Viernes, 26 de abril de 2024

Religión en Libertad

Ponte el paracaídas

El retorno del hijo pródigo, cuadro de Rembrandt.
«El retorno del hijo pródigo» (detalle), cuadro de Rembrandt (1662) que expresa la esencia del cristianismo: el perdón de Dios al pecador arrepentido y su amor de padre que se anticipa a los deseos del hijo.

por María García de Fleury

Opinión

Dios nos ama tanto que brinda a todos Su misericordia mucho antes que Su justicia. Dios quiere salvarnos a través de medios muy específicos que Él da. Pero… si yo no uso los medios que Él me da para salvarme, no me salvo.

Imagina que el avión donde vas empieza a quemarse y les dicen a todos: "Póngase cada uno su paracaídas". Si no te pones tu paracaídas y te lo amarras bien a tu cuerpo, al lanzarte no te salvas.  Pero si te pones el paracaídas bien puesto sí te vas a salvar.

Los sacramentos, los momentos litúrgicos que celebra la Iglesia, la oracion, la unión con Dios son esos paracaídas que están ayudándonos a que nuestra vida sea más sencilla. Porque invitan a un encuentro personal con Jesucristo, que quiere estar con nosotros y acompañarnos para facilitarnos la vida.

Hay situaciones en la vida en las que “tocamos fondo”.  Física, moral, psíquicamente podemos vernos hundidos. En esa profundidad está Dios. Dios te ama a pesar de todo lo que eres, a pesar de tus fallas, de tus incompetencias, de tus fracasos, de tus éxitos… Dios te ama a pesar de todo. Y Dios te conoce a ti y a mí en esos bajos fondos: "Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares" (Sal 139 [138], 1-3). Cuando todo está perdido, allí está Dios con nosotros. Lo decisivo es que Dios esté con nosotros.

La actitud más genuina de Dios es salir a buscar lo que estaba perdido. Si queremos saber qué es el cristianismo, pongamos atención a la parábola del hijo pródigo. El padre, a su regreso, no aplicó la ley de Moisés, castigándolo por haberse rebelado y portado de forma irresponsable. Salió corriendo a abrazarlo, ni siquiera le permitió terminar todo lo que le venía a decir para que lo perdonara. Lo interrumpió para pedir que se hiciera fiesta porque había regresado.

Dios sale siempre a nuestro encuentro, estemos donde estemos y como estemos. Nunca niega su cercanía. Cuando te sientas perdido en la vida, pídele ayuda y perdón a Dios y ponte muy bien puesto tu paracaídas de salvación: ese encuentro personal con Jesucristo, con Su amor; y exprésalo en la oración, en el sacramento de la Confesión, de la Eucaristía, en la cercanía a la Virgen, el rezo del rosario… Estas son todas formas de amarrarte bien tu paracaídas para poderte salvar, para ser feliz porque sabes que vas bien unido a Jesucristo y por eso tu aterrizaje va a ser suave y seguro, pues estás con Dios y ¡con Dios siempre ganamos!

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