¿Tu entidad o causa católica prospera o lucha por sobrevivir?

Nuestras entidades deben ser gestionadas como una empresa
¿Te has preguntado alguna vez por qué algunas organizaciones sin ánimo de lucro crecen cada día y consiguen más donativos, mientras que otras apenas logran sobrevivir? La respuesta no siempre reside en la importancia o nobleza de la causa, sino en la profesionalidad con la que se gestiona la entidad.
Permíteme contarte una historia que ilustra perfectamente esta situación: Fray Alonso, un monje franciscano de 83 años en Colombia, y el Padre Óscar, un sacerdote en un barrio sencillo de Costa Rica, dirigían sus entidades católicas y enfrentaban un reto común. Soñaban con sacar adelante un proyecto vital para su causa… pero no contaban con los recursos para hacerlo realidad. Además, nunca habían construido una base sólida de donantes, por lo cual no tenían forma de conseguir los donativos necesarios.
Los donativos nunca llegan solos
Como muchos directores de entidades sin ánimo de lucro, Fray Alonso y el Padre Óscar creían que, por la importancia vital de sus proyectos, los donativos -si o si-llegarían. ¡Nada más lejos de la realidad! Comprobaron una realidad de la recaudación de fondos: Por muy valiosa y necesaria que sea tu causa, los donativos nunca llegarán solos.
Los tiempos han cambiado y, hoy en día, no basta con sentarse a esperar. Para construir una base sólida de donantes es necesario aplicar los tres principios básicos del fundraising, aplicables 100% a las entidades católicas:
1. Para conseguir donativos, hay que pedir donativos (usando todas las técnicas profesionales del fundraising).
2. Para conseguir dinero, hay que invertir dinero (en campañas, medios de comunicación, formación, etc.).
3. Se requiere constancia y disciplina (no rendirse y tener mucha resiliencia).
Nuestras entidades católicas son y no son empresas
En estos 25 años, formando y asesorando a cientos de entidades sin ánimo de lucro, de España e Hispanoamérica, he escuchado muchas veces esta frase: “Nosotros no somos una empresa.” Y es cierto. Pero… ¿por qué renunciar a las eficientes y profesionales prácticas empresariales? ¿Acaso no necesitamos igualmente aumentar los ingresos, cada día, para crecer y sobrevivir?
La conclusión a la que he llegado es clara: si no te formas para gestionar tu entidad con el mismo profesionalismo, estrategia y disciplina que una empresa, corres el riesgo de que se estanque o incluso desaparezca.
No se trata de que nuestras entidades católicas (parroquias, fundaciones, congregaciones, colegios, diócesis, etc.) se convierta en una empresa comercial, sino de implementar lo mejor del mundo empresarial, adaptado a la complejidad y particularidad nuestra. En estas décadas he podido comprobar que esta es la clave, indispensable, para que tu causa no solo sobreviva, sino que crezca y pueda cumplir su fin fundacional.
Fray Alonso y el Padre Óscar
Como mencioné antes, Fray Alonso y el P. Óscar dirigían sus entidades como la mayoría de las entidades católicas: esperando que los donativos llegaran por sí solos, confiando únicamente en la importancia de sus causas.
Fray Alonso, desde Colombia, lideraba una pequeña fundación que atendía a niños muy necesitados. El P. Óscar Céspedes, en Costa Rica, era párroco de una iglesia que no contaba con salones parroquiales para la catequesis, reuniones o actividades comunitarias.
Ambos estaban llenos de buenas intenciones, pero carecían de “herramientas modernas y profesionales” de la recaudación de fondos. Hacían colectas, pedían “limosna”, como siempre lo habían hecho, pero el dinero no llegaba. Algo estaba fallando.
Decidieron invertir en su formación y se matricularon en nuestro Máster en Fundraising
Aplicando lo aprendido, Fray Alonso, con 83 años, diseñó él mismo los materiales de comunicación de su fundación, realizó campañas modernas y antes de terminar el máster, ya había conseguido todos los donativos necesarios para adquirir una sede para su fundación.
Por su parte, el P. Óscar está terminando la construcción de un edificio parroquial, con una inversión cercana al millón de dólares, gracias a una estrategia clara, estructurada y profesional.
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