Religión en Libertad

El beato Francisco Castelló en la peregrinación a Chartres (y 2)

Del 7 al 9 de junio de 2025, tuvo lugar la 43ª edición de la peregrinación tradicionalista de París a Chartres

Banderas de Capítulos en la peregrinación de París a Chartres,

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UN ALMA DE APÓSTOL: A LA VERDAD POR LA CARIDAD

En 1931, Francisco comenzó sus estudios de ingeniero químico en Barcelona. Estudiante brillante, obtendrá su licenciatura en 1934, antes de ser contratado en un fábrica de fertilizantes.

Su vida de estudiante en Barcelona es un buen ejemplo. Te preguntas, pero ¿cómo actuar concretamente por Cristo Rey? Bueno, querido amigo, escucha, medita y reflexiona en lo que puedes hacer.

Trabajar por el reino de Cristo equivale a darle el primer puesto en todo lugar y en todo momento, es transmitir el don de Dios a aquellos que nos rodean, el don de la Verdad a través del don de sí mismo.

Y esto Francisco lo ha entendido bien. Visita a los enfermos y va a los hospitales. Atiende a un patronato (oratorio), los domingos y festivos, donde enseña tanto pin-pon como catecismo a los niños. También imparte cursos de Doctrina Social de la Iglesia a los jóvenes aprendices para evitar que sean corrompidos por el ambiente anticlerical de los talleres y las fábricas. Una vez contratado en la fábrica de fertilizantes, da clases de química a los trabajadores, lo que le permite hablar de Dios de vez en cuando, y así revelar la verdad.

Pero su asociación preferida es la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña, que tiene como objetivo ofrecer una sólida formación doctrinal a una élite para penetrar después en todos los estratos sociales y en todos los sectores del trabajo, la cultura, el ocio, el deporte… Se entregará con todo su corazón a esta obra.

¡Darse para dar a Dios! Esta fue la obra de su vida.

MARIONA

Infatigable, jovial, apreciado por todos por su confianza, su franqueza, su caridad, apasionado del alpinismo, amante de la montaña que purifica alma y cuerpo, Francisco se enamora de una joven, María Pelegrí, apodada cariñosamente Mariona. Se comprometen en mayo de 1936.

Ofrece libros de formación a su prometida. Pero nunca pudo darle “las ternuras que le había reservado”. Porque una tormenta de inusual violencia se cierne sobre España.

EL TESTIMONIO DE LOS MÁS VALIENTES

En efecto, la revolución resuena. El 1 de julio de 1936, Francisco es llamado a filas. Un día un oficial instructor osa decir palabras hirientes contra la Iglesia. Francisco se levanta y protesta con energía diciendo: “Le ruego que se limite a cumplir con su deber y se abstenga de herir los sentimientos de los creyentes. Yo soy católico y me ofenden sus palabras”. Un pesado silencio se posó sobre los presentes. El oficial continúa su entrenamiento, pero no olvidará la audacia de este chico…

EN LA CÁRCEL POR SER CATÓLICO

La revolución estalla. El desorden es total. Es la caza del hombre, sobre todo de sacerdotes y laicos comprometidos. En su casa, Francisco recibe la orden de incorporarse al destacamento al que es asignado. Su familia intenta disuadirlo para que no vaya: “No os preocupéis por mí. ¿Qué me puede pasar? No tengo ningún enemigo en el destacamento. Tal vez pueda hacer mucho bien”. Y se va. Horas más tarde, su familia recibe una nota escrita a toda prisa: “Estoy prisionero en el cuartel, firmado Francisco”.

El tribunal popular, compuesto por trabajadores y soldados marxistas, lo convoca para interrogarlo. Oficialmente está encarcelado porque es acusado de ser fascista: se han encontrado libros de química escritos en italiano y en alemán sobre su escritorio. ¿No son estos países fascistas? Esta mentira le hiere profundamente; hará todo lo posible para restablecer la verdad. No, él jamás ha pertenecido a partido político alguno. Pide a sus compañeros de la fábrica que defiendan su caso. Pero a pesar de su adhesión a Francisco, el miedo les hace declarar que es un “miserable”, es decir, en la jerga del momento, “un católico practicante”. Se le ofrece la libertad con la condición de que abjure de su fe. Él se niega rotundamente.

En el terrible ambiente del calabozo, Francisco permanece alegre, sorprendentemente sereno. Organiza el rezo del rosario, así como pequeñas charlas nocturnas para explicar el sentido de la vida cristiana a sus compañeros de prisión. Organiza juegos, da clases, sostiene la moral de sus compañeros, va de celda en celda buscando al prisionero que necesita ser animado. Envía a los que van a morir a confesar con un sacerdote, prisionero con ellos… ¡incluso va a organizar un coro! Y por la noche, tomando tiempo de su descanso, se entrega a la oración.

Los peregrinos a Chartres pudieron conocer y meditar en la vida y martirio del beato Francisco Castelló.

Los peregrinos a Chartres pudieron conocer y meditar en la vida y martirio del beato Francisco Castelló.

LA SENTENCIA DE MUERTE

El 29 de septiembre de 1936, de nuevo es llamado por el tribunal popular. Sabe que va a la muerte. Hace una ferviente confesión general ante el único sacerdote que aún sobrevive.

Ante sus jueces, anula los débiles argumentos con que le acusan de ser fascista. La acusación pública pregunta entonces: “¡Acabemos! ¿Eres católico?” De una forma clara y con el rostro iluminado, Francisco responde: “¡Sí, así es! ¡Soy católico!” La acusación pide entonces la pena de muerte. Al presidente que le pregunta si tiene algo que decir en su defensa, Francisco contesta: “¿Para qué? Si el hecho de ser católico es un delito, acepto de buen grado ser delincuente”.

De vuelta en la prisión, Francisco tiene tiempo de escribir tres cartas, a sus hermanas y a su tía, a su padre espiritual, y finalmente, la más bella, a su novia Mariona. Este es un extracto:

“Me sucede algo extraño: no logro sentir pena por mi muerte. Una alegría asombrosa, interna, intensa, fuerte, me invade por completo. Me gustaría enviarte una carta de despedida triste, pero no puedo. Estoy lleno de pensamientos alegres, como un presentimiento de la gloria.

Me gustaría decirte cuánto te habría querido, las ternuras que te había reservado, la felicidad que hubiéramos tenido. Pero todo esto es secundario para mí. Debo dar un gran paso”.

IBA A LA MUERTE CANTANDO

El 30 de septiembre de 1936, Francisco subió con sus compañeros de condena en el camión que les condujo al cementerio donde serán ejecutados. Entona el credo. Creo en Dios… los otros prisioneros cantan con él. Después cantan el himno de los ejercitantes: “¡Arriba los corazones, mis hermanos! ¡Ascendamos cantando!”

Llegados al cementerio, los prisioneros se ponen en línea. El pelotón de ejecución también. Francisco grita: “¡Un momento, por favor! Os perdono a todos. Os espero en la eternidad”.

Francisco tiene las manos juntas, los ojos fijos en el cielo, una oración en los labios: “¡Fuego!”, grita una voz decidida. Francisco lanza un último grito: “¡Viva Cristo rey!” Los disparos resuenan.

CONCLUSIÓN

El 11 de marzo de 2011, Juan Pablo II eleva al honor de los altares a 233 mártires españoles, asesinados por odio a la fe durante la Guerra Civil en España, incluido el gran Francisco Castelló Aleu.

Capilla dedicada al beato Francisco Castelló en la Iglesia de Sant Pere de Lérida

Capilla dedicada al beato Francisco Castelló en la Iglesia de Sant Pere de Lérida

Amigo peregrino, ¿qué debes recordar de este ejemplo?

Tres cosas:

La formación doctrinal es primordial. Si Francisco pudo transmitir tanto la verdad a su prójimo, es gracias a su gran dominio de la doctrina católica. ¡Así que a trabajar! Toma la resolución de trabajar regularmente el catecismo, de leer obras doctrinales, de leer las encíclicas de los papas. Conoces el dicho: solo se puede dar aquello que se ha recibido. Eres capaz, la verdad es simple. Dios se pone a tu alcance. Trabaja para conocerlo cada vez mejor.

No dejar pasar la oportunidad de hacer el bien. En tu familia, tu parroquia, tu colegio, el trabajo, se te ofrecen miles de pequeñas oportunidades. No esperes la gran oportunidad que nunca llegará, actúa aquí y ahora. Dónate. Da tu tiempo. Todo católico debería tener al menos un compromiso, en el que se entregue gratuitamente por la gloria de Dios. ¿Has encontrado el tuyo?

Sé la luz del mundo. Dios, que está en ti por la gracia, desea atraer hacia él a todos aquellos que te rodean. Sé un instrumento dócil entre sus manos. Ten la preocupación de transmitir: transmitir la fe, transmitir la doctrina, transmitir la bondad de Dios. Aumenta el brillo de tu llama con la oración, haz oración, reza durante mucho tiempo, reza a menudo.

Bibliografía

Il allait à la mort en chantant, Jacinto Peraire Ferrer, Ed. Traditions monastiques, 2007.

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