Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
UNA PALABRA TUYA BASTARÁ
En el monasterio, como todo es a lo grande, tenemos turnos para muchas cosas; es la forma de sacar adelante la casa repartiendo las tareas entre todas.
Ayer, a mi turno nos tocaba hacer el lavado. Así que preguntamos a las hermanas roperas que dónde querían que tendiésemos la ropa y, después de consultar el pronóstico del tiempo, nos lanzamos a tender en el tendedero de la huerta.
Sí, son días muy calurosos, pero el día estaba nublado y de un color marrón oscuro. Pero, como el pronóstico decía que solo iba a haber tormenta eléctrica, pues la verdad es que no dudamos. Y mientras tendía, le decía al Señor: “Vaya, esto sí que es ’fe’, tenemos que hacer más caso a ese aparato que a lo que ven nuestros ojos”…
Pocos minutos después, comenzó la tormenta eléctrica prevista… ¡acompañada de un gran diluvio! Así que bajamos unas cuantas a quitar toda la ropa antes de que terminase más mojada que al salir de la lavadora.
Creo que el Señor se echó unas risas con nosotras… mira que hacer caso a un aparato que cambia de parecer cada diez segundos…
Pero Él sí nos da una palabra eterna, que no cambia, y, sin embargo, a esta la racionalizamos mucho más. Él nos dice “no temas, que Yo estoy contigo”, pero a veces nuestra culpabilidad nos paraliza para creer esa palabra; nos dice “Alégrate”, y a la primera piedra del camino se nos trastoca esa alegría…
Su Palabra es más auténtica y poderosa que nuestra propia percepción de la realidad. Lo que ven nuestros ojos, lo que percibimos, no tiene la última palabra, sino solo Él. Y la única distancia que hay entre Su Palabra y tu vida es tu Fe.
Hoy el reto del amor es abrir la Palabra de Dios y acogerla como Palabra Suya para ti. Haz un acto de Fe, pon ante Él tu corazón y el deseo de recibir una palabra para tu vida y después coge una Biblia y ábrela. ¡Él te espera!
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!