Lunes, 29 de abril de 2024

Religión en Libertad

EE UU: La cultura cristiana en lo más alto


Resulta que un buen producto de carácter cristiano es más rentable que el miedo a ofender a los enemigos del cristianismo.

por Marta Alejandro

Opinión

En Estados Unidos, la llegada oficial de la temporada de verano es el Día de la Memoria, la fiesta oficial del último lunes de mayo con la que se recuerda a los soldados fallecidos en servicio. Con la temporada de verano, periódicos, revistas y tiendas publican listas de recomendaciones de libros, música y películas para las vacaciones. En el área metropolitana de Denver, la librería local Tattered Cover y la cadena nacional Barnes and Noble recomiendan las novelas “The Girl Who Kicked the Hornet’s Nest” y “A Vintage Affair” respectivamente. La primera es una novela de intriga y la segunda es un romance femenino, y ambas son obras muy típicas del mercado literario escapista en habla inglesa.

Pero en una muestra de la naturalidad con la que conviven la cultura laica y confesional en Estados Unidos, quiero centrarme en la lista de recomendaciones de otra librería de Colorado: Aquina and More Catholic Goods, en la ciudad de Colorado Springs. En la lista de esta librería también se incluyen varias novelas: “The Gargoyle Code” del Padre Dwight Longenecker; y “Black as Night” y “The Midnight Dancers” de Regina Doman, todas de claro tema católico. La existencia de autores de habla inglesa de novelas “católicas” no es nada nuevo, ahí está J. R. R. Tolkien y la serie de “El Señor de los Anillos”, publicados en los años cincuenta. Tampoco es de extrañar que una librería católica publique una lista de autores y temas católicos. Lo interesante es la popularidad de estos libros y autores fuera de los medios confesionales.

La autora Regina Doman ha publicado 21 libros que se venden con éxito en las páginas web de las librerías Barnes and Noble y Amazon, novelas de fondo católico dirigidas en su mayoría a niñas adolescentes. Lo interesante es que sus libros no tienen problemas para competir con otras novelas para adolescentes dominantes hoy en día: las distintas series populares de vampiros, magos y escolares precoces de costumbres y comportamiento cuestionables. 

Esta naturalidad con la que se codean los autores y temas confesionales en el campo de la cultura popular no se limita a la literatura. La explosión de la radio y la televisión confesional en Estados Unidos es un fenómeno ya maduro y también conocido, aunque a veces malinterpretado, en Europa: se reduce a los famosos telepredicadores de la Iglesia Pentecostal como Jim Bakker, que después de hacerse millonario con su televisión evangélica, se vio envuelto en varios escándalos de adulterio y fue procesado y condenado por fraude. Más allá de estos escándalos tan explotados en campañas de desprestigio contra religiones y movimientos religiosos, existe toda una industria de medios de comunicación, música y películas de carácter confesional que nada tiene que envidiar a su hermana mayor más famosa.

Además de los cientos de canales de radio y televisión locales y cadenas nacionales de información y contenidos religiosos en programas de noticias, debate o de música religiosa de todo género y estilo (rock, gospel, hi- hop, pop), hoy en día el alcance de la industria audiovisual confesional se ha extendido también al campo de la producción cinematográfica, en algunos casos con mucho éxito.

Lo que en sus inicios se consideró un fenómeno regional o de subgéneros aislados, como la música negra (gospel, soul) o en el Cinturón de la Biblia de los estados del Sur, o bien como una reacción a la revolución cultural de los años sesenta, en la actualidad es un mercado capaz de competir sin complejos y de atraer a audiencias fuera de su submercado inicial.

Ahí están los casos de Amy Grant, la cantante que en los años setenta se inició en el gospel y que sin abandonar los temas cristianos hizo el salto con gran éxito al mercado pop nacional e internacional, o la productora Walden Media del inversor Phil Anschutz, cristiano declarado que produjo la serie de películas de Las crónicas de Narnia.

Sin embargo, dicha convivencia no garantiza relaciones cordiales en todo momento. Anschutz tuvo que sufrir críticas por “promover sus creencias cristianas y en favor de la familia”. Lo cierto es que los medios críticos, gracias a sus palabras, ya no engañan a nadie: les molestan los cristianos y la defensa de la familia. Y al final, hasta la empresa Disney, quien evita toda mención a la religión y las prácticas religiosas en sus series televisivas para niños, se alió con Walden Media para distribuir sus películas: resulta que un buen producto de carácter cristiano es más rentable que el miedo a ofender a los enemigos del cristianismo.  

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