«Casa de David», el «Juego de Tronos» bíblico: sin sexo ni dragones, pero con gigantes

Parece que los estudios Amazon MGM, para Amazon Prime, querían una historia épica, larga, ampliable, con una base de fans que no se enfadara, para todos los públicos y que no fuera muy cara. O sea, todo lo contrario a lo que les daba dolores de cabeza en la carísima y polémica Los Anillos del Poder.

Y acudieron a la Biblia, a cineastas cristianos y a un enfoque respetuoso con el texto y con su público, pero incluyendo intrigas palaciegas y épica fantástica.

Así nace La Casa de David, que es una especie de Juego de Tronos bíblico, sin sexo y sin dragones pero con gigantes, estirpes, leyendas, maldiciones y profecías.

La primera temporada consta de 8 episodios. Los tres primeros se estrenaron el 27 de febrero de 2025, y el resto salen semanalmente. La serie ha tenido éxito y la segunda temporada ya está confirmada.

Los creadores de la serie son Jon Erwin y Jon Gunn, a quienes los lectores de ReL pueden recordar por películas como October Baby, I Can Only Imagine (La canción de mi padre, sobre esa canción cristiana viral), El Caso de Cristo y Jesus Revolution.

Se nota que aman la Biblia y el texto bíblico. Y la música, y las relaciones de familia. La canción de mi padre era una historia de padres e hijos que necesitaban reconciliarse, y también de música sanadora. También October Baby era una historia de perdón entre madre e hija. La Casa de David trata de lo mismo. El joven David no es muy querido por su padre y hermanos y echa de menos a su madre fallecida con violencia (en esto no sigue a la Biblia: 1 Samuel 22,3-4 nos señala que el padre y la madre de David estaban vivos siendo él ya adulto). Hay problemas en su familia, y en la de Saúl.

Que no falte un salmo cantado en cada capítulo

Michael Iskander, el actor qué interpreta al joven David, es un egipcio criado en Estados Unidos desde los 9 años. Es cristiano y músico, canta y toca la guitarra y el piano. En cada capítulo de Casa de David canta al menos un salmo en hebreo, con su lira. A veces David toca para su oración y consuelo propio. Otras, para sanar o aliviar al Rey Saúl.

El contexto es de transformación social e incluso tecnológica. Hacia el año 1000 antes de Cristo, los hebreos, por primera vez, tienen un rey. Es Saúl, que con ayuda de Dios vence a sus numerosos enemigos. Saúl recuerda que él era tratante de animales y ahora es rey. Todos saben que pocos años antes su armas eran de madera y piedras, y ahora las hay de bronce e incluso empieza a llegar algún cuchillo de hierro.

En el primer capítulo Saúl derrota a los amalecitas, a los que presentan como caníbales y brujos. Dios, en la serie, ha ordenado matar a los prisioneros y jefes amalecitas y no repartirse su botín. Teólogos y moralistas suelen comentar que la Biblia ya desde épocas remotas intentaba evitar que se vea como algo lícito las guerras con vecinos buscando botín y esclavos, combatía así la motivación económica que vuelve endémica la guerra. Pero en la Biblia la orden contra Amalek es más radical: se pide matar a hombres, mujeres y niños amalecitas (1 Samuel 15,3). La teleserie oculta ese detalle.

La teleserie también simplifica la vida familiar de Saúl, que por la Biblia sabemos que tenía un harén (2 Samuel 3,7 y 12,8). Aquí tiene una única esposa, la intrigante Ahinoam. Ya veremos qué harán en futuras temporadas con David y sus diversas esposas (entre 4 y 7, o más). En la Biblia hay muchas historias de poligamia, todas para mostrar que es un sistema desastroso, que causa odios y matanzas entre parientes.

En La Casa de David resuenan linajes y estirpes de forma similar a lo que encontramos en Juego de Tronos y sus casas nobles. Juego de Tronos es una referencia constante en esta serie, aunque evitando el sexo. El hijo lujurioso y licencioso de Saúl se limita a mirar a las criadas y reírse con ellas.

Pero el trono es un objeto numinoso, fascina y corrompe. El joven David se sienta en él cuando cree que nadie le mira. Y eso que es una novedad absoluta: Israel acababa de adoptar la monarquía.

Ahinoam, esposa de Saúl, es como Cersei en Juego de Tronos. Es una reina intrigante que acude a la bruja de Endor. La interpreta la actriz israelí Ayelet Zurer, la misma que hace de Vanessa, esposa del jefe mafioso Kingpin en las teleseries de Daredevil. ¡Tiene un don para esos papeles!

Martyn Ford, el enorme culturista inglés que en 2016 interpretaba un Goliat calvo y afeitado en la cínica Kings and Prophets, es aquí un Goliat barbudo y melenudo. El texto bíblico parecía hablar de un hombre de dos o quizá tres metros, pero aquí tenemos un gigante de 5 metros. Y hay más, sus hermanos, tan grandes como él, que efectivamente salen en la Biblia. 

Las historias bíblicas de los valientes campeones de David contra gigantes son reseñas muy breves (2 Samuel 21, 15-22; Crónicas 11,23; 20,4-8) pero inspiraron las leyendas de Arturo y sus caballeros y están en la raíz todo el género caballeresco.

Hay también influencias visuales de El Señor de los Anillos, de Tolkien. Samuel es un profeta anciano pero vigoroso, siempre viajando, peregrino errante con vara. Incluso pelea con el joven Jonatán y le vence. Es otro Gandalf, aunque casado y con discípulos.

En las escenas de locura del Rey Saúl, vemos a través de sus ojos un velo de niebla enfermizo, similar al de Frodo cuando se pone el Anillo Único: una marca de lo sobrenatural, pero aquí es fruto de una maldición de Dios.

En el episodio 5 se nos cuenta una narración mítica sobre el origen de los gigantes, los hijos de Anak, estirpe de ángeles caídos que se reprodujeron con mujeres (Números 13,33; Génesis 6, 1-4). Cuando los israelitas llegaron a Canaán tras el Éxodo encontraron que sus habitantes eran "gigantes". En Casa de David han pasado 4 siglos desde esos hechos (dicen los personajes) pero no relacionan directamente a Goliat y su familia con este pueblo.

Con todo, la postura del joven David, aprendiendo a leer con la princesa Mical en la biblioteca del palacio, es sencilla: "Yo creo en todas las palabras de Moisés", dice.

Acción vigorosa, combates sin casquería

Los combates son vigorosos, sin ensañamiento ni casquería. Pueden ver esta serie niños de 10 años o más, aunque se les hará lenta y larga porque se centra en sentimientos adultos complejos, en gente que habla en pasillos de la corte. A los adolescentes les atraerá la relación desigual entre David y Mical. La hermana de Mical tarda en mostrar su interés por David.

Los trajes y escenarios son adecuados. No hay el pobrismo y feísmo de las series que pretenden ser "realistas", pero fuera de la corte no hay lujos. Las armas y armaduras quizá tienen más cuero tachonado que escamas de bronce, pero Israel no era ninguna potencia militar en este momento.

El palacio-fortaleza de Saúl se antoja demasiado grande y alto, pero lo justifican recordando que se lo acaban de quitar a los filisteos. La película se filmó en terrenos abruptos de Grecia, durante 4 semanas, y muchos interiores en estudios de Calgary, Canadá.

La crítica más dura contra la serie es que avanza muy despacio. En el episodio 6 Goliat acaba de ser reclutado por los filisteos, mientras David deja de ser músico de la Corte sin haber siquiera entablado amistad con Jonatán. A este ritmo, se pueden hacer 10 o 12 temporadas, más si incluímos a Salomón, que es también de la casa de David. El nivel de fantasía y magia tendrá que disminuir una vez cuando pase el tiempo de los gigantes y la bruja de Endor.