Religión en Libertad

Fernando Frías estudió la oposición 15 horas al día durante año y medio

El notario de 24 años que logró la nota histórica más alta: «La fuerza me venía del Espíritu Santo»

Fernando Frías es el notario más joven de España

Fernando Frías es el notario más joven de España

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Fernando Frías es a sus apenas 24 años el notario más joven de España tras lograr sacar adelante una de las oposiciones más duras que existen y para el que los candidatos se preparan durante casi cinco años de media para intentar conseguir una plaza. Y lo ha hecho sacando la mejor nota histórica en el notariado y tras poco más de año y medio de preparación.

Este joven madrileño ya ejerce como notario en Cedeira (La Coruña) y su historia ha dado la vuelta por toda España, pues su constancia y dedicación ha dejado boquiabiertos a todo aquel que conoce su recorrido, sobre todo al haber logrado una nota jamás alcanzada hasta la fecha.

Durante el tiempo que duró su preparación para esta oposición estudió con una disciplina férrea entre 14 y 15 horas diarias, sin salir de casa y centrándose exclusivamente en este objetivo. Incluso llegó a perder masa muscular e incluso pelo. Pero finalmente su tesón ha tenido una enorme recompensa. Y en ella incluye la ayuda de Dios, de la que habla públicamente en las entrevistas que ha concedido tras este gran hito que le ha convertido en el mejor opositor para notario desde que hay registros.

En el podcast de Luis Usera, “Con P de Podcast, se extiende sobre el papel que ha desempeñado Dios en todo este duro proceso y cómo la conversión que experimentó le cambió la vida.

Proveniente de una familia con padres separados, Fernando reconoce que no ha tenido una fe heredada, pues su familia no era especialmente practicante. Pero un módulo de Teología que descubrió en la Universidad Francisco de Vitoria le hizo -asegura- “replantearme muchas cosas” hasta llegar al convencimiento de que “cuando estoy cerca de Jesús soy más feliz”.

De ahí que este joven notario hable de una conversión en su vida gracias a esa búsqueda de la verdad que le ha caracterizado. “Al final de nuestra vida nos juzgarán por cuanto hemos amado, y cuanto hemos amado en todo: en casa, en nuestra profesión, con nuestros amigos… Esto es lo más importante”, señala durante esta entrevista.

Y así lo vivió durante la oposición y las largas jornadas de estudio que llevaron su cuerpo y su mente al límite. De este modo, Fernando confiesa: “Cuando estaba encerrado en mi cuarto rezaba y tenía a Dios muy presente”.

“Me pasaron muchas cosas en este tiempo, estudiaba 14 o 15 horas y veía que tenía una fuerza por las mañanas, que era una fuerza que venía del Espíritu Santo, era algo tangible”, añade.

Pese a las jornadas maratonianas no llegó a quebrarse. Y eso que en alguna ocasión asegura que llegó a pedirle Dios que le enviara alguna enfermedad leve, alguna fiebre o anginas para que pudiera parar pues estaba “reventado”. Sin embargo, Fernando afirma que lejos de enviarle estas dolencias Dios “me enviaba una alegría y una fuerza tremendas”.

Esto le lleva a tener claro que la Providencia es algo que existe y que ha estado muy presente en todo este tiempo en su vida. “Lo experimento cada día, pero no es lo mismo creer que practicar. La gente piensa que sólo las personas con gracia pueden creer, pero también es voluntad, es querer creer”, indica.

Una vez pasada la oposición, una amiga suya le recomendó que leyera el Evangelio y tras seguir este consejo señala que ha visto una gran “transformación en su vida”, una enorme “felicidad”.

Así asegura que cuando por la mañana lee un pasaje como “no juzguéis y no seréis juzgados” y luego llega a la oficina y se encuentra un problema, el Evangelio le da esa fuerza extra para enfrentarse a situaciones complejas. “Te ayuda a ser mejor”, concluye.

Por ello, Fernando considera que “cuando uno tiene una felicidad tan grande lo comparte” e indica que “yo no me puedo quedar callado, tengo que compartirlo”. Y eso que ser cristiano -apostilla- no es nada fácil “porque implica una coherencia en todos los ámbitos de la vida”. Y para lograrlo se apoya fuertemente en la oración. “He visto el poder de la oración”, concluye.

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