De ese curioso personaje bíblico que fue Lot: una reseñita
Hablábamos hace unos días del episodio de Sodoma como parte de las referencias que el Pentateuco contiene hacia la homosexualidad. Y destacaba en él un peresonaje por encima de los demás: Lot. Un personaje del que, curiosamente, sabemos no poco, ya que el libro del Génesis nos da todas las claves de su tortuosa existencia, que le lleva desde ser el único considerado justo como para sobrevivir a la hecatombe de Sodoma, hasta convertirse en padre de sus nietos, eufemística manera de explicar que yació con sus propias hijas. Lot es ante todo, el sobrino de Abrahám: “Téraj engendró a Abrán, a Najor y a Harán. Harán engendró a Lot” (Gn. 11, 27). Lot se establece como Abraham en Jarán: “Téraj tomó a su hijo Abrán, a su nieto Lot, el hijo de Harán, y a su nuera Saray, la mujer de su hijo Abrán, y salieron juntos de Ur de los caldeos, para dirigirse a Canaán. Llegados a Jarán, se establecieron allí” (Gn. 11, 31).
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Abraham se despide de Lot. Jan Victors (1660). Llama la atención la indolencia de Lot. Tierra que abandonará con su tío Abraham para dirigirse a Canaán cuando así se lo manda Dios: “Marchó, pues, Abrán, como se lo había dicho Yahvé, y con él marchó Lot. Tenía Abrán setenta y cinco años cuando salió de Jarán. Tomó Abrán a Saray, su mujer, y a Lot, hijo de su hermano, con toda la hacienda que habían logrado y el personal que habían adquirido en Jarán, y salieron para dirigirse a Canaán” (Gn. 12, 4-5) Allí, explica el Génesis, la hacienda de uno y otro crece tanto, que han de separarse: “Solía haber riñas entre los pastores de Abrán y los de Lot. (Además los cananeos y los perizitas habitaban por entonces en el país.) Dijo, pues, Abrán a Lot: «No haya disputas entre nosotros ni entre mis pastores y tus pastores, pues somos hermanos. ¿No tienes todo el país por delante? Pues bien, apártate de mi lado. Si tomas por la izquierda, yo iré por la derecha; y si tú por la derecha, yo por la izquierda.». Lot levantó los ojos y vio toda la vega del Jordán, toda ella de regadío -era antes de destruir Yahvé Sodoma y Gomorra-, como el jardín de Yahvé, como Egipto, hasta llegar a Soar. Eligió, pues, Lot para sí toda la vega del Jordán, y se trasladó al oriente; así se apartaron el uno del otro. Abrán se estableció en Canaán y Lot en las ciudades de la vega, donde plantó sus tiendas hasta Sodoma”. (Gn. 13, 712). Estando en su nueva casa, estalla la guerra “de los nueve reyes”, de resultas de la cual, Lot es apresado: “Salieron entonces el rey de Sodoma, el rey de Gomorra, el rey de Admá, el rey de Seboín y el rey de Belá (esto es, de Soar) y en el valle de Sidín les presentaron batalla: a Quedorlaomer, rey de Elam, a Tidal, rey de Goin, a Anrafel, rey de Senaar, y a Arioc, rey de Elasar: cuatro reyes contra cinco. El valle de Sidín estaba lleno de pozos de betún y, cuando huían los reyes de Sodoma y Gomorra, cayeron allí. Los demás huyeron a la montaña. Los vencedores tomaron toda la hacienda de Sodoma y Gomorra con todos sus víveres y se fueron. Apresaron también a Lot, el sobrino de Abrán, y su hacienda, pues él habitaba en Sodoma, y se fueron” (Gn. 14, 812). Curiosa la mención, ya en el Génesis, de los pozos de betún, uno más de los muchos pozos de petróleo de la zona de los que tantos siglos después (más de cuarenta) tantos quebraderos de cabeza producirán a la Humanidad, y que aconsejo al lector retener en la memoria hasta que finalicemos este artículo. No volvemos de saber de Lot hasta que se aparece viviendo a las afueras de Sodoma y es visitado por los dos ángeles del Señor, ocurriendo el episodio que hemos tenido ocasión ya de referir en otro artículo en esta misma columna:
“Los dos ángeles llegaron a Sodoma por la tarde […] Al verlos, Lot se levantó a su encuentro y, postrándose rostro en tierra, dijo: «Os ruego, señores, que vengáis a la casa de este servidor vuestro. Hacéis noche, os laváis los pies, y de madrugada seguiréis vuestro camino.» […] Tanto porfió con ellos, que al fin se hospedaron en su casa […] No bien se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los sodomitas, rodearon la casa […]. Llamaron a voces a Lot y le dijeron: «¿Dónde están los hombres que han venido adonde ti esta noche? Sácalos, para que abusemos de ellos.»” (Gn. 19, 1-5). La cosa parece de tal escándalo a Lot, que ya conocen Vds. la solución “de compromiso” que llega a proponer a sus vecinos: “Lot salió donde ellos a la entrada, cerró la puerta detrás de sí, y dijo: «Por favor, hermanos, no hagáis esta maldad. Mirad, aquí tengo dos hijas que aún no han conocido varón. Os las sacaré y haced con ellas como bien os parezca; pero a estos hombres no les hagáis nada, que para eso han venido al amparo de mi techo.»” (Gn. 19, 6-8). No será el caso. Los ángeles alojados en casa de Lot deslumbran los ojos de los atacantes, capeando de momento la situación. Y bien, ¿qué es de Lot a partir de ese momento?
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