Martes, 16 de abril de 2024

Religión en Libertad

La Creación, tú y yo

Adán y Eva en el Paraíso, cuadro de Peter Wenzel.
El hombre perdió todos los beneficios recibidos de Dios en el Paraíso por preferir su voluntad a la Suya. «Adán y Eva en el Paraíso Terrenal» (detalle), de Peter Wenzel (1745-1829).

por María García de Fleury

Opinión

En el libro del Génesis, capítulos 1 al 3, encontramos que desde el comienzo de la Creación Dios había planeado cuidadosamente un ambiente idílico para la humanidad: el agua fresca, la tierra firme, toda clase de frutas y verduras, todas las criaturas del campo, las aves del cielo, las criaturas del mar. Nuestro Creador dio todo lo que era necesario para sustentar la vida humana.

En el sexto día, Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida (Génesis 2, 7). Y vio Dios que no era bueno que el hombre estuviera solo y le creó un complemento perfecto. Unió a al hombre Adán con la mujer Eva como esposo y esposa.

Luego, Dios los puso en un jardín maravilloso: el jardín del Edén. Rodeados por un verde magnificente y abundancia de comida y agua, Dios los animó para que tomaran libremente de todo árbol que había en el Edén, excepto uno, el árbol de la ciencia del bien y del mal. Les advirtió de que si ellos decidían tomar de ese árbol, morirían.

En medio de este escenario pacífico estaba la serpiente engañosa: Satanás, el diablo, el mentiroso. Él se aproximó a Eva y la interpeló: “¿Realmente les prohibió Dios que tomaran de todo árbol del jardín?” Satanás inyectó inmediatamente una duda en la mente de Eva respeto a lo que había dicho Dios. Él hizo que apareciera como si Dios les estuviera reteniendo algo a ellos. Y ellos decidieron desobedecer a Dios. Por eso fueron expulsados del Paraíso y Dios le dijo a Adán: "Comerás con el trabajo producto del sudor de tu frente"; y a Eva le dijo: "Parirás tus hijos con dolor".

La libertad mal ejercida hizo que perdieran todos los beneficios originales. Hoy preguntamos ¿por qué hay tantas muertes, guerras, sufrimiento y dolor en el mundo? Y la respuesta es: esto sucede porque la humanidad ha escogido rechazar el buen plan que Dios ofrece (Génesis 3). El sufrimiento, la muerte y la destrucción no son el plan de Dios. Eso sólo es el resultado del uso que el hombre y la mujer le han dado al libre albedrío, a la libertad que Dios les dio, escogiendo la muerte en lugar de la vida.

El amor de Dios se continúa manifestando, incluso en la condición de destrucción y dolor en la que se encuentra el mundo. Él dio una solución. Esta solución está en escoger la vida por medio de hacer a Jesús nuestro Señor y Salvador (Juan 14, 6). Dios envió a su Hijo al mundo para rescatarnos. Por eso, la Palabra de Dios enseña que, si creemos en nuestro corazón que Dios resucitó a Jesús, y confesamos que Jesús es nuestro Señor, y vivimos de acuerdo a sus enseñanzas, seremos salvos (Romanos 10, 9-10).

La palabra de Dios enseña también que nunca estamos solos con nuestro dolor; nuestra angustia nunca necesita ser soportada en soledad. Él está ahí para llevarlo con nosotros y elevarnos por encima del dolor con grandes y continuas infusiones de alegría y esperanza porque Él es Dios y ¡con Dios siempre ganamos!

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