Martes, 19 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Frank Cancro es uno de los pocos capellanes en este insólito ministerio con gran tradición católica

Su sueño era trabajar en el circo, fue payaso tres años y ya lleva doce como capellán circense

El capellán Frank Cancro.
Explica que ser capellán de circos es "como cualquier otra parroquia" pero con un estilo de vida propio de horarios, desplazamientos y costumbres.

J.M.C. / ReL

Si algo ha demostrado la Iglesia a lo largo de la historia es que la alegría es una parte fundamental de la fe. Tanto que incluso existe la teología de la risa y la diversión es clave en las labores evangelizadoras: existen sacerdotes atletas, scaters, cineastas, famosos ajedrecistas e incluso pandilleros,  Pero si alguien conoce un ministerio sacerdotal dedicado por entero a la risa, ese es Frank Cancro, expayaso y capellán circense.

Desde que era un niño, Cancro siempre quiso dedicar su vida al circo. De hecho, trabajó como payaso profesional durante tres años y medio viajando por toda la costa este de los Estados Unidos hasta que, como cuenta a The Pillar, abandonó el circo como profesión para entrar poco después al seminario.

Tuvo que esperar hasta 2010 para saber que su dedicación al circo debía ser total, no solo en cuerpo, sino también en alma. Hoy, a sus 73 años y tras 12 como capellán circense atendiendo a una de las 40 compañías ambulantes del país, describe su trabajo como "un estilo de vida emocionante".

Esta peculiar dedicación surgió en 2009, cuando era párroco en Belmont (Carolina del Norte) y le asignaron una misionera parroquial dedicada a la pastoral circense.

"Ella observó una foto mía vestido de payaso como si fuese una portada de una revista que colgaba de la pared de mi despacho", explica. Le preguntó y días después de contarle la historia, Cancro recibió una carta invitándole a la reunión anual del ministerio circense y espectáculos itinerantes.

Una Navidad en el circo

A Cancro no le quedaba mucho para jubilarse como párroco y admite que uno de sus grandes deseos era pasar más tiempo en el ministerio, especialmente durante las vacaciones.

"Lo emocionante de la jubilación es que podría pasar más tiempo en Navidad, Semana Santa y otros momentos importantes estando de gira con el circo", menciona.

Antes de jubilarse, el sacerdote se dedicó al nuevo ministerio de forma parcial, en torno a 4 o 5 días al mes, compaginándolo como los otros sacerdotes con sus otras obligaciones pastorales. Sin embargo, después comenzó a entregarse por entero al circo, convirtiéndose en uno de los coordinadores del Ministerio de Circos y Espectáculos Itinerantes. Desde julio de 2021, es asesor nacional de la comunidad circense católica

Para Cancro, sus inicios como capellán circense "fueron algo emocionante y siempre aprendía cosas nuevas", pero admite que la posibilidad de "actuar en varios lugares distintos en menos de 24 horas puede desgastarte".

"Es como cualquier trabajo, intentas encontrar formas de equilibrar ese desgaste por ti mismo y a mí lo que me ayudó fue poder aprender diferentes habilidades y conocer gente  diferente, visitando y conociendo muchos pueblos pequeños que normalmente no serían visitados por cualquier turista", explica.

El capellán Frank Cancro en el circo.

Cerca del 40% de los 300.000 empleados en el  sector del circo en Estados Unidos son católicos, lo que suponen unas120.000 personas. 

Un siglo de presencia católica circense

El capellán describe su labor como "un ministerio de la presencia". Una presencia que se debe, en parte, a la confianza que otorga a la Iglesia haber estado presente en el ámbito circense durante más de 100 años.

"La Iglesia Católica es la única que ha tenido un ministerio continuo y regular para la gente del circo en los Estados Unidos. La gente y los dueños del circo realmente confían en nosotros, podemos estar presentes en los espectáculos y confían en que estamos para todos", menciona.

Explica también que una de las características fundamentales de la compañía a la que acompaña -y de todas en general- es la diversidad de sus componentes.

"Son jóvenes pero también ancianos y hay algunas familias que pertenecen al circo desde hace 6 o 7 generaciones", menciona. También provienen de una gran variedad de lugares y comenta que "una de las razones por las que el catolicismo ha sido prominente en el circo estadounidense" es su capacidad de atraer "a familias y artistas de Europa y América del Sur, que, al menos culturalmente, son católicos".

De hecho, según informa Catholic News Herald, 300.000 personas trabajan en 50-60 circos y 300-400 carnavales en los Estados Unidos, y el 40% de ellos son católicos. 

Como en una iglesia ambulante

Preguntado por su día a día como sacerdote en el circo ambulante, explica que por lo general,  "encuentras problemas normales como en cualquier otra parroquia, personas que se enfadan entre sí, que se enamoran, las alegrías de una familia o las tragedias de perder a otros seres queridos".

Sin embargo, menciona que hay otros más relacionados al ámbito circense, como "los problemas relacionados al abuso de alcohol o drogas, especialmente en los jóvenes", por lo que se dedica especialmente a proporcionar una formación adecuada".

Con los sacramentos explica que ocurre algo similar, y tiene "un calendario continuo de bautizos, primeras comuniones, confirmación y bodas", con la salvedad de que las catequesis no siguen los parámetros de los cursos escolares, por lo que "no todos los niños reciben la primera comunión a los 7 u 8 años".

"Es como ser pastor en una iglesia ambulante", resume: "Formas parte de lo que es, en síntesis, una ciudad ambulante con una población que se mueve continuamente".

Frank Cancro misa en el circo.

El padre Cancro, en una misa celebrada en 2018 en el conocido Big Apple Circus.

Las mañanas, óptimas para rezar

Uno de los rasgos particulares de este "ritmo y estilo de vida" es que "los días se retrasan", ya que los espectáculos comienzan a mediodía y terminan pasada la media noche.

Por ello, el capellán puede dedicar "toda la mañana a la lectura y la reflexión", y aprovecha para ir a ayudar o decir misa cuando hay cerca una parroquia y dispone de transporte para llegar.

"La mañana es siempre un momento que valoro mucho para rezar: sinceramente, soy capaz de rezar más concentrado durante el camino por las mañanas que en la parroquia, porque sé que están todos dormidos y nadie me molesta", concluye.

El capellán Frank Cancro.

Como cualquier otro sacerdote, Frank Cancro atiende un calendario continuo de bautizos, primeras comuniones, confirmación y bodas. 

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