Jueves, 02 de mayo de 2024

Religión en Libertad

El Papa se despide de Mongolia inaugurando la Casa de la Misericordia; «un puerto donde atracar»

Mongolia
Se trata de una estructura sin precedentes, ya que, por primera vez, fue creada por iniciativa de la prefectura apostólica de Ulan Bator, con la ayuda de Obras Misionales Pontificias de Australia.

J.C.

El Papa Francisco puso rumbo a Roma después de finalizar su viaje apostólico a Mongolia. Antes de marcharse recibió a agentes de la caridad e inauguró la "Casa de la Misericordia" de Ulán-Bator

"Les agradezco de corazón por la acogida, el canto y la danza, así como sus palabras de bienvenida y sus testimonios, los cuales creo que bien pueden resumirse con algunas palabras de Jesús: 'Tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber'", comenzó diciendo Francisco en el nuevo hogar.

El buen olor de Cristo

Se trata de una estructura sin precedentes, ya que, por primera vez, fue creada por iniciativa de la prefectura apostólica de Ulan Bator, con la ayuda de la dirección nacional de las Obras Misionales Pontificias de Australia. El edificio, que fue renovado, albergaba antiguamente un colegio católico, ubicado en el barrio de Bayangol, en la zona central de la ciudad.

El sitio acogerá temporalmente a personas en situaciones vulnerables, como inmigrantes y personas sin hogar. Dotados de una clínica, profesionales y voluntarios trabajarán en colaboración con las estructuras sanitarias, la Policía local y los trabajadores sociales. 

PapaEl edificio, que fue renovado, albergaba antiguamente un colegio católico.

"Aquí estamos, por tanto, en esta casa que ustedes han construido y que hoy tengo la alegría de bendecir e inaugurar. Es una expresión concreta de ese hacerse cargo del otro en el que los cristianos se reconocen; porque donde hay acogida, hospitalidad y apertura a los demás se respira el buen olor de Cristo", aseguró el Papa.

Una labor que se remonta a los orígenes de la presencia católica en Mongolia. "Desde que los primeros misioneros llegaron a Ulán Bator en los años noventa, sintieron inmediatamente la llamada a la caridad, que los llevó a hacerse cargo de la infancia desamparada, de los hermanos y hermanas sin hogar, de los enfermos, de las personas con discapacidades, de los presos y de quienes, en su situación de sufrimiento, pedían ser acogidos", afirmó.

"Fue el mismo gobierno mongol el que pidió la ayuda de los misioneros católicos para afrontar las numerosas emergencias sociales de un país que en ese tiempo se hallaba en una delicada fase de transición política, marcada por una pobreza generalizada. En estos proyectos están comprometidos hasta el día de hoy misioneros y misioneras procedentes de muchos países", añadió el Papa.

La gratitud aligera el alma

Sobre la nueva Casa de la Misericordia, el Papa aseguró que se propone como punto de referencia para un gran número de acciones caritativas. "Manos tendidas hacia los hermanos y hermanas que tienen dificultad para navegar en medio de los problemas de la vida. Es una especie de puerto donde atracar, donde poder encontrar escucha y comprensión", expresó.

Pero, para que estas obras de caridad se puedan realizar es necesaria la entrega de la gente. "Para que eso se realice es indispensable el voluntariado, es decir, el servicio, puramente gratuito y desinteresado, que las personas libremente deciden ofrecer a quienes lo necesitan; no en base a una compensación económica o cualquier otra forma de retribución individual, sino por puro amor al prójimo", comentó.

"Servir de este modo parece una mala apuesta, pero al arriesgar se descubre que lo que se da sin esperar recompensa no es en vano; más bien, se convierte en una gran riqueza para el que ofrece tiempo y energías. La gratuidad, en efecto, aligera el alma, sana las heridas del corazón, acerca a Dios, desvela la fuente de la alegría y nos mantiene interiormente jóvenes", añadió.

Puedes ver aquí íntegro el encuentro con los Agentes de la Caridad.

La ceremonia de despedida tuvo lugar en una sala interior del aeropuerto, ante la presencia de la misma representante gubernamental que recibió al Pontífice a su llegada, la ministra de Asuntos Exteriores, Batmunkh Battsetseg.

Tras una breve conversación, el Papa Francisco se despidió de la comitiva local y de la delegación mongola y fue el último en embarcar en el avión A330 de ITA Airways que despegó a las 12:03.

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