Un «bar de parroquia» para los hinchas del PSG: cómo utilizar la restauración para poder evangelizar
En Francia, varias iglesias han abierto cafeterías para llegar a los más alejados

Los voluntarios de la parroquia de Sainte-Jeanne-de-Chantal venden sándwiches y bebidas dos veces al mes.
Cada vez que hay un partido en el estadio parisino del Parque de los Príncipes, el bar de la parroquia de Sainte Jeanne de Chantale, en el distrito 16 de París, ofrece perritos calientes y bebidas. Un momento ideal para conocerse y compartir historias. Aleteia ha contado esta idea.
En francés, inglés o español, con cada consumición se abre la puerta a una conversación, que se acompaña del repique de las campanas de la iglesia vecina. Los clientes –muchos de ellos aficionados al deporte–, son generosos y dejan propinas improvisadas. Un policía, por ejemplo, pagó un sándwich de 6€ con un billete de 20€, dejando el resto para la parroquia.
Cómo funcionan
El padre Nicolas Troussel suele conversar con quienes descansan en la terraza antes de los partidos. Entre pronósticos deportivos y charlas de fe, surgen momentos muy especiales. "Una noche, un aficionado aprovechó para que le bendijeran una medalla", recuerda un voluntario.
Estos espacios comunitarios son gestionados por voluntarios. En Guilherand-Granges, unas veinte personas se turnan entre semana, apoyadas durante las vacaciones por jóvenes de la localidad. Aunque todos saben servir café, té, refrescos y pasteles, su principal formación es escuchar y hacer que los clientes se sientan acogidos.

Café librería Les Curieux, en Boulogne-Billancourt.
De hecho, muchos llegan para tomar un café y, en silencio, se sinceran. Otros, en cambio, disfrutan de un simple descanso con amigos. Y están los más discretos, que no piden nada pero que buscan compañía.
Magalie cuenta: "Una mujer de 85 años, completamente sola, venía todas las mañanas y se quedaba hasta el cierre. Algunos feligreses y yo solíamos almorzar juntos después. Un día la invité a acompañarnos. Aceptó… y se echó a llorar de alegría. Me dijo que gracias a ese momento se sentía menos sola".
Muriel de Raucourt es gerente de la cafetería-librería Curieux, en Boulogne-Billancourt, y comparte una experiencia muy parecida. Esta franquicia de La Procure tiene un lema esclarecedor: "Por su hospitalidad, algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles" (Hebreos 13:2). Feligrés de la parroquia de Sainte Cécile, para él, se trata de mucho más que una cafetería de barrio.
"La idea es atraer, gracias a los libros y al café, a personas que no entrarían espontáneamente en un espacio parroquial", explica Muriel. El escaparate hacia la calle muestra libros profanos, mientras que el que da al pasillo parroquial exhibe textos religiosos.
Cristianos, ateos, vecinos, madres con hijos, jóvenes en busca de trabajo o personas que necesitan consuelo: todos son recibidos con cariño por dos empleados y un equipo de 45 voluntarios. Julie, de 37 años, lo resume así: "Me gusta venir aquí con una amiga a tomar café después de dejar a los niños en el colegio. Es tranquilo, acogedor, ¡incluso puedes llevarte un libro!".
Estos cafés parroquiales no son solo acogedores; también son espacios para anunciar a Cristo. En el Café Les Curieux, por ejemplo, se vende una cerveza parroquial con una cita evangélica en la etiqueta y los horarios de la misa dominical, que sirve como una invitación especial para saciar otra sed.
En Niza, el bar Bethel, ubicado en el patio de una iglesia, nació de la iniciativa del padre Frédéric Sangès, párroco de San Juan XXIII. "La gente se me acerca y no dudo en sentarme a conversar con ellos", comenta. En cinco años, ha recibido numerosas solicitudes de catecumenado, preparación matrimonial y confesiones. Además, los beneficios de las bebidas financiaron la renovación del cableado de la iglesia.
En el distrito 16 de París, lo que atrae a los aficionados del PSG es la música animada y, sobre todo, el aroma de las salchichas a la parrilla. Desde hace cuatro años, voluntarios de la parroquia de Sainte-Jeanne-de-Chantal, incluidos scouts, venden sándwiches y bebidas dos veces al mes.
"El objetivo es triple: crear un ambiente festivo, recaudar fondos para asociaciones parroquiales y darle una dimensión misionera", explica Renaud de Saint Sernin, director del Sainte Jeanne Grill. Se venden hasta 700 salchichas por noche de partido, a precios entre 6 y 9 euros.
Los productos son frescos y locales: salsas caseras, carne de la carnicería del barrio y pan de la panadería vecina. "Está riquísimo, y si puede contribuir a una buena causa, ¡genial!", confiesa un joven simpatizante.
"Nuestro café parroquial es una forma de extender la hospitalidad cristiana", afirma Magalie, agente pastoral laica de la parroquia Saint Pierre de Crussol en Guilherand-Granges (Ardèche). Como un sacerdote que abre las puertas de su iglesia, ella abre cada día las del café Le Frat’ desde junio de 2024.
España
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En toda Francia, estos espacios comunitarios apoyan la vida parroquial y ofrecen auténticos lugares de encuentro donde muchos se sienten más cómodos que en la propia iglesia.
En pueblos y ciudades, los cafés parroquiales se convierten en espacios donde se teje una humanidad sencilla, fraterna y abierta. Son lugares donde se alivia la soledad, donde los encuentros surgen con naturalidad y donde creyentes, vecinos y curiosos se mezclan sin distinción. Nacen amistades, se comparten confidencias y se dan muestras de bondad.