Domingo, 05 de mayo de 2024

Religión en Libertad

San Marcos 5, 21-24. 35b-43

No temas; basta que tengas fe. La niña no está muerta, sino dormida

ReL

Talitha qumi
Talitha qumi

Sab 1, 13-15; 2, 23-24 

Dios no hizo la muerte ni se complace destruyendo a los vivos.
Él todo lo creó para que subsistiera y las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo reina en la tierra.
Porque la justicia es inmortal.
Dios creó al hombre incorruptible y lo hizo a imagen de su propio ser; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los de su bando.

 

Sal. 29, 2 y 4. 5-6. 11-12a y 13b  

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.

 

2 Cor 8, 7. 9. 13-15 

Hermanos:
Lo mismo que sobresalís en todo - en fe, en la palabra, en conocimiento, en empeño y en el amor que os hemos comunicado -, sobresalid también en esta obra de caridad.
Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.
Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En este momento, vuestra abundancia remedia su carencia, para que la abundancia de ellos remedie vuestra carencia; así habrá igualdad.
Como está escrito:
«Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba».

Mc 5, 21-24. 35b-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago.

Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
- «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.»

Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente.

Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
- «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?»

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
- «No temas; basta que tengas fe.»

No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.

Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo:
- «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.»

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
- «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).

La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones.

Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Señor Jesús, ven a nuestra casa, a nuestra vida; pon tu mano amorosa y poderosa sobre nosotros y líbranos de las muertes que nos hunden. Sí, Jesús, si tú pones la mano en todo lo nuestro, todo cambia. Queremos fiarnos totalmente de ti, creyendo que tú das la vida donde todo parece muerto.

Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío.

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