Sábado, 27 de abril de 2024

Religión en Libertad

Salvemos el corazón de la Iglesia

Salvemos el corazón de la Iglesia
Muchos conventos cierran por falta de vocaciones, pero sigue habiendo jóvenes o no tan jóvenes llamados por Dios a la vida contemplativa. Por esas vocaciones ofrece su enfermedad el autor del artículo. Imagen: Monjas cistercienses del monasterio del Valle de Nuestra Señora, en Wiscosin (Estados Unidos). BlessesIsShe.net.

por Jesús Cano Moreno

Opinión

En el mundo se cierran tristemente muchos conventos de clausura al año, debido fundamentalmente a la avanzada edad de las religiosas y a las dificultades económicas. La falta de vocaciones y la ausencia de ingresos precipitan los cierres y obligan a las comunidades a fusionarse, dejando atrás sus históricos recintos monacales, llenos de santidad.
 
Mi nombre es Jesús Cano, tengo 45 años, estoy casado y en la actualidad trabajo como sacristán en la iglesia del Santo Niño del Remedio en el centro de Madrid.
 
En febrero del año pasado me operaron de un tumor maligno testicular. Todo fue bien hasta que me hicieron un TAC y descubrieron que tenía metástasis. Después me hicieron una biopsia y analizando dieron que lo que tenía realmente era un Sarcoma de Kaposi, aunque lo raro de todo esto es que no tengo los síntomas de ese tumor. Tan raro es que mi caso lo están estudiando varias universidades de España y del extranjero. En un principio me pusieron 14 ciclos de quimioterapia. Como no funcionaron, actualmente me están poniendo otros ciclos mucho más fuertes.
 
Hace unos días hice una propuesta al Señor en la oración. Ofrezco todos mis ciclos de quimioterapia por el aumento de las vocaciones contemplativas, y si el Señor quiere más, las acepto gustoso.
 
Estuve, anteriormente a mi puesto de sacristán del Oratorio del Santo Niño del Remedio, trabajando como demandadero de las Carmelitas Descalzas de Ponzano, en Madrid. Sé qué es la vida contemplativa y sufro cuando se cierra un convento de clausura. La Iglesia necesita el corazón para funcionar y ese corazón son los conventos de clausura.
 
Como las religiosas de clausura siempre rezan por nosotros, pensé que mi testimonio las ayudaría a no perder la esperanza de que más temprano que tarde sus conventos volverán a renacer.
 
Espero que el Señor escuche el ofrecimiento de mi enfermedad y mueva el corazón de muchos jóvenes a sentir la llamada a la vida contemplativa.
 
Recordemos por último las palabras de Santa Teresa del Niño Jesús. Ella nos dice en su escritos: "Al contemplar el cuerpo místico de la Iglesia, no me había reconocido a mí misma en ninguno de los miembros que San Pablo enumera, sino que lo que yo deseaba era más bien verme en todos ellos. Entendí que la Iglesia tiene un cuerpo resultante de la unión de varios miembros, pero que en este cuerpo no falta el más necesario y noble de ellos: entendí que la Iglesia tiene un corazón y que este corazón está ardiendo en amor.  Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré todo, y mi deseo se verá colmado".

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