Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

¿Son inteligentes las plantas?


por Michael Cook

Opinión

En 2008, una comisión ética suiza publicó un documento de trabajo donde se sugería que las plantas tienen una “dignidad” que debe ser respetada. Como el artículo 120 de la constitución suiza dice que “la Confederación… tendrá en cuenta la dignidad de los seres vivos”, los medios recibieron dicha sugerencia con estupefacción y mofa.

Sin inmutarse, algunos miembros de la comisión fueron más lejos y formularon las Tesis de Rheinau sobre los Derechos de las Plantas. Estas propuestas garantizan los derechos reproductivos de las plantas, el derecho a ser independientes, el derecho a evolucionar, el derecho a sobrevivir como especies, el derecho a investigaciones y aplicaciones respetuosas y el derecho a no ser patentadas.

Quienes formularon estas tesis eran realistas sobre las dificultades prácticas de llevarlas a cabo en nombre de las plantas. Sin embargo, era un buen punto de partida para una bioética vegetal.

El poder de convicción de su iniciativa se ve reforzado por un controvertido movimiento en biología vegetal que afirma que las plantas son inteligentes y que, en tal caso, tal vez merezcan derechos.

Monica Gagliano es una botánica australiana líder en inteligencia vegetal. “La inteligencia de las plantas es un campo de investigación nuevo y excitante que busca demostrar experimentalmente la capacidad cognitiva de las plantas, lo que incluye percepción, procesos de aprendizaje, memoria y conciencia”, dice en su portal: “El marco que emerge de ello tiene importantes consecuencias en la forma en que vemos las plantas, en la medida en que redefine la frontera tradicional entre animales y plantas”.

La idea de que la inteligencia no es exclusiva de los animales se remonta al menos a Darwin, quien observó que las plantas interaccionaban con su entorno. Científicos como Gagliano y Stefano Mancuso, italiano especialista en fisiología vegetal, creen tener pruebas de que las plantas tienen memoria y conciencia, aunque no en una forma que los seres humanos puedan apreciar.

Sostienen que “debemos dejar de contemplar a las plantas como objetos pasivos (el mobiliario mudo e inmóvil de nuestro mundo) y empezar a tratarlas como protagonistas de su propia historia, altamente cualificadas para competir en la naturaleza”. “Estoy de acuerdo en que los seres humanos son especiales”, dijo Mancuso a The New Yorker en una entrevista de 2013: “Somos la primera especie capaz de debatir sobre qué es la inteligencia. Pero es la cantidad, no la calidad” de la inteligencia lo que nos distingue. Existimos (observaba The New Yorker) en continuidad con la secuoya, la zanahoria y la ameba.

¿Qué pasará cuando las plantas encuentren su Defensor de los Derechos de las Plantas, un nuevo Peter Singer? ¿Adiós a las floristerías? ¿Adiós a las ensaladas? ¿Adiós a las casas de madera? ¿Adiós a cortar el césped? El tiempo lo dirá.

(*) La expresión “dignidad” que cita Cook en inglés aparece en la versión inglesa de la Constitución ofrecida por el propio gobierno suizo, el cual precisa que ese texto no tiene fuerza legal por no ser el inglés un idioma oficial en la Confederación Helvética. De las cuatro lenguas oficiales suizas, en tres el artículo 120 dice “dignidad”: alemana (Würde), italiana (dignità) y romanche (dignitad); la francesa, sin embargo, dice “integridad” (intégrité).

Publicado en BioEdge.

Traducción de Carmelo López-Arias.

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