en busca del próximo pontífice que deberá guiar y confirmar en la fe a los más de 1300 millones de fieles.

Entre otros motivos, también será único por ser uno de los que más representación tiene de la Iglesia universal. Concretamente procesionaban 133 cardenales de los 5 continentes, 17 de países de África, 15 de América, 17 de Asia, 18 de Europa y 4 de Oceanía. Respecto a la procedencia, 53 cardenales son europeos, 37 americanos, 23 asiáticos, 18 africanos y 4 de Oceanía. De todos ellos, 108 han sido elevados al rango cardenalicio por el Papa Francisco, siendo esta la primera ocasión en que participan en un cónclave.

Fin de la procesión de entrada de los cardenales electores a la Capilla Sixtina, donde tendrá lugar el cónclave desde este 7 de mayo.

Fin de la procesión de entrada de los cardenales electores a la Capilla Sixtina, donde tendrá lugar el cónclave desde este 7 de mayo.

Conforme se acercaban por parejas, los cardenales se inclinaban ante la imagen del crucificado, pasando junto a los Evangelios sobre los que más tarde jurarían de forma individual.

A medida que concluía el ingreso, terminaban las letanías de los santos y daban paso a las oraciones que pedían la liberación y auxilio del Señor frente a los males que puedan asolar el mundo o la Iglesia, así como por sus intenciones y necesidades.

Amplio dispositivo de seguridad

Una vez llegaron a su destino, los frescos inmortales de Miguel Ángel recibían imponentes al conjunto de cardenales, en una Capilla Sixtina que desde hacía horas estaba con cada detalle ultimado. Tal y como los medios vaticanos hicieron público este 6 de mayo, el dispositivo desplegado para la puesta a punto de la Capilla Sixtina fue de primer orden en el Vaticano.

En tan solo una semana, los técnicos desactivaron los sensores instalados para la conservación de los frescos, construyeron un suelo técnico elevado que nivela el pavimento cosmatesco original y montaron las mesas y sillas ceremoniales, todas cuidadosamente revestidas con telas de la Florería vaticana. A la vez, se realizó una revisión completa de los sistemas eléctricos y de climatización, tanto en la Sixtina como en los alojamientos.

Durante el Cónclave, permanecerán dentro del perímetro sellado al menos 12 personas (electricistas, climatizadores y floristas), quienes han prestado juramento de confidencialidad y trabajarán sin contacto exterior. Se trata de un equipo mixto de veteranos que participaron en anteriores Cónclaves y de técnicos jóvenes que reciben el testigo de esta tradición única.

Al acceder al interior de la Capilla, donde tiene lugar la elección de los sumos pontífices desde finales del siglo XV, cada cardenal tomaba posesión de su asiento en cada una de las mesas dispuestas a ambos lados de la capilla. Allí pronunciarán el juramento de fidelidad y secreto absoluto y fidelidad a las constituciones apostólicas.

El interior de la Capilla Sixtina, con el lugar asignado a cada cardenal, como se ve en la imagen en el caso de Artime, Semeraro o Grech.

El interior de la Capilla Sixtina, con el lugar asignado a cada cardenal, como se ve en la imagen en el caso de Artime, Semeraro o Grech.

El texto del juramento:

Comenzaba entonces el juramento. Primero lo hacía el cardenal Parolin, seguido de cada cardenal, con la mano sobre los Evangelios, diciendo: “Y yo, Cardenal N., prometo, obedezco y juro”.

“Nosotros los cardenales electores presentes en esta elección del Sumo Pontífice prometemos, nos obligamos y juramos observar fiel y escrupulosamente todas las prescripciones contenidas en la constitución apostólica del sumo pontífice Juan Pablo II 'Universi Dominici Gregis', emanada el 22 de febrero de 1996.

Los cardenales Robert Sarah y Raymond Leo Burke, durante el juramento.

Los cardenales Robert Sarah y Raymond Leo Burke, durante el juramento.

Igualmente prometemos, nos obligamos y juramos que cualquiera de nosotros, que por divina disposición, sea elegido Romano Pontífice, se comprometerá a desarrollar fielmente el Munus Petrinum de Pastor de la Iglesia Universal y no cesará de afirmar y defender hasta la extenuación los derechos espirituales y temporales, además de la libertad de la Santa Sede.

Sobre todo, prometemos y juramos observar con la máxima fidelidad y con todos, ya sea clérigo como laico, el secreto de todo aquello que en cualquier modo concierne a la elección del Romano Pontífice y todo lo que ocurre en el lugar de la elección y se refiera directa o indirectamente al escrutinio.

No violar en manera alguna este secreto tanto durante como tras la elección del nuevo pontífice, a no ser que el mismo pontífice confiera explícita autorización; jamás apoyar interferencias, oposición u otra forma de intervención con la autoridad secular u otro grupo de personas que quisiera interferir en la elección del Romano Pontífice".

Participa Puljić

En cuanto a la participación, el cardenal Vinko Puljić, Arzobispo Emérito de Sarajevo (Bosnia-Herzegovina), estuvo finalmente presente en la procesión de inicio del cónclave con el resto de purpurados, lo que hace solo unos días parecía imposible después de que el cardenal anunciase el impedimento de su estado de salud, anunciando que también participará en las votaciones desde la Capilla Sixtina.

A la espera de la primera fumata

Tras el juramento del cardenal indio George Jacob Koovakad, el maestro de celebraciones pontificias pronunciaba el “extra omnes”, “todos afuera”, que indicaba que solo debían permanecer en la Capilla los cardenales electores y el mínimo de personas imprescindible que deberán ayudar a la correcta realización de la votación. Se quedaron el maestro de celebraciones, Diego Giovanni Ravelli, y Raniero Cantalamessa, responsable de la segunda meditación dirigida a los cardenales, breve y recordando la responsabilidad de los cardenales ante la inminente votación.

Segundos después de su desalojo, Ravelli procedía al cierre de la Capilla, que permanecerá así hasta la primera fumata del cónclave, en torno a las 19:00 horas de este jueves.

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