Jueves, 03 de octubre de 2024

Religión en Libertad

Sante Babolin relata una de sus experiencias más asombrosas

El exorcista invocó a la Virgen y el poseso se revolvió exaltando a diosas aztecas sanguinarias

Sante Babolin.
Sante Babolin, exorcista de Padua, pudo comprobar de forma directa el aprecio del demonio por los dioses paganos. Foto: Efe.

Cari Filii

En 2006, el sacerdote Sante Babolin, de la diócesis italiana de Padua, ya preparaba su jubilación cuando el obispo le decidió nombrar exorcismo diocesano. Desde entonces, no sólo se dedica a este ministerio sino que habla y escribe sobre él y participa en las asociaciones de exorcistas de Italia y del mundo.

Babolin ha estudiado y enseñado filosofía en Roma (en la Gregoriana, La Sapienza, Saint Sulpice y la Urbaniana) y también en la Universidad Pontifica de México, según explica el semanario católico mexicano Desde La Fe.

Nuestra madre, en lengua náhuatl...

Babolin pasó años en México y adquirió devoción a la Virgen de Guadalupe de México. Por eso, a menudo realiza los exorcismos acompañado de una imagen de esta advocación y la menciona como Guadalupe Tonantzin ("nuestra madre Guadalupe", en lengua náhuatl).

Pero en cierta ocasión, se encontró con una asombrosa respuesta en un exorcizado, que recoge el semanario mexicano.

En Italia, en el santuario de la Virgen de la Gracia en Villafranca, Padua, empezó a realizar un exorcismo a cierto joven italiano. La acción del demonio ya se manifestaba en el joven. Siguiendo el ritual, el sacerdote pasó a mencionar a la Virgen:

-Por la Santísima Virgen María, Guadalupe Tonantzin

Y entonces el joven "respondió violentamente y con furia en los ojos":

-Tonantzin, no; ¡Coatlicue!

Coatlicue es una diosa azteca, llamada "la del faldellín de serpientes", una diosa a la que los aztecas daban culto con grandes sacrificios humanos que recordaban los enemigos derrotados de la diosa en su mitología. Aunque los aztecas llamaban "tonantzin" (madre nuestra) a varias divinidades femeninas, y también a ésta, no era una diosa agradable ni maternal en ningún sentido.

Coaticlue y la Virgen de Guadalupe.

A la izquierda, Coatlicue, con su faldellín de serpientes; su cabeza la ocupan dos serpientes enfrentadas, pero no siempre se representa así. Su culto implicaba sacrificios humanos.

El exorcista italiano quedó asombrado, pero continuó orando y mencionando a la Virgen de Guadalupe.

-Prima di Lei, tutto era mio lí! -gritó iracundo el exorcizado.

Es decir: "Antes de ella, todo esto era mío allá!", refiriéndose, parece, al México precristiano, lleno de violencia, esclavitud y sacrificios humanos.

Cuando finalizó el exorcismo, como suele suceder, el joven volvió a su estado normal y no recordaba nada. El sacerdote le preguntó si sabía algo de México y su historia, pero él no sabía nada. Después el exorcista le pidió que pronunciara "Coatlicue". Por ambas preguntas, quedó claro que la palabra no significaba nada para él, no sabía nada de México ni de su cultura prehispánica.

La ayuda de la presencia de María

En varias ocasiones (por ejemplo, en su artículo La Virgen María y su presencia en los exorcismos) el padre Babolin anima a que siempre que se pueda los exorcismos se realicen en un oratorio o lugar adecuado alejado de la gente, con una imagen visible del Crucificado y otra de la Virgen María.

En otra ocasión, el diablo, más enfadado de lo usual, le dijo: “¡A la que está allí [mirando la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe que estaba en la capilla] ya no puedo soportarla más; y también a ti, prete [sacerdote, en italiano], no te aguanto más!”

En este caso Babolin respondió:

-Tienes que vértelas con Él [señalando el Sagrario]; yo hago lo que Jesús me pide.

-Tú, prete, no entiendes nada; a ti no te soporto, porque tú eres la Iglesia. Tarde o temprano llega la Iglesia y yo no puedo nada contra la Iglesia -dijo el endemoniado, según el exorcista italiano.

Babolin explica que en ocasiones empieza sus exorcismos leyendo las palabras que le dijo Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego: “¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos? ¿Por ventura aún tienes necesidad de cosa otra alguna? Por favor, que ya ninguna otra cosa te angustie, te perturbe”.

Publicado originalmente en el portal mariano Cari Filii.

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