Jueves, 25 de abril de 2024

Religión en Libertad

Tras las huellas del predecesor


Una huella imborrable: este es el resultado de la visita a Cuba del Papa Wojtyła según su sucesor.

por Giovanni Maria Vian

Opinión

Una huella imborrable: este es el resultado de la visita a Cuba del Papa Wojtyła según su sucesor, que llegó casi quince años después y que precisamente a Juan Pablo II quiso dedicar sus primeras palabras en tierra cubana. Para muchos, tanto creyentes como no creyentes, el ejemplo y las enseñanzas del Pontífice que vino de lejos son una «guía luminosa que les orienta tanto en la vida personal como en la actuación pública al servicio del bien común de la nación», dijo significativamente Benedicto XVI.

Para la Iglesia en Cuba, además, la visita del Papa Wojtyła fue «como una suave brisa de aire fresco» que le dio nuevo vigor, despertando en muchos una «renovada conciencia de la importancia de la fe» e inaugurando una etapa de mayor colaboración y confianza en las relaciones entre Estado e Iglesia. En este ámbito, sin embargo —subrayó con claridad el Papa—, queda aún mucho por hacer, sobre todo por lo que atañe a «la aportación imprescindible» de la religión en el ámbito público.

Por lo tanto, siguiendo las huellas de Juan Pablo II, su sucesor ha iniciado la etapa caribeña de este nuevo viaje americano, que se abrió con el pleno éxito de los días pasados en México. «Benedicto, hermano, ya eres mexicano» coreaban rítmicamente, en las calles abarrotadas y en el parque del Bicentenario al pie del Cubilete, multitudes impresionantes por su número —en total, probablemente, más de un millón y medio de personas— y con un entusiasmo reconocido por el propio Pontífice. Y un calor confirmado por el saludo de despedida del presidente Felipe Calderón y por las palabras conmovidas de Benedicto XVI.

En México el Papa se dirigió, mirando con esperanza el futuro, a todo el continente. En este sentido, fueron emblemáticas la presencia en la catedral de León de los representantes de los episcopados latinoamericanos y las palabras del presidente de su Consejo episcopal, monseñor Carlos Aguiar Retes. De modo análogo, a la llegada a Santiago —presentándose como «peregrino de la caridad» en el cuarto centenario del hallazgo de una veneradísima imagen mariana, la Virgen de la Caridad del Cobre— Benedicto XVI dijo que llevaba en su corazón «las justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren», y volvió a referirse a la crisis económica, cuyó carácter espiritual y moral muchos señalan, porque falta una ética que ponga en el centro a la persona humana.

Memorable por la compostura y por el número de los participantes —más de doscientas cuarenta mil personas, entre ellas en primera fila el presidente Raúl Castro, que había acogido al Papa a su llegada— fue luego la primera misa en tierra cubana, mientras la tarde desdibujaba una enorme imagen del líder de la revolución que destacaba frente al altar. Hablando de la Anunciación, Benedicto XVI dijo, entre otras cosas, que Dios, con la Encarnación, entró en la historia humana, mientras que, cuando se lo expulsa, el mundo se transforma en un «lugar inhóspito para el hombre». Entonces, por mérito de la obediencia de María, imagen de la Iglesia, surgió un mundo nuevo. Por eso, es preciso luchar, día a día, pero con las armas de la paz y del perdón, que reflejan la bondad de Dios.

Giovanni Maria Vian es director de LÓsservatore Romano.


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