Viernes, 29 de marzo de 2024

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El Papa en Egipto (1)

por Creo, Señor, aumenta mi fe

EL PAPA EN EGIPTO (1)
     La reciente visita del Papa a Egipto representa un acontecimiento importante: Primero para nuestros hermanos católicos que allí viven. También para el ecumenismo por el apoyo que supone para los Coptos que durante los últimos tiempos. Finalmente para el diálogo con el Islam.
   El Papa pronunció un importante discurso en la Conferencia Internacional de la Paz que se celebraba en Al-Azhar, el Centro intelectual del islamismo sunita mundial.
   Muestra el Papa su complacencia por encontrase en el centro cumbre de la intelectualidad islámica. Recuerda como junto al Nilo han surgido múltiples civilizaciones. Siempre sus gentes han buscado nuevos conocimientos y una cuidadosa educación. Son dos condiciones que importan mucho para el futuro. “Se trata de iniciativas  necesarias también para el futuro, iniciativas de paz y por la paz, porque no habrá paz sin una adecuada educación de las jóvenes generaciones. Y no habrá una adecuada educación para los jóvenes de hoy si la formación que se les ofrece  no es conforme a la naturaliza del hombre, que es un ser abierto y relacional”.
   La educación nos lleva a la sabiduría de la vida, donde el hombre saca lo mejor se sí mismo y lo pone al servicio de los demás. “Esta sabiduría favorece un futuro en el que no se busca en que no busca la prevalencia de la propia parte, sino que se mira al otro como parte integral de sí mismo …  del pasado aprende que del mal solo procede el mal y de la violencia solo la violencia en una espiral que termina aislando”.
   Alude luego el Papa al diálogo católico-musulmán. Dará buen resultado si se conjugan estos aspectos: “El deber de la identidad, la valentía de la alteridad y la sinceridad de las intenciones. El deber de la identidad, porque no se puede entablar un diálogo real sobre la base de la ambigüedad  o de sacrificar el bien para complacer al otro. La valentía de la alteridad, porque al que es diferente, cultural o religiosamente, no se le ve ni se le trata como a un enemigo, sino que se le acoge como a un compañero de ruta, con la genuina convicción de que el bien de cada uno se encuentra en el bien de todos. La sinceridad de las intenciones, porque el diálogo, en cuanto expresión auténtica de lo humano, no es una estrategia para lograr segundas intenciones, sino el camino de la verdad, que merece ser recorrido pacientemente para que puede   transformar la competición en cooperación”.
   Señala el papa a Egipto como tierra de alianzas. En ella se encuentra el monte Sinaí. Son importantes las alianzas para el bien común. “Para hablar de ello, me gustaría utilizar como símbolo el <> que se yergue en esta tierra. El Sinaí nos recuerda, en primer lugar, que una verdadera alianza en la tierra no puede prescindir del cielo, que la humanidad no puede pretender encontrar la paz excluyendo a Dios de su horizonte, ni tampoco puede tratar de subir a la montaña para apoderarse de Dios”.
   Este mensaje e muy actual por las consecuencias que puede tener respecto a las religiones. Se trata de un mensaje muy actual, frente a la paradoja que persiste en nuestros días, según la cual, por un lado, se tiende a reducir la religión a la esfera privada, sin reconocerla como una dimensión constitutiva del ser humano y de la sociedad y, por otro, se confunden la esfera religiosa y la política sin distinguirlas adecuadamente. Existe el riesgo de que religión acabe siendo absorbida por la gestión de los asuntos temporales y se deje seducir por el atractivo de los poderes mundanos que en realidad solo quieren instrumentalizarla”.
   Desde el sentido de la alianza brota el grito contra la violencia: “Juntos desde esta tierra de encuentro entre el cielo y la tierra, de alianzas entre los pueblos y entre los creyentes, repetimos un <> alto y claro a toda forma de violencia y de odio cometidos en nombre de la religión o en nombre de Dios. Juntos afirmamos la incompatibilidad  entre la fe y la violencia, entre creer y odiar. Juntos declaramos el carácter sagrado de la vida humana frente a cualquier forma de violencia física, social, educativa o psicológica. La fe que no nace de un corazón sincero y de un amor auténtico a Dios misericordioso es una forma de pertenencia convencional o social que no libera al hombre, sino que lo aplasta. Digamos juntos: Cuanto más se crece en la fe en Dios, más se crece en el amor al prójimo”.
   Termina el Papa con estas palabras: “Espero que, con la ayuda de Dios, esta tierra noble y querida de Egipto pueda responder aún a su vocación de civilización y de alianza, contribuyendo a promover procesos de paz para este amado pueblo y para toda la región de Oriente Medio”. AL SALAMÓ ALAIKUM! LAPAZ SEA CON VOSOTROS.
  
 
 
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