El cardenal Bagnasco también ve un despertar de la fe en Europa: «El desierto está floreciendo»
Muy próximo a Benedicto XVI, fue presidente de las conferencias episcopales europeas durante cinco años.

El cardenal Angelo Bagnasco, aunque ya emérito, es una de las figuras más respetadas del episcopado europeo.
"El hombre fue creado por amor, por lo que su naturaleza es la de un ser hecho para amar y ser amado. Fuera de eso, el hombre está perdido": la intervención del cardenal Angelo Bagnasco, quien cumplirá pronto 83 años, en el congreso Juan Pablo II: un magisterio para la Iglesia y la sociedad del tercer milenio, celebrado el pasado 8 de noviembre en la Universidad Católica de Milán y promovido por la asociación cultural Tu Fortitudo Mea, nacida del legado espiritual de monseñor Luigi Negri, es la prueba de la sólida formación tomista de uno de los protagonistas de la vida de la Iglesia italiana de los últimos treinta años.
Presidente durante una década (2007-2017) de la Conferencia Episcopal Italiana y durante cinco años (2011-2016) del Consejo de Conferencias Episcopales Europeas, incluso después de haber dejado por haber alcanzado la edad límite el gobierno de la archidiócesis de Génova (de la que fue arzobispo entre 2006 y 2020) y el colegio cardenalicio que elige al Papa, Bagnasco sigue siendo una voz muy escuchada.
- Breve entrevista al cardenal Bagnasco en la presentación de su último libro.
Este año ha publicado el libro Cristo, speranza di ogni uomo [Cristo, esperanza de todo hombre] (Ares), que es una recopilación de breves reflexiones diarias para el Año Santo.
Al término del congreso en Milán, respondió a las preguntas de Rodolfo Casadei para el número de diciembre de 2025 de Tempi:
-Eminencia, en una entrevista reciente abordó el tema de la relación entre fe y política, Iglesia y política, afirmando que "un Estado que no reconociera la dimensión religiosa no sería justo porque no respetaría al hombre, que es un ser abierto a la trascendencia". ¿Qué debería implicar este reconocimiento? ¿Debe referirse al contenido concreto de las políticas que se aplican y de las leyes que se introducen en la vida de la sociedad?
-El Estado y la política tienen como objetivo el bien común, y el bien común significa el bien de cada persona, no en sus deseos individuales, sino en las necesidades que son propias de todos los hombres desde el punto de vista de la estructura humana: el trabajo, la vida, la relación con los demás, la participación, la cultura.
»Entre estas necesidades fundamentales, entre estas necesidades primarias, iguales para todos los hombres, se encuentra también la dimensión religiosa. No se trata de una afirmación confesional: he dicho religiosa, por lo que toda forma de religión corresponde a esta necesidad estructural de todo ser humano. ¿Por qué? Porque el hombre no se explica a sí mismo, porque su existencia no se la ha dado él mismo, ni puede prolongarla a su antojo. Su existencia depende de algo o de alguien que está más allá de él.
»Este más allá es una realidad que trasciende a la persona, pero que no la aplasta. Al contrario: la explica y la revela. Entonces, si la política en general y por tanto los Estados, deben garantizar y promover el bien común integral de la persona, que no es solo cantidad y necesidades físicas, sino también de orden espiritual, en el momento en que no tienen en cuenta o incluso niegan o persiguen a los creyentes, no solo van en contra de estos, sino que van en contra del hombre en sí mismo y, en consecuencia, contra la humanidad entera. Esta no es una afirmación confesional, es una constatación de la realidad, de lo que es el hombre en sí mismo.
-Este verano, ante un caso de suicidio asistido, usted intervino reiterando que la Iglesia tiene el deber de hablar en defensa de la vida, y las reacciones no fueron benévolas. ¿Qué puede hacer la Iglesia para que se la escuche sin prejuicios cuando aborda estos temas?
-Los prejuicios no están en la Iglesia, están en quienes escuchan. El deseo, el anhelo, el sentido común es que se hable sin prejuicios, con el deseo común de buscar la verdad y el bien. La Iglesia debe seguir, como siempre ha hecho, diciendo la verdad sobre el hombre a partir de la realidad en su totalidad, que conduce a lo divino, a Dios, sin el cual nada se explica. Por tanto, la Iglesia debe seguir afirmando la verdad fundamental, es decir, las cosas religiosas, el Misterio de Cristo y sus consecuencias prácticas y morales. Las dice como un acto de amor, sabiendo que, como enseñó Jesús en el Evangelio, Dios conoce el corazón de cada hombre.
Vaticano
Víctor Manuel Fernández: el título mariano de «corredentora» puede usarse, pero «no oficialmente»
Religión en Libertad
-El dicasterio de la Doctrina de la Fe ha publicado recientemente una nota doctrinal de 80 párrafos sobre la Virgen María titulada "Mater populi fidelis", y también en este caso la atención se centra en unos pocos párrafos, en particular el 22, donde se afirma que siempre es inapropiado utilizar el título de "corredentora" para definir la cooperación de María, aunque dicha expresión haya sido utilizada en el pasado por papas y santos. ¿Qué opina usted al respecto?
-No puedo responder a esta pregunta, porque no hemos leído el texto en latín de la nota, y los textos en italiano e inglés no dicen lo mismo. Si hay dos traducciones que dicen dos cosas diferentes, es necesario remitirse al texto latino, que es el único auténtico.
-¿Qué valoración global hace del documento de síntesis del Camino sinodal de las Iglesias que están en Italia "levadura de paz y esperanza"?
-Sin duda, mis hermanos obispos, en la próxima asamblea plenaria, tendrán seriamente en cuenta todos y cada uno de los párrafos y sabrán evaluarlos a la luz de la fe, de la gran tradición de la Iglesia y del magisterio auténtico, en vista del bien de las almas, es decir, de todo el pueblo de Dios que se encuentra en Italia.
-En los medios de comunicación han tenido gran relevancia los párrafos que se refieren a las parejas que conviven y a las personas homosexuales y transgénero, y los comentaristas se han dividido entre quienes piden a los obispos que acojan también esta parte del documento como inspirada por el Espíritu Santo y quienes advierten que estas expresiones representarían una capitulación de la Iglesia ante el espíritu de los tiempos. ¿Qué opina usted al respecto?
-La doctrina católica está garantizada por aquel que tiene la tarea de confirmar en la fe a toda la Iglesia, es decir, el sucesor de Pedro, el Papa. Todos estamos llamados, por tanto, a ser fieles con convicción, claridad y amor al depósito de la fe por el que tantos mártires han dado su vida, y que el pueblo de Dios ha vivido y vive.
-Al igual que otras realidades eclesiásticas europeas, católicas y protestantes, la Iglesia italiana está experimentando un declive en cuanto a número de fieles y prestigio social. Disminuye el número de bautismos, matrimonios, ordenaciones sacerdotales y contribuyentes que eligen el 8 por mil en la declaración de la renta. Se trata de una disminución lenta pero constante, que se ha producido a lo largo de los cuatro pontificados de los últimos treinta años. ¿Cómo se explica esto y qué cree que se puede hacer para invertir esta tendencia?
-Estoy convencido de que estamos al comienzo de una nueva primavera. Por lo que veo en toda Italia y también en el extranjero, en el norte de Europa, puedo decir que el desierto está floreciendo. Lenta pero inexorablemente. Las cifras que usted cita son el resultado de encuestas ciertamente serias y veraces, pero la Iglesia no puede reducirse a cifras, porque es una realidad humana y divina, visible e invisible. La presencia y la acción de Jesús en las almas no se puede medir, pero está muy extendida y da frutos. También en el plano de las vocaciones, creo que Dios está sembrando para el bien de las almas que desean tener a su lado pastores que puedan celebrar los sacramentos, enseñar el Evangelio, guiar y acompañar a todos tras Cristo hacia el Cielo.
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Entre la crisis y el avivamiento, la «generación del Papa León» augura un resurgimiento vocacional
José María Carrera Hurtado