Del escándalo de la Eucaristía: hoy, "esto es mi cuerpo"
Lo ha reconocido el propio Papa en su homilía pronunciada desde el balcón del Palacio Apostólico de Castelgandolfo, el pasado domingo 26, al comentar el escándalo que la institución de la eucaristía por Jesús produjo entre sus propios discípulos. “Una reacción, -dice el Papa-, que Cristo mismo provocó conscientemente”.
Se refería Benedicto XVI al pasaje en el que el evangelista Juan (y sólo Juan) nos relata lo ocurrido cuando Jesús se propone como pan de vida para la salvación:
“Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: ‘Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?’ […] Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él” (Jn. 6, 60-66).
Ahora bien, ¿en qué consistió (desde el punto de vista histórico) el escándalo de la propuesta que realizaba Jesús al instituir la eucaristía? ¿Por qué incluso hubo discípulos que al oír que Jesús les proponía comer su carne y beber su sangre hasta le abandonaron?
Para responder a la pregunta enunciada, es preciso dar respuesta antes a otras, y entre ellas, a estas dos: ¿por qué propone Jesús comer su cuerpo? ¿Qué sentido tenía dicha propuesta?
| La Ultima Cena. Daniele Crespi (1625). Protagonista, el pan ("Panem angelorum manducavit homo"). Pues bien, al ofrecer su cuerpo como alimento, Jesús no hace otra cosa que proponerse como sacrificio expiatorio en sustitución del cordero que desde los tiempos de la huída de Egipto constituía el sacrificio expiatorio de los judíos a Dios. Jesús en definitiva, propone el final de la Antigua Alianza, aquélla que sella Dios con Abraham y cuyo signo es la circuncisión: “Dijo Dios a Abrahán: ‘Guarda, pues, mi alianza, tú y tu posteridad, de generación en generación. Ésta es mi alianza que habéis de guardar entre yo y vosotros -también tu posteridad-: Todos vuestros varones serán circuncidados. Os circuncidaréis la carne del prepucio, y eso será la señal de la alianza entre yo y vosotros’” (Gn. 17, 911) Alianza que es la misma que la que se celebra anualmente con el sacrificio del cordero en la Pascua: “Este día será memorable para vosotros; en él celebraréis fiesta a Yahvé; de generación en generación como ley perpetua, lo festejaréis” (Ex. 12, 14). Ya que precisamente en cumplimiento de la Alianza, Yahveh liberó a los judíos del yugo egipcio: “Como los israelitas gemían y se quejaban de su servidumbre, el clamor de su servidumbre subió a Dios. Dios escuchó sus gemidos y se acordó de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob” (Ex. 2, 23-24).
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