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#Espiritualidad Católica - #Nueva Evangelización

Subir amando Dios. Caer amando al mundo

San Agustín. Sermón 22A,4

San Agustín. Sermón  22A,4

San Agustín. Sermón 22A,4- N.M.N.

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No intentes subir con pies, ni pienses que bajas andando. Subes amando a Dios, caes amando al mundo (San Agustín. Sermón 22A,4)

La frase nos advierte contra una interpretación literal o mundana del progreso espiritual. No se trata de un ascenso físico, de logros materiales o de escalar posiciones en la sociedad. No se trata de ser líder o "influencer" de moda. No se trata de convertirnos en segundos salvadores. San Agustín nos dice que la verdadera elevación no se consigue mediante el esfuerzo humano y social, la ambición desmedida o la búsqueda de poder. El ascenso significa trascendencia. Es decir, ir más allá de lo que el mundo valora y aplaude.

De igual forma, la caída no es simplemente un retroceso social, humano o una pérdida de estatus. No se trata solo de un fracaso en los negocios, de una enfermedad o de una desgracia. San Agustín nos dice que el descenso es espiritual y moral. No se trata de un simple tropiezo, sino la consecuencia de una elección del camino de vida que transitamos.

La verdadera ascensión espiritual se logra a través del amor que trasciende lo humano. El amor a Dios. Este amor no es un sentimiento superficial, sino abrir la puerta de nuestro ser a Dios, una búsqueda constante de la voluntad divina, una identificación con los valores del Evangelio. Es un amor que transforma, que nos eleva por encima de las preocupaciones del mundo y nos interconecta con lo eterno. Amar a Dios significa ponerlo en el centro de nuestra vida, priorizar sus designios por encima de nuestros propios deseos.

La caída, nos recuerda de nuevo San Agustín, no es causada por una fuerza externa, sino por una elección interna: amar al mundo por encima de Dios. Amar al mundo, en este contexto, significa apegarse a los bienes materiales, a los placeres efímeros, a la vanidad, al orgullo y a todo aquello que nos aleja de Dios. Es poner nuestras esperanzas y nuestra felicidad en cosas que son pasajeras y que, en última instancia, no nos pueden satisfacer. Es elegir la gratificación inmediata antes que la trascendencia eterna.

▶️En el contexto de la evangelización digital, esta frase nos desafía a ser auténticos y transparentes en nuestra misión de difusión de la Buena Noticia. Debemos mostrar al mundo que la verdadera felicidad no se encuentra en las redes sociales, sino en el amor a Dios que aparece en nosotros. Debemos usar las redes sociales para compartir el mensaje del Evangelio y para ayudar a otros a encontrar el camino hacia Dios. Debemos evitar la vanidad, el orgullo y la búsqueda de la aprobación de los demás. Tampoco debemos utilizar la Fe para flagelarnos unos a otros, aunque esto genere aplausos, likes y relevancia social.

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