«Dios quiere pagar en función de la dignidad: no ha mirado solo el mérito, también la necesidad»
León XIV aboga por el salario justo: «Para Dios es justo que cada uno tenga lo necesario para vivir»

El Papa León XIV, durante su audiencia general de este 4 de junio.
El Papa León XIV ha presidido la audiencia general celebrada en la mañana de este 4 de junio en la plaza de San Pedro del Vaticano, con un especial afluencia de peregrinos mexicanos. El pontífice continuaba el ciclo de catequesis en torno a la esperanza, la vida de Jesús y las parábolas, en esta ocasión en torno a los obreros de la viña.
El pontífice comenzó desarrollando una catequesis en torno al mensaje de esperanza surgido de un Dios dispuesto a “salir personalmente a buscar a cada uno”, un comportamiento “insólito, que asombra e interpela”, pues el dueño de la viña, que es Dios, “sale personalmente a buscar a sus obreros”.
Se trata a su juicio de un mensaje especialmente apropiado para el presente, donde abunda “la impresión de que no encontramos sentido a nuestra vida” y son muchos los que pueden sentirse “inútiles, inadecuados, como los obreros que esperan en la plaza del mercado a que alguien los contrate. A veces el tiempo pasa, la vida transcurre, y no nos sentimos reconocidos ni apreciados”.
En el mercado, hoy "se compra y vende la dignidad"
Desde el inicio del pontificado, León ha dado muchas muestras de su querencia hacia la Doctrina Social, lo que se mostró especialmente en la audiencia de este miércoles al comparar la plaza del mercado evangélica con la de nuestros tiempos. Habló de un “lugar de los negocios” en el que “lamentablemente, también se compra y se vende el afecto y la dignidad, tratando de ganar algo”.
El pontífice expresaba así una crítica a la mentalidad materialista por la que, “cuando no nos sentimos apreciados, reconocidos, corremos el riesgo de vendernos al mejor postor”.
"Siempre se puede encontrar un sentido"
Frente a esta percepción, la parábola comentada por el pontífice se muestra como un foco de esperanza, subrayando cómo el amo sale “incansable a buscar a quienes esperan dar sentido a sus vidas”. Sale al amanecer, cada tres horas, incluso cuando “no hay razón para salir de nuevo”, a una hora de concluir la jornada laboral.
“Quiere a toda costa dar valor a la vida de cada uno. Los que se habían quedado en la plaza, probablemente habían perdido toda esperanza. Pero alguien siguió creyendo en ellos. ¿Qué sentido tiene contratar trabajadores solo para la última hora de la jornada? ¿Qué sentido tiene ir a trabajar solo por una hora?”, planteó.
Para León, se trata de un ejemplo evangélico más de que “siempre existe la posibilidad de encontrar un sentido, porque Dios ama nuestra vida”.
El salario justo: "Dios paga en función de la dignidad"
En este momento, el pontífice subrayó la “originalidad” del amo a la hora de pagar el denario acordado por la jornada.
“A los demás les dice que les dará lo que sea justo. Y aquí es donde la parábola vuelve a provocarnos: ¿qué es justo? Para el dueño de la viña, es decir, para Dios, es justo que cada uno tenga lo necesario para vivir. Él ha llamado personalmente a los trabajadores, conoce su dignidad y, en función de ella, quiere pagarles. Y da a todos un denario”.
Frente a quienes se sintieron decepcionados por la decisión del amo, el pontífice puso en valor la belleza del gesto del amo y argumentó que no fue injusto sino generoso. El amo, agregó, “no ha mirado solo el mérito sino también la necesidad. Y así hace Jesús con nosotros: no establece un ranking, sino que se dona enteramente a quien le abre su corazón”.
Un llamado a responder "con entusiasmo" al Señor
Frente a la interpretación de la generosidad, el pontífice advirtió de la tentación que supondría plantearse por qué empezar a trabajar enseguida o trabajar más si la remuneración es la misma, a lo que respondió citando a San Agustín: “¿Por qué tardas en seguir a quien te llama, cuando estás seguro de la recompensa, pero incierto del día? Cuida de no privarte, por tu dilación, de lo que Él te dará según su promesa”.
León concluyó dirigiendo un mensaje de esperanza a los jóvenes, invitándoles “responder con entusiasmo al Señor que nos llama a trabajar en su viña”: “¡No lo pospongas, arremángate, porque el Señor es generoso y no te decepcionará! Trabajando en su viña, encontrarás una respuesta a esa pregunta profunda que llevas dentro: ¿Qué sentido tiene mi vida?”.
En los saludos tras la catequesis, el pontífice animó a pedir nuevamente por los jóvenes, especialmente por los que se encuentran “en un momento oscuro de sus vidas, desanimados y sin ver claro el futuro. Que el Amo de la viña les haga sentir su voz y les dé la fuerza de responderle con entusiasmo, les puedo decir por experiencia que Dios les sorprenderá”.