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El Papa destaca la importancia de la arqueología cristiana: «Hace visible la genealogía de la fe»

Ha publicado una Carta Apostólica con motivo del centenario del Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana.

El Papa recuerda en la Carta Apostólica que la fe cristiana es una fe encarnada en el espacio y en el tiempo, y la arqueología desvela y estudia sus huellas.

El Papa recuerda en la Carta Apostólica que la fe cristiana es una fe encarnada en el espacio y en el tiempo, y la arqueología desvela y estudia sus huellas.Excavaciones en Magdala

Redacción REL
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El Papa dio a conocer este jueves una Carta Apostólica sobre la importancia de la arqueología con motivo del centenario del Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana, fundado el 11 de diciembre de 1925 por su predecesor Pío XI y que completa el cuadro de las instituciones de la Santa Sede dedicadas a ella: la Pontificia Academia Romana de Arqueología, la Pontificia Comisión de Arqueología Sagrada y la Pontificia Academia Cultorum Martyrum. Las cuales, señala León XIV, "cada una con su especificidad, comparten una misma misión".

Las huellas de la Encarnación

Esa misión apunta en última instancia a "comprender la encarnación de la fe en el tiempo, en los lugares y en las culturas", afirma el Papa en la carta apostólica, donde justifica la importancia de las huellas de la fe en el tiempo y en el espacio. Por ello, "la arqueología es un componente imprescindible de la interpretación del cristianismo y, por consiguiente, de la formación catequética y teológica".

¿Por qué? León XIV lo explica por el carácter fundamental de la Encarnación en la fe: "Todo cristiano está llamado a basar su existencia en una Buena Nueva que parte de la Encarnación histórica del Verbo de Dios".

En efecto, "el cristianismo no nació de una idea, sino de una carne; no de un concepto abstracto, sino de un vientre, de un cuerpo, de un sepulcro. La fe cristiana, en su esencia más auténtica, es histórica: se basa en hechos concretos, en rostros, en gestos y en palabras pronunciadas en una lengua, en una época y en un entorno. Esto es lo que la arqueología hace evidente, palpable".

Esta disciplina, "al ocuparse de los vestigios materiales de la fe, educa en una teología de los sentidos: una teología que sabe ver, tocar, oler y escuchar. La arqueología cristiana educa en esta sensibilidad. Excavando entre piedras, ruinas y objetos, nos enseña que nada de lo que ha sido tocado por la fe es insignificante. Incluso un fragmento de mosaico, una inscripción olvidada, un grafito en una pared de las catacumbas pueden contar la biografía de la fe".

Por eso, "una teología que ignora la arqueología corre el riesgo de volverse desencarnada, abstracta, ideológica". Nos sirven de modelo, las primeras comunidades cristianas, que "conservaban, junto con las palabras de Jesús, también los lugares, los objetos y los signos de su presencia. La tumba vacía, la casa de Pedro en Cafarnaúm, las tumbas de los mártires, las catacumbas romanas: todo contribuía a dar testimonio de que Dios había entrado realmente en la historia y que la fe no era una filosofía, sino un camino concreto en la carne del mundo".

Grandes logros arqueológicos

En diversos lugares de la Carta, el Papa recuerda todo el bien que ha hecho la arqueología cristiana, tanto en la formación de arqueólogos y profesores como en la investigación directa, la organización de viajes o el intercambio con universidades e instituciones académicas. 

Todo ello, siguiendo los pasos de sus iniciadores, entre los que León XIV destaca al "incansable estudioso" que sentó sus bases, el arqueólogo Giovanni Battista de Rossi (1822-1894), a quien se debe el descubrimiento de la mayor parte de las catacumbas alrededor de las murallas de Roma, así como el estudio de los santuarios de los mártires de las persecuciones de Decio, Valeriano y Diocleciano, y su evolución desde la época de Constantino, cuando se convirtieron en foco de "una peregrinación cada vez más floreciente" hasta la Alta Edad Media.

Otros méritos que se deben al Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana son la excavación -emprendida por la Fábrica de San Pedro- de la tumba del apóstol Pedro bajo el Altar de la Confesión de la Basílica Vaticana o, más recientemente -subraya el Papa- las investigaciones de los Museos Vaticanos en San Pablo Extramuros.

La genealogía de la fe

"Dios ha hablado a lo largo del tiempo", señala la Carta Apostólica, "a través de acontecimientos y personas; ha hablado en la historia de Israel, en la historia de Jesús, en el camino de la Iglesia. La Revelación, por tanto, también es histórica. Y si es así, entonces la comprensión de la Revelación no puede prescindir de un conocimiento adecuado de los contextos históricos, culturales y materiales en los que se ha realizado". 

"Los cristianos no son huérfanos: tienen una genealogía de fe, una tradición viva y una comunión de testigos. La arqueología cristiana hace visible esta genealogía, custodia sus signos, los interpreta, los narra y los transmite", resume el documento.

El Papa lo concluye con una exhortación a los miembros y colaboradores del Instituto: "Sed fieles al sentido profundo de su compromiso: hacer visible el Verbo de la vida, dar testimonio de que Dios se ha hecho carne, de que la salvación ha dejado huellas, de que el Misterio se ha convertido en narración histórica".

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